LA BATALLA DE TALAVERA, por José María Gómez
LA BATALLA DE TALAVERA
José María Gómez Gómez
Los días 27 y 28 de julio de 1809 tuvo lugar uno de los enfrentamientos más espectaculares de los muchos que jalonaron la larga y feroz Guerra de Independencia. Se conoce como BATALLA DE TALAVERA. El mariscal Víctor mandaba el ejército francés. Las trapas aliadas, españoles e ingleses, eran comandadas respectivamente por el General Cuesta y por el General Wellesley , más tarde nombrado Duque de Wellington. La batalla que se libró en Talavera se inscribe dentro de la llamada Campaña del Tajo.
Conocemos la razón y el origen de aquella cruenta guerra. Napoleón, que se había erigido en Francia con todos los poderes, soñaba con una Europa, cuyas monarquías estuviesen bajo su dominio, para lo que se autoproclamó emperador. Aprovechó la debilidad de la monarquía española y, con la excusa de ocupar Portugal, ocupó España en marzo y abril con una
impresionante invasión militar de 130.000 soldados. Los españoles
empezaron a inquietarse. A comienzos del mes de mayo tuvo lugar la burla de Bayona. Napoleón consiguió atraer allí al Príncipe Fernando, que ya se titulaba rey (Fernando VII) y a su padre Carlos IV, obteniendo de ambos la abdicación. Acto seguido Napoleón nombró rey de España a su hermano José Bonaparte. El estallido popular no tardó en producirse. Todo empezó en Madrid. El día 2 de mayo. Primero fue el Parque de Artillería, luego se combatía en la Puerta del Sol y calles adyacentes… Al anochecer los Alcalde de Móstoles lanzaban un bando dirigido a todos los pueblos de España incitando al levantamiento general y guerra sin cuartel contra los franceses invasores.
Tras el Alzamiento del 2 de Mayo de 1808 y la situación general de guerra generada en España, y tras el éxito de las tropas españolas en Bailén (julio de ese año 1808), se produjo la ocupación y represión general de España por las tropas napoleónicas. Los primeros meses de 1809 no se veía ninguna salida para la situación.
Sin embargo, la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino entiende que, a pesar de la evidente superioridad militar francesa, no hay que dar tregua a la defensa y dispone que por doquier se combata al enemigo: los ejércitos napoleónicos. En 1809 va a tener lugar la llamada Campaña del Tajo, que tendría sus momentos culminantes con las batallas de Talavera, Puente del Arzobispo, Almonacid… y el epílogo de Ocaña. Fue dirigida por el general Cuesta, bajo cuyo mando se pusieron el Ejército de Extremadura y el de La Mancha.
Los comienzos fueron desalentadores. El mariscal napoleónico Víctor diseñó una espectacular maniobra a mediados de marzo de 1809 para contrarrestar y detener el posible avance del Ejército de Extremadura. Una parte de su ejército se dirigió a Almaraz por la orilla norte del Tajo, mientras las tropas de Lasalle y Leval cruzaban el río por Talavera el día 15, uniéndose al día siguiente en Puente del Arzobispo con el resto de las tropas de Víctor. Desde Puente este gran ejército francés fue ocupando todo el territorio a su paso, por la comarca extremeña de los Ibores, hasta Mérida. El general Cuesta no pudo evitar el enfrentamiento. En Medellín (28 de marzo) fue derrotado estrepitosamente el Ejército de Extremadura. En Ciudad Real (27 de marzo) sufrió bastantes bajas el Ejército de La Mancha. No obstante, el general Gregorio Cuesta fue confirmado en el mando de ambos ejércitos.
Inesperadamente las circunstancias cambiaron en el mes de abril. Un ejército británico llegaba a la Península a las órdenes de sir Arthur Wellesley, más conocido por Lord ,Wellington. Cuando éste llegaba a Lisboa, ya le esperaban cartas del general Cuesta proponiéndole una acción conjunta de fuerzas aliadas contra el común enemigo francés en la región del Tajo.
