EL SIGLO XIX Y LA HOMEOPATÍA EN MADRID, por María Lara Martínez

EL SIGLO XIX Y LA HOMEOPATÍA EN MADRID

MARÍA LARA MARTÍNEZ

Grabado de la época de la fachada del Hospital de San José en Madrid
Grabado de la época de la fachada del Hospital de San José en Madrid

En el corazón de Madrid, muy cerca de la sede del Centro de Estudios Financieros sito en Martínez Campos, se localiza el Instituto Homeopático, también conocido como Hospital de San José. Un auténtico cofre de sorpresas para el paseante, solitario o acompañado, que al cruzar la verja que custodia este recinto neogótico se encuentra cara a cara con el XIX más polifacético, intrépido y por qué no, veraz.

Hoy esta calle lleva el nombre de Eloy Gonzalo pero antes fue el Paseo de la Habana por decisión del político y escritor cubano Andrés Arango, que durante la Guerra de la Independencia fue agente en Lisboa y luchó, como teniente, a las órdenes de Castaños en Andalucía. Toda una figura por los negocios inmobiliarios que desarrolló por Recoletos, la Castellana y Chamberí comprando a buen precio y por fanegas calles completas en los años 40. Con el desastre del 98, el ayuntamiento de la Villa y Corte decidió borrar el recuerdo americano trocando la denominación, a la más pura usanza de un requiebro del chotis, por la del héroe de Cascorro.

José Nuñez Pernia- bogado por la Universidad de Valladolid, cursó estudios eclesiásticos que no concluyó y se inició en estudios de homeopatía en Burdeos. En 1842 se traslada a Madrid y obtiene el título de Bachiller y Licenciado en medicina por las Universidades de Madrid y Barcelona. Fue uno de los primeros que abrazaron en España las doctrinas homeopáticas, que propagó con gran entusiasmo, fundando en Madrid la Sociedad Hahnemanniana y el Hospital Homeopático. Isabel II le concedió el título de médico de cámara y de Marqués de Núñez.
José Nuñez Pernia- Abogado por la Universidad de Valladolid, cursó estudios eclesiásticos que no concluyó y se inició en estudios de homeopatía en Burdeos. En 1842 se traslada a Madrid y obtiene el título de Bachiller y Licenciado en medicina por las Universidades de Madrid y Barcelona. Fue uno de los primeros que abrazaron en España las doctrinas homeopáticas, que propagó con gran entusiasmo, fundando en Madrid la Sociedad Hahnemanniana y el Hospital Homeopático.
Isabel II le concedió el título de médico de cámara y de Marqués de Núñez.

El comprador de la finca fue José Núñez Pernía, hábil médico de Benavente, que llegó a marqués en las postrimerías del reinado de Isabel II. Su padre, Juan Núñez Pernía, había sido ganadero de reses bravas y sus toros se habían lidiado en la Plaza Mayor de Madrid. Ni en la imaginación estaban aún Las Ventas.

José llegó a médico de cámara de esa soberana castiza, vividora y devota a su manera. Las arcas del tiempo de los pronunciamientos debieron de andar contentas pues fue uno de los mayores contribuyentes de la capital con su licencia médica. Nunca se casó, cursó estudios religiosos, fue subdiácono y arcediano del monasterio de Rivas de Sil, abogado por la universidad de Valladolid, bachiller en Medicina por Madrid y médico por Barcelona. “Cuando Fernando VII”, en su estancia en Burdeos, quiso completar los votos, pero Félix Torres Amat, obispo de Astorga, del que era secretario, le dio largas. Jamás volvió sobre el tema. También fue allí, hacia 1837, cuando comenzó a practicar la homeopatía.

Estuche Homeopático
Estuche Homeopático

Como decimos, el Hospital de San José fue construido entre 1873 y 1877 sobre unos terrenos comprados por Núñez. El arquitecto fue José Segundo de Lema, quien lo concluyó a la par que trabajaba en el embarcadero del Estanque grande de la Casa de Campo, para uso de la familia de Alfonso XII. Pocos años después, realizaría la segunda reforma del Palacio Real. La configuración del inmueble no ha variado desde aquellos instantes de la Restauración borbónica: un cuerpo central de 4 plantas con galería abierta al mediodía, 2 pabellones de una única crujía y 3 plantas.

