CAÑETE, VILLA HISTÓRICA Y CRUCE DE CULTURAS ENTRE MURALLAS. por Miguel Romero Saiz, Escritor e Historiador
Dicen los etimologistas que el nombre actual de esta villa conquense es un derivado de la palabra latina “Canetum”, con lo cual se revela su ascendencia romana, atestiguada en algunos hallazgos que así lo confirman.
Sin embargo, serán los tiempos de dominio musulmán en la Península los que harán del lugar un bastión defensivo de importante valor militar reafirmando su fortificación como las señas de identidad. El siglo X, dentro de la Kora de Santaveriya y el siglo XIII, momento de la reconquista del lugar por las tropas de Alfonso VIII, son los dos momentos claves para entender la fisonomía medieval que mantiene su estructura edificada.
La historia vivirá en este lugar páginas importantes para el devenir de los reinos castellano y aragonés, siendo su estratégica posición la clave para su evolución. Tierra de frontera será paso y lugar de apetencia para reyes y señores. Sancho IV le concede el título de Villa y los Reyes Católicos la erigen como cabeza de un importante marquesado en la familia de los Hurtado de Mendoza.
Esta población, grande en tiempos del Medievo, afianzará su poder con el nacimiento de Álvaro de Luna, Condestable castellano del rey Juan II de Castilla en el siglo XV, cuyo poder determinará el peso que la historia ha querido dar a una pequeña localidad inmersa en la Serranía conquense camino del Alto Tajo y del Bajo Aragón.
En los siglos XV y XVI fue cruce de culturas, permitiendo la convivencia entre mudéjares, judíos y cristianos, y con ello la posibilidad de ser solar de los Canetti (Elías Canetti, premio Nobel de Literatura en el 1981, descendiente de los judíos sefarditas expulsados por los Reyes Católicos).
La historia de su pasado mantiene viva la huella en sus murallas y su extensa fortaleza, elevada sobre un crespón rocoso y dominando la gran vega de sus ríos Tinte y Mayor. El lienzo amurallado hace del lugar una de las villas más visitadas de toda la provincia, manteniendo sus entradas principales, fuera de los portillones, el Postigo y la Puerta del Rey y que son tres: Puerta de la Virgen de estilo románico, Puerta de San Bartolomé, de estilo califal y Puerta de las Eras, la principal del lugar. Entre ellas, un largo lienzo amurallado, cuyo sistema de cremallera y puertas acodadas, son la máxima expresión del sistema defensivo musulmán, rodeando un caserío que sigue acogiendo al visitante con hospitalidad para ofrecerle su rica gastronomía, recrear su espíritu turístico y revivir sus tradiciones más populares.
Pero es, el entrelazado urbano, el que mantiene la construcción popular de villas medievales, porque entre sus callejas estrechas aún se oyen las pisadas de musulmanes, aragoneses, franceses y carlistas, reviviendo páginas admirables de heroísmos, lealtades y rebeldías. Luego, sus balconadas del Postigo, su viguería cruzada y sus tejaroces reflejan la estampa serrana de construcciones populares. Entre cada rincón y cada aporte monumental, su plaza mayor porticada del siglo XVII sirve de eje radial con elegantes soportales mientras la fachada renacentista de San Julián abre el hueco de la Latinidad.
Pero su identidad como emblema lo representa su ALVARADA MEDIEVAL, evento histórico-cultural que el primer fin de semana de agosto conmemora el nacimiento de Don Álvaro de Luna, su principal personaje histórico, con una fiesta medieval en torno a conferencias literarias, representaciones teatrales, certámenes literarios, mercadillo medieval, pasacalles, degustaciones gastronómicas, conciertos musicales, celebraciones religiosas y torneo medieval.