Las instrucciones entregadas a Wellington por el Gobierno Inglés el 2 de abril no desechaban la posibilidad de una acción conjunta, aunque el objetivo principal de los ingleses debía ser la defensa de Portugal: “Considerará la defensa de Portugal como su primer e inmediato objeto de atención; pero dado que la seguridad de Portugal sólo puede conseguirse efectivamente en relación a la defensa de la península en su más amplio sentido, Su Majestad (…) deja a su juicio decidir cuándo su ejército avanzará, y cómo sus esfuerzos pueden ser combinados de la mejor manera con las tropas españolas y también con las portuguesas en apoyo de la causa común”. He aquí cómo, en el trascurso de menos de un año, se trastocaron las alianzas. Ahora España actuará conjuntamente con Inglaterra y Portugal: el enemigo común es Francia o, mejor dicho, Napoleón y su ambición sin límites.
Wellington llegó a Lisboa el 22 de abril, cuando aún el norte de Portugal permanecía ocupado por el ejército del mariscal francés Soult con cuartel general en Oporto. La respuesta de Wellington a las cartas de Cuesta aprueban la idea de una acción conjunta, pero antes el inglés debe combatir a Soult, que tiene atenzado el norte de Portugal. Conseguida la liberación de Portugal, será el momento de una acción conjunta contra las tropas de Víctor en la región del Tajo.
Efectivamente, a mediados de mayo, Wellington inicia una ofensiva de tanteo por el Duero obligando al mariscal francés Soult a huir hacia Galicia. Entonces el general inglés empezó a diseñar una acción conjunta con el ejército español. Y ello obligó al mariscal Víctor a replegar su ejército hacia Talavera después de reagrupar todas las tropas de nuevo en Puente del Arzobispo, sembrando el terror en toda la comarca. Sucedía que guerrilleros y milicianos asaltaban los destacamentos y convoyes franceses, llegando incluso a matar si podían. Ante esta proliferación de la guerrilla, el mariscal Víctor dictó un bando (13 de abril de ese año 1809) en que se decía que ante la muerte de un francés serían apresados indiscriminadamente cuatro habitantes del pueblo, los cuales serían ejecutados si no aparecía el culpable en cuarenta y ocho horas; y en caso de reincidencia, la villa, ciudad o aldea sería entregada al saqueo y los habitantes pasados a cuchillo: además, nadie podía circular por los caminos sin un pasaporte expedido por las autoridades francesas y todo aquel que fuese encontrado con armas sería ahorcado en el término de veinticuatro horas.
Como es lógico, nuestra comarca vivía aterrorizada y más aún cuando tuvieron lugar los trágicos sucesos de Calera y Chozas el 27 de junio de 1809. He aquí cómo se recoge el episodio en el reciente libro “Calera 1809”: “Con motivo del avance conjunto que a través de Extremadura hicieron los ejércitos español y británico, comandados respectivamente por los generales Cuesta y Wellesley, el mariscal francés Víctor, duque de Bellune, había ordenado preventivamente la retirada de sus tropas desde el Guadiana hasta la línea del Alberche. Cuando el grueso del ejército francés había sobrepasado los límites de Calera y Chozas, cuentan distintas crónicas que una unidad de su retaguardia fue acosada por las guerrillas que actuaban en la zona y por algunos enardecidos vecinos del lugar, que previamente habían sido convocados en la plaza pública a toque de campana, muriendo en la acción algunos soldados franceses que habían quedado rezagados. Como resultado la tropa descargó sobre la población una cruenta represión mientras una gran parte del caserío y muchos campos cercanos fueron pasto de las llamas, el saqueo y la destrucción. Las fuentes hablan de al menos veinte víctimas mortales de todo tipo y condición entre los pocos habitantes que no habían podido huir, que fueron cruelmente pasados a cuchillo o arcabuceados”. La iglesia, cuyo toque de campanas había convocado a la gente, fue especialmente quemada y destruida.
