LA POESÍA DE RAFAEL SOLER, por Nicolás del Hierro

Nacido en Valencia, 1947, Rafael Soler reside en Madrid, donde ha trabajado como profesor titular en la Universidad Politécnica. Poeta, novelista y escritor polivalente, en los años ochenta tuvo una intensa producción literaria, que fue recibida como una de las más interesantes de la nueva literatura española, y que inició con la publicación en 1979 de su novela “El grito” y el libro de poemas “Los sitios interiores”, que en 1980 fuera accésit del Premio “Adonais”, a los que siguieron títulos como”El corazón del lobo”, “El sueño de Torba” o “Barranco”, última de sus publicaciones en Cátedra (1985), así como dos libros de relatos. Vino luego un largo silencio editorial, que decidió romper en 2009 con la publicación del libro de poemas “Maneras de volver” (Ediciones Virtuvio), poemario desde cuyo título queda bien reflejada su ironía en la consecución de un verso rítmico y una palabra sincera, mostrado todo ello a través de una sensibilidad extraordinaria, que más tarde (2011), reafirmó con “Las cartas que debía”, y con “La vida en un puño” (2012), antología publicada en Paraguay, y “Pie de página”, publicada también en 2012 por la Institución Alfons El Magnànim.

 

CONSTE EN ACTA

A quien corresponda lego mi petaca

mi manual para perder al póker

y los zapatos que compré en París

y que todos los viernes me abandonan

a mis deudos el cortés beneficio del olvido

a Lucas otra ronda

al notario que hizo acta y mantel de mi inocencia

el curso de alemán de tapas verdes y contenido inescrutable

a la Bolsa disculpas

a mi orilla los pies que necesite para aliviar el luto

consuelo a mi butaca

y el nombre que no puse al río que nació conmigo

lego mi tos y mi dieta al primero que aparezca

y a mis tres hijos la lluvia

para que crucen indemnes el otoño

y sus besos de agua

repentinos

limpien de tristeza la frente de los cuatro.

 

ENTRE MIS SÁBANAS DE PIEDRA NO TE ESPERO

Hubiera preferido  un final con manteles desplegados

Fellini por ejemplo y un río haciendo de frontera

por pedir y poco pido

que un golpe de viento me derribara un hombro

y caer al fin honestamente al encuentro de la tierra feraz

entero el labio y haciendo las hormigas comisura

un fin como se ve

de los que bien merecen

una historia contada al salir entre murmullos

el cuello del abrigo levantado las butacas tibias

cada pie al encuentro de su lunes

y John Fitzgerald Kennedy

la voz de Marilyn en blanco y negro