LA POESÍA DEL DRAMATURGO PORTUGUÉS GIL VICENTE

MONUMENTO A GIL VICENTE

Estas dos fechas, de dos diferentes siglos, son reseñadas por numerosos biógrafos al referirse al nacimiento y muerte de Gil Vicente, pero ninguna de las dos puede darse por firme, como no puede afirmarse su lugar de nacimiento ni el de la muerte. Si es cierto que nace en Portugal. Hay quien asegura que en la Biera, región central de la nación vecina, como hay testimonio de una carta, fechada el 16 de abril de 1540 donde se habla de “Gil Vicente, que Deus perdoe”.

Tampoco se sabe que realizara estudios superiores, aunque lo más probable es que no fuera así. Si fue hombre de gran cultura y, aunque no se le puede calificar de humanista cristiano, hemos de admitir su larga dedicación a la lectura de estos libros, tanto en portugués como en castellano. De hecho, y por esta razón, su obra poética, su obra escrita, la desarrolla tanto en uno como en otro idioma; incluso su gran conocimiento del latín litúrgico queda bien que demostrado en sus obras dramáticas.

Autor de muy variada obra queremos traer aquí un par de sus ejemplos poéticos en los que deja patente su fuerza hispana, su modo de abordar temas de un tiempo que estaba llamando a las puertas de nuestro Siglo de Oro y clavaba sus raíces en el Romancero Tradicional llegado del pueblo, sin desconocer (pensamos) la picaresca del Libro de Buen Amor  y el esteticismo de las Serranillas del Marqués de Santillana.

Alcón que se atreve

con garza guerrera,

peligor espera.

Halcón que se vuela

con garza a porfía

cazarla quería y no la recela.

Mas quien no se vela

de garza guerrera,

peligros espera.

La caza de amor

es d’altanería;

trabajos de día,

de noche dolor.

Halcón cazador

con garra tan fiera

peligros espera.

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Dicen que me sace yo;

no quiero marido, no.

Más quiero vivir segura

‘n esta sierra a mi altura,

que no estar en ventura

si casaré bien o no.

Dicen que me sace yo;

no quiero marido, no.

Madre, no seré casada

por no ver vida cansada,

o quizá mal empleada

la gracia que dios me dio.

Dicen que me sace yo;

no quiero marido, no.

No será ni es nacido

tal para ser mi marido

que la flor yo me la so,

dicen que me sace yo;

no quiero marido, no.