A primeros de julio de 1809 Wellington está en Plasencia, desde donde se desplaza a Casas del Puerto (Miravete) para entrevistarse con el general Cuesta. Ambos establecieron un plan conjunto para hacer frente a las tropas francesas que el mariscal Victor (padre del célebre Víctor Hugo) había desplazado y dispuesto entre Talavera y el río Alberche, en espera de los refuerzos que habían de llegar desde Madrid y Toledo.
El ejército francés se componía del ejército del mariscal Víctor (unos 22.000 soldados), más los 5.000 que se unieron desde Madrid al mando del propio José Bonaparte, a los que se añadieron desde La Mancha y Despeñaperros otros 18.000 soldados al mando de Sebastiani. Un total de 44.643 soldados: 35.909 de infantería, 8.014 de caballería y 720 de artillería. Era un ejército bien adiestrado, bien equipado y perfectamente entrenado para los terrenos españoles.Mientras tanto, avanzando desde Plasencia los ingleses y portugueses de Wellington, y los españoles de Cuesta desde Almaraz, ambas fuerzas aliadas se encontraron el 21 de julio en Oropesa. Y en esa noche acamparon en Velada, Casar y Gamonal. Avisado y prudente, Víctor retiró su ejército francés al otro lado del Alberche, entre Cazalegas y Casar de Escalona, abandonando la ciudad quemando las casas y los campos. En la mañana del día 22 hubo refriegas entre las vanguardias de los dos ejércitos.
El ejército aliado estaba formado por el ejército español del general Cuesta (25.258 soldados) y el ejército británico con contingentes portugueses al mando del general Wellington (20.580 soldados). Un total de 45.838: unos 38.000 de infantería, unos 6.000 de caballería y cerca de 2.000 artilleros. Todos ellos acamparon durante la noche del día 22 de julio en los olivares entre Talavera y el río Alberche. Al amanecer del día 23, Cuesta y Wellington inspeccionaron el despliegue de los franceses
En los días 23 y 24 el ejército francés del mariscal Víctor se replegó hacia Toledo en espera de los refuerzos del rey José y de Sebastiani. Cuesta con los españoles salió en su persecución, pero fue víctima de una emboscada. En la mañana del día 26 la caballería española del regimiento Villaviciosa, al proteger la retirada, sufrió una sangrienta derrota en Alcabón. No obstante el ejército español de Cuesta consiguió reunirse de nuevo con Wellington en Talavera.
Y las inmediaciones de Talavera van a ser escenario de la gran batalla: la BATALLA DE TALAVERA. Tuvo lugar los días 27 y 28 de julio en el terreno comprendido entre Talavera y los montes de Segurilla. Concretamente se combatió en los cerros de Medellín y Cascajal, el arroyo de la Portiña y el Pajar de Vergara. Los aliados combatieron desde el oeste y los franceses desde el este con el arroyo en medio. Los combates fueron muy violentos. Por la noche los cañonazos se confundían con los relámpagos y truenos de una tormenta formidable. La batalla fue un infierno.
El panorama resultante, tras retirarse los ejércitos, fue espantoso. Hubo cerca de 14.000 muertos: 7.283 franceses, 5.367 ingleses y 1.250 españoles. Los franceses se replegaron en señal de derrota. Españoles y británicos enterraron a los muertos de ambos bandos y recogieron a los varios millares de heridos, que fueron atendidos en hospitales dispuestos en Talavera y en casas particulares. Pero el ejército aliado no aprovechó la victoria sobre los franceses: éstos poseían muchas fuerzas en la retaguardia. Wellington, que más tarde recibiría el título de Vizconde de Talavera, decidió retirarse con sus tropas a Portugal. La Guerra de Independencia no hacía más que empezar. Aún quedaban cuatro años de batallas y guerrillas que dejaron a España prácticamente arrasada.