LA MEDICINA EN LA EUROPA MEDIEVAL, por Claudio Becerro de Bengoa Callau. Escritor y Médico

Salernitana

A lo largo de la historia de los pueblos, no sería baladí, afirmar   que la medicina en esa época medieval, que abarca desde la caída de Roma en manos de los godos, el año 476, a la caída de Constantinopla en 1.453  ante los turcos, se considera habitualmente como hito inicial y final de la Edad Media, conocida como la “Edad de la fe”, en la que se refleja una tremenda pérdida  de confianza en el individuo.  Viviendo centrados  exclusivamente en la fe.

    Con ella se entra en un  periodo de oscuridad, durante casi mil años, ya que en realidad la medicina de Galeno fue la última estrella que brilló  en el crepúsculo de la antigüedad, cesando con ello la investigación, tanto  anatómica como fisiológica,  pasando a estar dominada por la relajación y la magia y por tanto regresando en parte a la hechicería, hasta que de nuevo la luz  vuelve a su presencia en la época del Renacimiento, reemprendiéndose el progreso.

    Ahora bien, en este intermedio negro de banalidad, hay que destacar dos estrellas que brillan con luz propia. Una  es la figura de ALEJANDRO DE TROLLES y la otra, la Escuela de Salerno.

   Alejandro de Trolles, médico del siglo VI, muy hábil, fue un científico independiente, con excelentes dotes de observación, que viajó por España, las Galias, Italia y Grecia, estableciéndose definitivamente en Constantinopla, se caracterizó por inclinarse hacia el pragmatismo, no limitándose solo a repetir a Hipócrates, a Galeno o alguna Escuela intermedia, que le proporcionó fama y popularidad, al insistir en que el tratamiento debe ser guiado por los síntomas  más  que por las teorías. Pero curiosamente ese pragmatismo le conduce a prescribir tratamientos,  tan curiosos como el de la epilepsia, que decía:

    “Se  tomara un clavo de un barco hundido y hágase con él un brazalete y póngase en este una porción del corazón de ciervo, arrancado del cuerpo del mismo que  está todavía vivo y los resultados serán asombrosos.”

       Alejandro de Trolles, consciente de su ridiculez, afirmaba que aunque no hubiera ninguna razón racional de que los amuletos les defendieran, de hecho les defendían y por ello utilizó también la magia en sus curaciones. Así vemos como por ejemplo en las  fiebres intermitentes, recomendaba llevar una aceituna, en la que había escrito unas silabas sin significado, “ka”. Otros muchos médicos entremezclaron, igualmente, los conceptos racionales derivados de la medicina helenística con las plegarias y pociones, amuletos y rezos llevados en esos  momentos a la práctica profesional.

        La enseñanza de la medicina, no se estableció de forma real y efectiva en las Comunidades Monásticas ni en las Escuelas agregadas a las Catedrales del renaciente Sacro Imperio Romano, sino que lo hizo en las nuevas Universidades, entre las que destacó la de Salerno, en el Sur de Italia, situada en el golfo Paestum.       

        La Escuela de Salerno cuya fundación se calcula, pudo ser, hacia el año 529, salvando la leyenda que es apócrifa, fue fundada por un judío Elinus, un griego Pontus, un árabe Abdela y el latino Salerno y junto a ellos impartieron  docencia, por primera vez en la Historia de la Medicina,  cinco mujeres medicas: la judía  Rebeca Guarna, Abella la árabe, las  alemanas Constanza y Calenda y la más famosa de ellas Trotula de Ruggiero, (1.110-1.160) , que estaba al frente del departamento de mujeres y era la responsable de la enseñanza de la patología ginecológica en la Escuela, conocida como la legendaria “dama trot”,  casada con uno de los fundadores de Salerno llamado Joanes Platearius. 

        En realidad brillara como segunda estrella, debido a que su medicina profana  pero  organizada, establecida en el siglo XI, no puede ser considerada en realidad como la primera Escuela de Medicina, ya que anteriormente existió la  Escuela de Alejandría, en tiempos de Herofilo y Erasistrato, a pesar de que  se carece de  documentación acreditativa y tan solo se dispone de informes boca a boca y por leyenda.

