HANS HOLBEIN EL JOVEN, por Alfredo Pastor
Hans Holbein el Joven nace en Augsburgo al aprecer en 1497 y muere en Londres, entre el 7 de octubre y el 29 de noviembre de 1543) fue un artista e impresor alemán que se enmarca en el estilo llamado Renacimiento nórdico. Es conocido sobre todo como uno de los maestros del retrato del siglo XVI.
También produjo arte religioso, sátira y propaganda reformista, e hizo una significativa contribución a la historia del diseño de libro. Diseñó xilografías, vidrieras y piezas de joyería. Se le llama «el Joven» para diferenciarlo de su padre, Hans Holbein el Viejo, un dotado pintor de la escuela gótica tardía.
Erasmo de Rotterdam |
En 1518, durante un viaje a Italia, descubrió las obras de los pintores del Renacimiento italiano Andrea Mantegna y Leonardo da Vinci. El impacto de estos y otros artistas sobre la obra de Holbein puede observarse en el modelado y la composición renacentistas de uno de sus primeros retratos, «Erasmo de Rotterdam» (1523, Museo del Louvre), en su famoso «Cristo muerto», en «La Pasión» (ambos en el Kunstmuseum de Basilea) y en el retablo de La Virgen del burgomaestre Meyer (Palacio del Gran Duque de Darmstadt, Alemania), todos ellos realizados entre 1519 y 1526.
En dichas obras se aprecia una soltura en el dibujo y una riqueza cromática características de las obras de los maestros del norte de Italia. En sus obras religiosas, Holbein unió esta riqueza de detalles y colores con la dignidad y la severidad en la caracterización propias de temas religiosos. En 1519 se casó con Elsbeth Binzenstock. En ese mismo año pintó el retrato de Bonifatius Amerbach, humanista y amigo del pintor. En 1520 recibió el derecho de ciudadanía, y al año siguiente obtuvo el encargo de decorar la nueva sala municipal de Basilea.
Cristo muerto |
Entre 1523 y 1526 aumentó su actividad como ilustrador gracias a una serie de 51 dibujos sobre el tema alegórico medieval de la danza macabra («La danza de la Muerte»), cuya autoría se dice que en un principio se encubrió para evitar represalias por sus ataques a la Iglesia. De dicha serie se conocen varias versiones grabadas, pero la principal se imprimió en Lyon en 1538. También diseñó una serie de grabados en plancha de madera para la traducción alemana de la Biblia de Martín Lutero.
Los embajadores |
Sin embargo, la austeridad preconizada por la Reforma se fue apoderando de la sociedad suiza y disminuyó el mecenazgo artístico, por lo que, a pesar de su prestigio, Holbein se vio obligado a marcharse a Inglaterra en busca de nuevos encargos. Llegó a Londres en 1526 con cartas de presentación escritas por Erasmo, entonces ya su amigo y protector, para importantes personajes de la época a los que habría de retratar y entre los que se incluye Tomás Moro.
En 1528 regresó a Basilea, donde se le encargó la ampliación de una obra anterior, «Justicia» (1521-1522), con la que había decorado la sala del consejo del Ayuntamiento. La ampliación de esta serie de frescos refleja su continuo crecimiento como artista; las nuevas composiciones, menos abigarradas que las ya existentes, logran un impacto de mayor dramatismo que las anteriores. Por desgracia, no se conserva intacto ninguno de los muchos grandes frescos que realizó en dicho ayuntamiento, en Inglaterra y en Alemania. Debe juzgarse su belleza partiendo de los bocetos y de las copias que artistas posteriores hicieron de sus frescos. Del año 1528 es su Retrato del astrónomo Nicolas Kratzer, amigo de Tomás Moro.
Enrique VIII |
Enrique VIII lo nombró Pintor del Rey. En este cargo, produjo no sólo retratos y decoraciones festivas, sino también diseños de joyería, platería y otros objetos preciosos. Sus retratos de la familia real y los nobles son un recuerdo vívido de una corte brillante en los años trascendentales en los que el rey Enrique estaba afirmando su supremacía sobre la iglesia inglesa.
El arte de Holbein ha veces se ha llamado realista, puesto que dibujó y pintó con excepcional precisión. Sus retratos eran famosos en su época por el parecido que lograba; y ahora «se ven» a grandes figuras de la época, como Erasmo o Moro, a través de los ojos de Holbein. Él nunca quedaba satisfecho, sin embargo, con la apariencia externa. Incrustaba capas de simbolismo, alusiones y paradojas en su arte, produciendo la interminable fascinación de los estudiosos.
En 1523, Holbein pintó los primeros retratos del gran estudioso renacentista Erasmo, quien requería parecidos para enviar a sus amigos y admiradores por toda Europa. Estas pinturas hicieron de Holbein un artista internacional. Cuando Holbein decidió buscar empleo en Inglaterra en 1526, Erasmo lo recomendó a su amigo el estadista y erudito Tomás Moro. «Las artes se están congelando en esta parte del mundo,» escribió, «y él estaba en camino a Inglaterra a recoger algunos ángeles».
Virgen del burgomaestre Meyer |
Holbein alcanzó una gran fama gracias a sus retratos realistas de personas y grupos, el detallismo de la piel, el pelo, los ropajes y la ornamentación, así como el talento para representar con exactitud cada una de las diferentes texturas, que no disminuían ni iban en detrimento de las características esenciales y de dignidad de sus retratados. Tal fue el realismo de su obra que su influencia sobrepasó los límites de la pintura. La pintura del Cristo Sepultado causó gran influencia en el escritor ruso Fëdor Dostoyevsky, tanto así que lo inspiró en su novela El Idiota.
Holbein también realizó miniaturas y contribuyó al gran arte renacentista de la pintura sobre vidrio con numerosos dibujos.
Destacamos entre sus retratos los de Enrique VIII, Erasmo de Rótterdam y Tomás Moro