LA POESÍA DEL DUQUE DE RIVAS, por Nicolás del Hierro

EL DUQUE DE RIVAS

El Duque de Rivas; Ángel Saavedra, nació en Córdoba y muere en Madrid. Perteneció al partido liberal, y sus ideas lo colocan frente a Fernando VII, por lo que hubo de exiliarse. Recorre Malta, Francia, Inglaterra e Italia, donde contacta con escritores del Romanticismo.

De regreso a España, tras la amnistía a los exiliados, su éxito fue total, principalmente en el teatro, llegando a ser Director de la Real Academia de la Lengua. Además de sus obras dramáticas, escribió poesía, donde sobresale por sus romances históricos. Pero nosotros, considerándolos de plena actualidad, hemos querido traer aquí dos de sus sonetos.

Las cualidades de su poética, dejando a un lado la fuerza de su dramaturgia, leyendas y romances, pueden ser (son) consideradas ejemplos de brillantez y plasticidad. Descriptiva casi siempre, aportan una ironía que, como en el caso de la muestra en los dos sonetos que publicamos, vemos que no les afecta para nada el paso de los siglos. El sabor cultural e irónico, que podemos considerar toma del medioevo, si en su tiempo fue oportuno y directo, puede ser hoy como un dardo dirigido hacia algunos de nuestros mandatarios, tipos que pretenden serlo u otros que le rodean ambiciosamente; efecto y afectos que hacen del Duque de Rivas uno de los más acertados poetas y dramaturgos de su tiempo… Y ¿por qué no, también del nuestro?

Receta segura

Estudia poco o nada, y la carrera
acaba de abogado en estudiante,
vete, imberbe, a Madrid, y, petulante,
charla sin dique, estafa sin barrera.

Escribe en un periódico cualquiera;
de opiniones extremas sé el Atlante
y ensaya tu elocuencia relevante
en el café o en junta patriotera.

Primero concejal, y diputado
procura luego ser, que se consigue
tocando con destreza un buen registro;

no tengas fe ninguna, y ponte al lado
que esperanza mejor de éxito abrigue,
y pronto te verás primer ministro.

Un buen consejo

Con voz aguardentosa parla y grita
contra todo Gobierno, sea el que fuere.
Llama a todo acreedor que te pidiere,
servil, carlino, feota, jesuíta.

De un diputado furibundo imita
la frase y ademán. Y si se urdiere
algún motín, al punto en él te injiere,
y a incendiar y matar la turba incita.

Lleva bigote luengo, sucio y cano;
un sablecillo, una levita rota,
bien de realista, bien de miliciano.

De nada razonable entiendas jota,
vivas da ronco al pueblo soberano
y serás eminente patriota.

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