LAS MENINAS DE VELÁZQUEZ, por Alfredo Pastor

Las meninas: 

La Familia de Felipe IV o Las Meninas es el cuadro más famoso de Velásquez (1599-1660). Se encuentra en el Museo del Prado. Se trata de un retrato de estilo barroco. Está fechado en 1656. Las Meninas puede considerarse como un retrato de grupo, como se habían puesto de moda en Holanda (Hals o Rembrandt), pero también un retrato real, de ahí su título primigenio: «La familia de Felipe IV» o , más tarde, los inventarios la llamaban «El cuadro de la familia» (Sólo en 1843, Madrazo, director del Prado,  inventaría la obra con el nombre con el que hoy la conocemos: Las Meninas, por la palabra portuguesa «menina», que significa dama de honor o de compañía). Pero la obra no es un mero retrato colectivo, pues le está asociada una red de contenidos políticos y artísticos que trascienden.

Velázquez, portador de dominio pictórico virtuoso, dominó todos los géneros pictóricos: el cuadro religioso, el tema mitológico, el bodegón, el paisaje y los retratos. Es un maestro en el manejo de la luz y  la profundidad. Suya es la perspectiva aérea o sensación óptica de que la luz y el aire circulan dentro del cuadro. Esto, unido a la profundidad psicológica de sus retratos, le hacen insuperable en la historia de la pintura.
Su pertenencia al estilo Barroco nos lleva a señalar que  se trata de un estilo artístico del siglo XVII al servicio de la monarquía y de la iglesia católica.
Sobre el contexto histórico del pintor tenemos que recordar que España es en este siglouno de los grandes defensores de la Contrarreforma católica. Los jesuitas defienden en Trento la indiscutibilidad del dogma y la primacía absoluta de los asuntos espirituales sobre los materiales, ocupándose la Inquisición de que así sea.: “El barroco español es especialmente original; nunca un estilo alcanzó tan hondas y prolongadas resonancias en la plástica popular. El barroco español es una poderosa mezcla de ornamentación y sobriedad”.”
“En la evolución del barroco español tenemos que decir que en la primera mitad del siglo XVII los modelos herrerianos y la severidad escurialense, la austeridad y la solemnidad será la nota predominante, y en la pintura domina totalmente el claroscuro tenebrista y el naturalismo de Caravaggio,  mientras que en la segunda mitad de siglo y en la primera mitad del XVIII, los elementos decorativos desbordan por completo y lo recubren todo, introduciéndose nuevos elementos ornamentales, mientras la pintura aparece más lujosa, colorista, dinámica y luminosa”.
Velázquez plantea esta joya de la pintura-Las Meninas- dentro de una gran sala decorada con cuadros, donde observamos-en un primer plano- a un enano que apoya su pié sobre un perro tumbado, una bufona, una niña que mira fijamente a la princesa Margarita que es atendida por una dama, y un pintor -que es el mismo Velázquez- delante de un gran lienzo.
En segundo plano observamos dos personajes (uno es una monja). En un tercer plano –al fondo de la escena-otro personaje observa el interior de la estancia a través de una puerta abierta. Otras dos figuras se difuminan en un espejo colgado en la pared: son los monarcas, a los que Velásquez está retratando en un lienzo.
Todas las figuras están hechas a tamaño natural Acompañando a los reyes estaría la princesa Margarita acompañada de dos meninas: Agustina Sarmiento (la bufona) y el enano :Nicolasito Pertusato. Detrás, Marcela de Ulloa conversa con Diego Ruiz de Azcona, observando la escena en el fondo el mayordomo José Nieto.
La Infanta Margarita, de riguroso blanco, y el espejo que al fondo vemos y en el que se reflejan las figuras de sus reales padres, Doña Mariana de Austria y D. Felipe IV, son el eje temático de la composición
            El pintor utiliza un serie de recursos para conseguir la profundidad de la escena y la perspectiva aérea, desde la ventana del primer plano que aumenta la oscuridad hasta el fondo hasta que se ve truncada por el nuevo foco de luz que penetra por la puerta. Como se sabe,Velásquez ha sabido pintar la atmósfera, el aire, la luz que circula por el interior.
“En la evolución del barroco español tenemos que decir que en la primera mitad del siglo XVII los modelos herrerianos y la severidad escurialense, la austeridad y la solemnidad será la nota predominante, y en la pintura domina totalmente el claroscuro tenebrista y el naturalismo de Caravaggio,  mientras que en la segunda mitad de siglo y en la primera mitad del XVIII, los elementos decorativos desbordan por completo y lo recubren todo, introduciéndose nuevos elementos ornamentales, mientras la pintura aparece más lujosa, colorista, dinámica y luminosa”.
Velázquez se nos muestra orgulloso de su doble condición de pintor y cortesano; o dicho de otra forma, la pintura es «nobilísima arte, tan noble que merece un hábito de Santiago». Y, de hecho, el pintor comete una osadía, al aparecer junto a los reyes, aunque la presencia de éstos no es real, solo reflejada en un espejo.
El argumento de la pintura sería la irrupción de la pequeña infanta acompañada de su séquito, en el taller del pintor, que está pintando un retrato de los reyes, sus padres. La infanta Margarita-hija mayor de los reyes- ocupa el centro de la escena. Tenía entonces cinco años. Está de frente al espectador en cuya dirección está mirando. A sus lados-como hemos señalado- se sitúan sus doncellas de honor, las damas portuguesas.
Esta composición, además de ser una serie de magníficos retratos, supone la culminación de la creación ambiental, con un recinto matizado por varios focos de luz, estando el principal a la derecha y luego varios secundarios, incluida la puerta del fondo, recurso que acrecienta la perspectiva que ya había utilizado el pintor, por ejemplo, en La fragua de Vulcano. La alternancia de zonas de diferente intensidad luminosa le permite obtener a Velásquez los efectos de profundidad en una habitación cerrada;” Técnicamente, la pincelada es variada, con partes en la que ésta está perfectamente acabada, como por ejemplo en el pelaje del perro, y con otras en la que ésta es suelta y vaporosa, como en los vestidos o en el pelo de la infanta, que semeja hilillos de seda dorada”.
En la paleta que sujeta el pintor, aparecen todos los colores que utilizó para pintar el cuadro. Se trata de uno de esos aspectos que hacen de este pintor un artista barroco, no en el sentido, por ejemplo de Rubens-agitado y violento-sino en el de “juegos” con el espectador.