EL CAMBISTA Y SU MUJER, DE MARINUS VAN REYMERSWALE

El cambista y su mujer, de Marinus van Reymerswaele

  Marinus van Reymerswaele (c. 1495-1566) de la escuela flamenca de Amberes y seguidor de Massys pintó varias versiones de El cambista y su mujer hacia 1539. Se trata de un óleo sobre tabla de 83×97. Se trata de un tema social que proyecta una actividad económica típicamente renacentista.

Este autor es actualmente  conocido por representar con acierto a ‘los cambistas’ o ‘prestamistas’ de la época, que no difieren demasiado de los actuales banqueros. Como muchos pintores contemporáneos, se especializó en temas tanto religiosos como profanos que copió y desarrolló en múltiples pinturas. Su pintura gozó de gran éxito en España y en Italia, donde se la importó con frecuencia.

Marinus van Reymerswaele pertenece, junto con los seguidores de Quentin Massys, al grupo de artistas que se especializaron en escenas de género. Sus composiciones más repetidas fueron las dedicadas a los recaudadores de impuestos, cambistas y comerciantes. Entre sus obras más importantes se encuentra El cambista y su mujer, conservada en el Museo Nacional del Prado en Madrid, de la que se conocen varias versiones, y Los recaudadores de impuestos de la National Gallery de Londres, con más de veinticinco variaciones del tema, algunas de ellas de la mano de sus colaboradores y aprendices. Estas composiciones, tratadas todas ellas de forma satírica, suponen una denuncia de la corrupción y de la avaricia humana. Marinus también se dedicó a temas religiosos; su primer San Jerónimo (Madrid, Museo Nacional del Prado), data de 1521, y fue probablemente el primer artista neerlandés en introducir el tema de la vocación de san Mateo, tratado desde la usura, convirtiéndose, más adelante, en su tema más popular. Su estilo minucioso y realista muestra influencias de Metsys, de Alberto Durero y de las caricaturas de Leonardo da Vinci.

El cambista y su mujer es asimismo una de las obras maestras del arte flamenco, que compitió con brillantez con el floreciente Renacimiento italiano. Es esta tabla encontramos todas las características de los pintores nórdicos: el detallismo, las calidades materiales que se aprecian a la perfección, la aproximación empírica a la realidad, y sobre todo, la sordidez descarnada con la que Van Reymerswaele aborda uno de los principales males de su época: la usura, el mayor pecado posible dentro de una sociedad comerciante como era la flamenca. La corrupción y la estafa afectaban a las capas de la sociedad, llegando al clero y provocando la reacción de escritores, teólogos y artistas.

En el cuadro se representan sentados ante una mesa a dos personajes que cuentan dinero con evidente avidez. El cambista viste ropas burguesas, con puños y cuello en piel, y en la cabeza luce un extraño sombrero con colgante. La mujer viste traje encarnado y cofia blanca, según la moda flamenca del siglo XVI. Sobre la mesa varias monedas de oro y cobre, un libro de cuentas y una balanza. Al fondo un candelero y otros papeles sobre un anaquel.

La composición deriva de un modelo realizado por Quintin Massys en 1514, tabla que se encuentra en el Museo del Louvre de París. Pese a ser una composición muy repetida por el artista, en este de 1539 se acentúan ciertos aspectos, como la tensión que desprende la escena, al estar toda la estancia saturada y en desorden. Se pretende así marcar la censura o crítica a la actividad moralmente reprobable de los personajes.  Una versión muy similar, realizada por el mismo artista, se encuentra en el Monasterio de El Escorial, en depósito del Museo del Prado.

Observamos cómo el matrimonio burgués recuenta las monedas de oro y plata y él pesa en una pequeña balanza, con gran delicadeza, aquéllas, ya que la mayoría de las mismas eran raspadas o recortadas. Posiblemente provendrían de una recaudación de impuestos, de una cambio de monedas o de la devolución de un préstamo, lo que implicaría después controlar o calcular la operación con el ábaco que tiene a su derecha sobre la mesa y a efectuar anotaciones en el libro de Contabilidad que ella tiene entre su bellas y delicadas manos”

            El pintor da relevancia al cuadro plasmando una intención satírica  en las facciones de los personajes: la nariz afilada y los dedos curvos, largos y delgados, como representación de la codicia. Utiliza, pues, el simbolismo  como fuente de la interpretación satírica y moralizante

            El historiador del arte Erwin Panofsky sostuvo que los pintores flamencos del Renacimiento tenían que reconciliar el “nuevo naturalismo” con mil años de tradición cristiana. Basándose en Santo Tomás de Aquino, que pensaba que los objetos físicos eran «metáforas corpóreas de cosas espirituales», Panofsky sostiene que “en la pintura primitiva flamenca, el método del simbolismo disfrazado se aplicaba a todos y cada uno  de los objetos, fueran naturales o hechos por el hombre”.

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