El Megalitismo en la depresión del río Gor
Rocío Campos Maldonado
Gorafe, una pequeña población en el NE de la provincia de Granada, posee la mayor concentración de dólmenes de toda Europa. La palabra dolmen procede del bretón “mesa de piedra”. Su construcción consistía en poner dos o más grandes piedras (ortostatos) en vertical para que sostuvieran a otras piedras en horizontal. Esta construcción estaba destinada a ser enterramiento colectivo, más concretamente familiar.
El megalitismo surgió hace 7000 años, pero las construcciones megalíticas del Parque de Gorafe datan de 5000 años atrás. En este período existió una cierta trashumancia entre pastos de la Sierra de Baza y zonas más bajas de la vega del río Gor.
En aquél entonces, esta era una zona con tierras fértiles, abundancia de caza y pesca, agua y un clima más húmedo que el actual. La región poseía un frondoso bosque mediterráneo con abundancia de pino carrasco, quejigos, encinas…Estos pueblos campesinos seminómadas, provenientes tanto del bajo Guadalquivir como de la zona de Almería, construyeron sus primeros poblados y los amurallaron.
La cohesión de las dos culturas megalíticas, la Atlántica y la Mediterránea ha dado a los ajuares funerarios una gran riqueza. Se descubrieron tanto vasijas campaniformes de clara influencia de la zona de Los Millares (Almería) como distintas formas de punta de flecha o de pequeños ídolos de influencia atlántica.
Manuel de Góngora y Martínez ya hizo mención en 1868, en su libro “Antigüedades prehistóricas de Andalucía” a los dólmenes de Gorafe. Descubrió solo tres dólmenes, pero uno de ellos fue el dolmen 134 que él llamó de “las Ascensías”. Este es precisamente el dolmen emblema del Parque megalítico de Gorafe por ser uno de los más grandes y el de mejor conservación.
A finales de ese mismo siglo, los hermanos belgas Siret, tuvieron conocimiento de los descubrimientos megalíticos en esta zona y enviaron a su capataz Pedro Flores a realizar excavaciones en esta área. Localizaron 103 dólmenes con unos 760 restos humanos en su interior. Los planos dibujados por L. Siret para la localización de estos dólmenes, sirvieron de orientación al matrimonio alemán Leisner aunque solo pudo encontrar 95 de ellos.
Un antropólogo gorafeño, Manuel García Sánchez entre 1955 y 1956, realizó el estudio más pormenorizado del Parque. Llegó a catalogar un total de 198 dólmenes, mencionando 40 que habían desaparecido en esos años. Si unimos a estos los 4 últimos descubiertos tenemos un total de 242 dólmenes distribuidos en once necrópolis a lo largo del río Gor, incluyendo la de la Estación de Baúl en la rambla del mismo nombre.
La construcción de las viviendas en los primeros asentamientos de esta zona desde finales del Neolítico hasta el principio del Bronce (período Calcolítico) la realizaban formando una gran base de piedra, hasta media altura, y a continuación erigían una pared de adobe. La techumbre la formaban con cubierta vegetal con un apoyo central.
En el caso de la fortificación la base estaba formada por piedras mucho más gruesas y el resto de la muralla o de la torre de vigilancia, como en el caso del poblado de Las Hoyas del Conquín, de adobe. Hoy en día, aún se puede ver restos de dicha torre en la margen izquierda del río Gor.
El poblado de las Angosturas es el único en el que se han realizado varias campañas arqueológicas. Es un poblado pequeño pero con una envidiable situación estratégica. Situado en un espolón rocoso del río Gor, era el paso obligatorio para acceder a los filones metalíferos de la Sierra de Baza. Estuvo en activo desde finales del Neolítico hasta avanzada la Edad del Bronce.
Los diferentes poblados construían las necrópolis extramuros. Esta era una forma de delimitar su territorio, ya que todo el espacio entre la necrópolis y el poblado, pertenecía a este último como tierras de cultivo, pastoreo o caza.
Una vista aérea sobre 17 km de la depresión del río Gor, donde está el enclave de las once necrópolis mencionadas, nos situaría los sepulcros megalíticos en ambas márgenes del río y generalmente en las partes altas del valle. Excepcionalmente algunos dólmenes se alejan de esta distribución, apareciendo aisladas o en pequeños grupos, pero siempre cerca de un riachuelo.
Los dólmenes de Gorafe, atendiendo a su planta, han sido clasificados de la siguiente forma: trapezoidales, cuadrangulares, pentagonales, rectangulares y poligonales. Dentro de los últimos han incluido los dólmenes con y sin corredor, por no poder asegurar que los que no lo poseen actualmente no lo hubieran tenido originariamente.
La orientación predominante de la entrada del dolmen es sureste, aunque oscila entre el este y el sur. Buscan siempre la salida del sol ya que ellos realizaban sus rituales funerarios al amanecer y para ellos era muy importante que los primeros rayos del sol entraran en la cámara funeraria en el mismo momento en que ellos depositaban el cuerpo de su familiar fallecido.
En los enterramientos, el jefe espiritual del poblado, apartaba los restos del difunto anterior y los dejaba dentro del dolmen pero en otro espacio diferente. A continuación realizaba un ritual purificador sobre el lugar que había ocupado este y procedían al nuevo enterramiento. En muchos dólmenes los cráneos aparecieron cerca de la entrada.
