Quien circule por la carretera Ex-355, rodeando de forma tangencial el pueblo de Madrigalejo, obligatoriamente pasa junto a un antiguo edificio donde, en una pequeña placa que para nada llama la atención, encontrará un gran motivo para detenerse. En dicha placa puede leerse:
“FALLECIÓ EL MUY ALTO Y PODEROSO REY DON FERNANDO EL V. DE GLORIOSA MEMORIA, AQUÍ EN ESTA CÁMARA DE MADRIGALEJO EN LA CASA DE NUESTRA SEÑORA SANTA MARÍA DE GUADALUPE, MIÉRCOLES DÍA DE SAN ILDEFONSO ENTRE LAS TRES Y LAS CUATRO DE LA MAÑANA, QUE FUERON XXIII DÍAS DEL MES DE ENERO DE MDXVI”.
El edificio en cuestión es la “Casa de Santa María”, que formaba parte de un complejo agropecuario construido en la segunda mitad del siglo XIV por el Monasterio de Guadalupe, desde donde se administraban las importantes propiedades rústicas que dicho convento poseía en Madrigalejo y sus alrededores. Aunque no era una hospedería, el hecho de ser la mejor casa del lugar, por donde pasaba el camino real que, desde Lisboa o Sevilla, iba a Guadalupe, propició que albergara en su interior, en casos excepcionales, a ciertos personajes a los que no se podía negar el alojamiento. Y así está documentado que en ella pernoctaron los reyes Fernando el Católico en dos ocasiones aparte de la última, en enero de 1516, D. Sebastián de Portugal y Felipe II. En aquellos días de 1516, de camino a Guadalupe y procedente de Plasencia, se agravó la enfermedad que padecía el monarca en las cercanías de la localidad, por lo que tuvo que ser llevado a esta Casa de Santa María. Aquí pasó los últimos días de su vida, acompañado de una parte de su séquito, entre los cabe destacar a sus consejeros: el doctor Galíndez de Carvajal y los licenciados Vargas y Zapata. El resto del acompañamiento lo esperaban en Guadalupe. Y, desde Guadalupe, tan pronto como se enteró de la gravedad del monarca, llegó el embajador del príncipe Carlos de Gante, Adriano de Utrech (el futuro Papa Adriano VI). También su segunda esposa, la reina Germana de Foix, que tras un largo viaje desde tierras aragonesas, acudió con tiempo de ver al rey aún con vida.
Si grande era el personaje que iba dejando su vida dentro de esos muros e importantes los personajes que por aquí se dejaron ver, lo verdaderamente trascendental fueron los históricos documentos que en esta Casa se redactaron y se firmaron y, en los cuales, tuvieron mucho que decir los consejeros anteriormente mencionados. El primer documento, firmado el 21 de enero en nombre de la reina Juana, iba destinado al reino castellano, para evitar que Adriano de Utrech ocupase la regencia de Castilla. En la misma fecha, el rey escribió una carta de despedida a su nieto, el príncipe Carlos, encargándole que cumpliera su testamento, a la vez que le daba consejos para el gobierno del reino aragonés. Y al atardecer del día 22, unas horas antes de fallecer, firmó su último testamento, por el cual, el arzobispo de Zaragoza, D. Alonso de Aragón, hijo natural suyo, sería el regente de sus reinos patrimoniales (la corona de Aragón), mientras que el cardenal Cisneros lo sería de los reinos castellanos, ambos hasta el regreso del príncipe Carlos. Con estas disposiciones, se anulaba la posibilidad de que su nieto Fernando de Aragón (hermano menor del príncipe Carlos, a quien el rey había educado a su manera) asumiera cualquier puesto de responsabilidad que pudiera provocar cualquier enfrentamiento entre los hermanos que diera al traste con la Unión de los Reinos, origen de lo que es hoy la nación española.
El rey Fernando murió en la madrugada de 23 de enero de 1516. Y, tras ser embalsamado, su cadáver fue conducido a Gradada para reposar junto a su primera esposa, la reina Isabel la Católica, como lo indicaban las mandas del testamento, abierto también en Madrigalejo a las pocas horas de haberse firmado.
Un conjunto de dependencias componían la Casa de Santa María (vivienda, capilla, aposentos para el mayordomo y los mozos, cisterna, soterraños, graneros, pajares, caballerizas, corrales, huerto con olivos, etc.), que ocupaban una superficie de hectárea y media aproximadamente: toda una manzana a la salida del pueblo. Durante siglos, este centro de la economía agropecuaria del monasterio guadalupano estuvo desarrollando un gran tráfago, hasta que, como consecuencia de las leyes desamortizadoras del siglo XIX, la casa fue abandonada, dada al pillaje y desmantelada. A partir de 1840, la propiedad fue troceada y vendida como solares, donde se levantaron un buen número de viviendas. Sólo una estancia se salvó del derribo, la más significativa, la que, según los documentos, ocupó el rey en el momento de su muerte (la sala que mira al río), la única que no fue utilizada como vivienda, sino que sirvió para encerrar paja y como almacén. Y este fue su cometido hasta que, en 1980, la Casa fue declarada Monumento Nacional; posteriormente fue adquirida por Hidroeléctrica Española y restaurada a su cargo por D. Miguel de Oriol Ybarra.
Actualmente, el viajero puede hacer un alto en el camino y visitar este lugar emblemático de la Historia de España. Aquí encontrará una estancia amplia, cuyos muros, decorados con azulejos talaveranos, nos adentran en los acontecimientos que aquí se vivieron en enero de 1516 (narrados en un texto de Gonzalo Fernández de la Mora), nos llaman la atención sobre la época excepcional que fue aquélla de los Reyes Católicos (a través de su escudo y del mapa de América en donde aparecen reflejados los pueblos que la habitaban en el momento del Descubrimiento) y, de la mano de un friso de castillos (en todo el perímetro de la sala), nos transportan a la Reconquista, época conflictiva en la que las fortalezas era un elemento común en todo el territorio, mientras que, tras los documentos firmados en esta casa, se consolidaría la de Unión
de los Reinos que dio origen a la Nación española. Además, la imagen de la Virgen de Guadalupe nos recuerda a quién pertenecía la Casa en el momento del fallecimiento del Rey. Y, por último, en la misma puerta, nos recibe y nos despide un significativo racimo de granadas de bronce, obra del escultor Francisco López, como epílogo de la Reconquista con la toma de Granada por los Reyes Católicos y del último viaje del monarca, cuando su cadáver fue conducido hacia Granada.
Ahora es el mejor momento para promocionar este lugar. Ahora que estamos a las puertas del V Centenario de los grandes hechos que ocurrieron en esta humilde Casa. En 2016 se cumplirán los 500 años del fallecimiento del Rey Fernando el Católico, una efemérides digna de ser celebrada y para lo cual lleva ya tiempo trabajando la Asociación cultural Madrigalejo 2016 –Fernando el Católico- V Centenario.
revista 41
Desde Galicia, os quiero mandar a todos muchisima fuerza para que todo os salga bien en el V centenario. No hace falta decir que así será. Hagan el favor de pregobar a los cuatros vientos sin cesar mencionada conmemoración del V centenario.
Un abrazo muy fuerte para todos. Mucha salud y mucha suerte. José Carlos.
Es una lástima que este acontecimiento haya pasado prácticamente desapercibido. Tal vez nula implicación de los gobernantes extremeños.