       Salerno, ya había sido popular, en el siglo II, como lugar de restablecimiento siendo un  balneario en el Imperio Romano  y casualmente se encontraba en la cercanía del Monasterio Benedictino de Monte Casino, fundado por San Benito de Nursia (450-554), el autor de “ora et labora” y  patrón de la Cultura Europea,  que conocía la Regla de Pacomio (+348), que fue el primer ermitaño que más tarde estableció las primeras Reglas Monásticas para un cenobio. Entre sus propósitos figuraba la conservación y copia de viejos manuscritos  y fue germen de la cultura europea, influyendo muy positivamente en el enfoque científico de la Escuela de Salerno, que por cierto será la primera Escuela Médica no regida por religiosos, desempeñando  un  gran papel en la transición de la medicina monástica a la laica, pudiendo disponer de antiguas obras de medicina, lo cual le daba cierto prestigio  acrecentado  por la producción  de ciertos textos, como fue el poema en latín sobre dietética y preceptos higiénicos, titulado  “Régimen Sanitaris  Salernitanum”,  y que fue  el más popular de los textos de medicina, jamás escrito. En él se atisba un claro encanto hipocrático, recordando:

               “ Utiliza tranquilo tres médicos: El primero el Doctor Descanso,

                luego el Doctor Hombre-Feliz y el tercero el Doctor Dieta.”

      Gracias a la figura de Constantino el Africano (1010-1087) que fue la figura crucial para la instauración de la tradición hipocrática y galénica en Salerno, contribuyendo con ello a como lo hicieron  Cariodoro y San Isidoro de Sevilla, con sus Etimologías, a mantener la continuidad con el  mundo clásico, con sus traducciones al latín de los textos griegos clásico a través de las versiones árabes así como de los textos árabes, al igual que lo hiciera Constantino el Africano, que dominaba el árabe y el latín, lo que le permitió traducir del árabe al latín varias obras de Galeno y de Avicena, consiguiendo la plena asimilación de la medicina clásica griega, con la traducción sistemática del árabe al latín de las más importantes obras griegas e islámicas , teniendo su Ccntro Fundamental en el Toledo del siglo XII. El equipo de Juan Avendahut Hispano traducian del árabe al castellano y Dominicus Gundislvus pasaba los textos castellanos al latín.  Posteriormente fue Gerardo de Cremona quien dirigió el grupo traductor.

  

Sanitatis-Salernitanum

  Digna de mención por su fama y peculiaridad es otra obra, muy famosa de la escuela de Salerno, atribuida a Trotula, que trataba de partos y enfermedades de la mujer, titulada “De passionibus mulierum” muy necesario para las parteras de aquella época, en que solo las mujeres podían atender los partos, mientras les estaba prohibido los demás aspectos de la asistencia médica, a excepción de los relacionados con la lactancia. El tratado es totalmente femenino, pero no se libra de  prejuicios y magias, como podemos comprobar: al dar a elegir  entre una deslumbrante cabellera rubio platino o  un pelo de un  discreto color castaño, mediante la siguiente fórmula: “Calentar abejas en un recipiente de metal y triturarlas con aceite hasta convertirlas en una pomada brillante muy apreciada”. O al prescribir: “un ungüento para labios, para uso de muchachas que tuvieran los suyos agrietados por besos demasiado hambrientos de sus amantes, así como para el amante, si era insuficientemente viril, se recomendaban excrementos de asno.”

     En el año 1.140 Rogerio II de Sicilia, juzga necesario regular la práctica de la nueva medicina profana y su nieto el Emperador de Hohenstaufen, Federico II, especificó en 1224 que todos los candidatos para matriculase en la Escuela de Salerno era imprescindible haber cumplido veintiún años, ser hijo legitimo y haber estudiado tres cursos de Lógica y una vez admitidos cursaban los estudios de la carrera, durante cinco años y luego un  año de prácticas con un  profesor experimentado de la Escuela. Al finalizar los estudios recibía el titulo de Magister o de Doctor junto con un anillo, una rama de laurel, un libro y un beso de paz.