Los ajuares funerarios, con los que acompañaban a sus difuntos, estaban realizados en distintos materiales. Entre los efectuados en piedra, destacan por su mayor abundancia los de sílex con los que creaban variadas formas de punta de flecha, cuchillos, microlitos y algunas piezas especiales como pequeños puñales ó sierras (solo se encontró una en el dolmen 84).Con otras piedras se encontraron hachas, azuelas, cinceles, pulidores e incluso los Siret encontraron una piedra de molino.
En hueso se descubrieron punzones, alfileres con cabeza torneada, cuentas de collar y cilindros de hueso con ornamentos esculpidos, idénticos a los encontrados en los Millares en alabastro.
Entre los objetos de adorno como collares y brazaletes se encontraron cuentas de distintos materiales, conchas y colorantes (bolitas pulidas de distintos colores). Así mismo, los ídolos hallados fueron variados en su forma y su composición pizarra, alabastro o arenisca.
La cerámica más representativa de la descubierta en los dólmenes son los vasos, vasijas campaniformes, cuencos, algún plato hondo, vasos con pezones, vasos con los “ojos” típicos de los Millares, algunos vasos argáricos…aunque la gran mayoría de la cerámica obtenida era lisa y sin decoración.
Finalmente hablaremos de los objetos funerarios realizados en metal. Estos se encontraron en los dólmenes que estuvieron en uso hasta una época más tardía. Entre los hallazgos cabe destacar anillos, brazaletes, puñales, cuchillos, hachas…
El hecho de enterrar junto al difunto sus armas y utensilios personales y de proveerlo de alimento, evidencia una cultura de culto a la muerte y la esperanza en otra vida. Las grandes construcciones megalíticas evidencian una gran organización social. El que los dólmenes fueran familiares no quería decir que cada familia construyera el suyo, sino que todo el poblado participaba en la construcción de cada dolmen familiar.
En las necrópolis más antiguas vemos que todos los dólmenes tienen un tamaño similar y un ajuar funerario escaso. Esto indica que en esa primera época no existían diferenciaciones sociales. Con el paso de los siglos ciertas familias empezaron a tener más influencia en el poblado que otras y esto se reflejó a su vez en el tamaño de los dólmenes y en la mayor abundancia de ajuares.
La construcción de los dólmenes podía realizarse de dos formas, haciendo unas incisiones en el suelo para encajar los ortostatos o directamente a ras de suelo. La primera piedra que ponían era la del fondo de la cámara funeraria. Desde ahí iban construyendo hacia adelante hasta llegar al cierre de la cámara con un ortostato agujereado que serviría de puerta. A continuación construían el corredor que terminarían con otra puerta exterior que cerrarían con una gran piedra.
Una vez finalizada la estructura en piedra del dolmen, cubrían toda la parte exterior con tierra hasta llegar al límite que le marcaban los ortostatos puestos en vertical, consiguiendo unas rampas con las que les resultaba más fácil subir las piedras superiores. Para ello se ayudaban de gruesas cuerdas trenzadas con esparto, planta muy habitual en esta zona. La colocación de la parte superior del dolmen se efectuaba desde la entrada hasta la parte posterior. Esta cubierta también terminaría siendo sepultada por tierra.
La forma final del dolmen sería un túmulo artificial de tierra al que ponían tres aros perimetrales (círculos de piedras) que tenían una doble función. Una era la de evitar que la nueva cubierta de tierra se desprendiera y la otra, dependiendo de la posición de estos aros perimetrales indicaban la identidad familiar de dicho enterramiento.
El megalitismo es un fenómeno cultural complejo que se desarrolló entre el quinto y el segundo milenio antes de Cristo. En el Parque Megalítico de Gorafe nos dejaron numerosos vestigios que nos ayudan a tener un mejor conocimiento de cómo vivían, los utensilios que realizaban, como construían y realizaban sus enterramientos. En definitiva, como era su cultura y como fue evolucionando en esos siglos.
Para un mayor conocimiento del Parque Megalítico de Gorafe es necesario realizar una visita al Centro de interpretación del Megalitismo situado en Gorafe. Allí podrán impregnarse de la cultura megalítica a través de un maravilloso viaje virtual donde sobrevolarán la depresión del río Gor sobre un águila en un espectacular vuelo en 3D.
Bibliografía:
GARCÍA SÁNCHEZ, M. y SPAHNI, J. C. “Sepulcros megalíticos de la región de Gorafe”. Archivo de Prehistoria Levantina VIII. Valencia: Diputación Provincial, 1959, págs. 43-113.
MANARQUEOTECA. S. L. “Guía del Parque Temático Integral sobre el Megalitismo en Gorafe (Granada, España)”. Parque Temático sobre el Megalitismo. Gorafe (Granada, España), Sa Corona Arrùbia (Cagliari, Cerdeña, Italia). Guía. Granada: Líder Comarca de Guadix, 2001, págs. 32-135.
LÓPEZ MARCOS, A. Ruta del Megalitismo. Granada: Diputación Provincial de Granada, 2012.
revista 65