Dentro de la finca, el segundo edificio que puede contemplarse es el Palacete del Marqués de los Salados. El solar fue comprado en 1881 por fray Pedro Núñez Pernía, obispo de Coria, ex-senador del reino por la diócesis de Toledo y hermano del Dr. José Núñez. En su testamento, legó el terreno a su otro hermano, Joaquín, el marqués mentado. La traza la llevó a cabo, en 1884-1886, el arquitecto Emilio Rodríguez Ayuso, de acuerdo a los cánones de lo que entonces se denominaba “hotel”.

Interior del hospital
Interior del hospital

Sobre la implantación de la escuela en Madrid, según reseña periodística en El Criterio Médico (1867), “la homeopatía era en efecto conocida antes de la venida del señor Núñez; pero las grandes curaciones, esas curaciones asombrosas, que arrastran la opinión y convencen a los más incrédulos, no se habían intentado siquiera hasta que el señor Núñez las comenzó en esta corte (…) Era muy común entonces que los médicos no se atrevieran a tratar homeopáticamente otra cosa que enfermedades crónicas, y si trataban alguna aguda, se auxiliaban de las sangrías o de algunos otros medios de la antigua terapéutica”.

En el banquete y sesión literaria celebrados por la Sociedad Hahnemannniana Matritense el 18 de abril de 1872 para conmemorar el natalicio de Samuel Hahnemann, pionero de este tratamiento fundamentado en la máxima de que “lo similar cura lo similar”, el Dr. José Núñez manifestó en su brindis:

Abrigo una convicción profunda de que si nosotros queremos trabajar con fe, se conseguirá tener un hospital homeopático, mas por otros caminos que los seguidos hasta aquí. Hay necesidad para ello de un gran desprendimiento por nuestra parte, y si os decidís a intentarlo, contad con que yo haré cuanto pueda para que se realice ese proyecto tan humanitario y tan útil para nuestra escuela”.

A la muerte del primer marqués, se creó una fundación administrada por un patronato, contemplándose que la dirección facultativa y administrativa estaría en quien ostentara el título de marqueses de los Salados y de Núñez y tuviera una preparación académica acorde. Podría dividirse el cargo en dos. En caso de que no existiera un médico en la familia, recaería en otro patrono. A la defunción de Núñez en 1879, se propuso la presidencia al arzobispo de Toledo, Miguel Payá y Rico. Eso explica que, en la colección de antigüedades de la institución, figure un catecismo mozárabe.

Y, durante los años siguientes, se ofertaron cursos dirigidos a médicos que presentaran su título en la sede de Eloy Gonzalo, inscribiéndose gratuitamente. Así, en abril de 1928, consta la formación en Terapéutica Homeopática en variedad de especialidades, como Pediatría, Oftalmología, Otorrinolaringología, Gastrología, Ginecología y Psiquiatría.

La fundación acoge obras de arte, como “La muerte de San José”, de Lucas Jordán, y el retrato de José Núñez Pernía, de Valentín Carderera, pintor de cámara de Isabel II, junto a 3 imágenes escultóricas del Niño Jesús. La tradición asegura que una de las efigies fue donada por Santa María Soledad Torres Acosta cuando se quemó la falda de una mesa camilla.

Vitrina Homeopatía Museo-S-P
Vitrina Homeopatía Museo-S-P

Ante el susto general de las Siervas de María, que regentaron el Hospital en su primera época, en 1878-1888, les recomendó rezar al Niño y tomar tila. Desde marzo de 1888 las Hijas de la Caridad fueron las encargadas de atender a los pacientes. Acudían a curarse personas con todo tipo de enfermedades y se trataba con homeopatía al que voluntariamente lo aceptase.

Este museo, el único de homeopatía en nuestro país, es visitable con cita previa. Suscita perplejidad encontrarse en el “Hospitalillo de los anises” con el elenco histórico de botiquines, máquinas y libros nacidos en un ciclo que combinaba las mejores voluntades del Romanticismo con la consumación en realidades. Y es que, en el siglo XIX, casi todo resultaba deseable aunque, a la larga, sólo unas cuantas metas se trocaran en alcanzables.

Una etapa de calesas y cólera, en la que el Instituto Homeopático apostó por la introducción del nuevo método terapéutico en España. Ansias en cierta medida congeladas en los tubos de gránulos infinitesimales que combaten la infección desde el conocimiento directo del duelo y del pronunciamiento.

 

Revista 65

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