La Escuela Médica de Salerno es la que con su titularidad médica va a permitir sin limitación el ejercicio médico a las mujeres y  no solo influyó en el desarrollo de la práctica médica en el Reino de las dos Sicilias, Montpellier, ciudad perteneciente a la Corona de Aragón sino también al  desarrollo de  otras Universidades:  Bolonia, Padua, Nápoles, etc.

      Durante la Edad Media debido a que el interés académico derivó de los humores en sí, a lo que se supone que eran sus contrapartidas psicológicas,  los pacientes fueron clasificados, según su temperamento en sanguinos, flemáticos, melancólicos y coléricos. Curiosamente se sustituye la cauterización por la ligadura y por el cuchillo (bisturí) en las intervenciones quirúrgicas y se emplea por primera vez las gafas y se destacan en la operación de cataratas

  Los cirujanos se dividieron en dos ramas, unos lo que recibían una formación más elevada y los que se identificaban con los barberos, que pelaban, extraían dientes, arreglaban fracturas y ejecutaban operaciones menores. En Francia tal distinción era  funcional y también legal.

  La cirugía fue considerada una disciplina importante por los maestros de Salerno. Siendo considerados importantes Guillermo de Saliceto,  Henry de Mondeville, cirujano de Felipe el Hermoso y  Guy de Chauliac.

     En cuanto al vestuario del médico salernitano, usará la habitual casaca roja de mangas anchas, que llegan a cubrir el reverso de las manos, la larga y blanca túnica con capucha y una especie de casquete azul que sujeta bajo el mentón. Por primera vez va a auxiliarse en su cometido profesional, de una típica varilla que le servirá para indicar al boticario, a falta de talonarios de recetas los tarros de las especies y plantas medicinales necesarias para preparar las formulas magistrales.

    Los mayores avances que la medicina experimento durante la Edad Media fueron  la regulación de la enseñanza de la profesión  médica, el desarrollo de las ideas sobre el contagio y la adopción de medidas sanitarias y por último la fundación asistencial para enfermos desahuciados, ancianos y abandonados.

     Desgraciadamente entre  las epidemias que  padecieron, muchas  de ellas  fueron  importadas por las Cruzadas, como fue la lepra a pesar de que con su nombre se aplicó a muchas lesiones cutáneas no contagiosas siendo atendidos por los religiosos de San Lázaro y sus “lazaretos”.

     La peste bubónica o Muerte Negra, que afecta a los ganglios, verdadera tragedia y azote de la humanidad, que se llegó a creer que podía ser un castigo divino o por un  fenómeno astrológico. Aparte de las medidas higiénicas de la época se protegían con complicadas vestiduras y mascaras con picos puntiagudos, en donde  depositaban vinagre o  sustancias dulces para contrarrestar el hedor de los bubones y cuerpos descompuestos. En  Ragusa (actual Dubronik) a todos los que habían cruzado el mar Adriatico, se  les obligaba a estar 40 días aislados, dando origen al término de “la cuarentena”, para evitar contagios.

          La peste neumónica que afectaba a los pulmones y era menos letal.

         En Inglaterra, en 1485 apareció una enfermedad, conocida como “sudor anglicus”, caracterizada por un gran sudor  y a los pocos días fenecían. Atacaba más a  varones  vigorosos que a mujeres y niños.             .       

         A finales de la Edad Media, aparece como un histerismo colectivo que es la “manía de bailar” o “baile de San Vito o de San Juan o tarantismo”, bailando constantemente y había que enfajarlos como a los bebes, antecedente de la “camisa de fuerza “.

         La malaria, el tifus, el cólera y otras más siguieron presentes.

         Los tratamientos en la mayoría eran de productos Vegetales como digestónicos, laxantes, eméticos diuréticos y astringentes, etc .Pero la medicación más usada fue la “triaca”, que utilizaba muchos ingredientes, entre  ellos la carne de vibora. También se usaron sus imitaciones como el orviétan. Unido a todo ello figura el uso de amuletos, hasta el extremo de llegar a pensar  que la persona del Rey, tenia acción terapéutica, con el célebre, “Toque Real” para el tratamiento de la escrófula