PALABRAS PARA UN VIAJE DE TURISMO A EL TOBOSO, por Nicolás del Hierro, Poeta y Escritor

Monumento en el Toboso a Dulcinea y Don Quijote

El Toboso, ese lugar de La Mancha de cuyo nombre nadie puede olvidarse en cuanto le sea conocido, nos acerca al magnetismo de una razón indeleble y a la vez transitoria, pues no en vano aquí nació a la imperecedera literatura y para universalizarse, “la más admirable de todas las princesas manchegas”. Por ella se iluminó al amor y se echó a los caminos con su carga de ambición humanista el más cuerdo de todos los locos que diera la literatura. Quizá, o sin duda, por ello, paseando sus calles y hablando con los vecinos del lugar, aún podemos comprobar el convencimiento de alguno de ellos, no sólo en la afirmación de la belleza y galanura por cuanto fuera Aldonza de Lorenzo en la imaginación del enamorado, sino de cómo aquí el inmortal autor de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha deja de llamarse Miguel de Cervantes Saavedra para tratarle familiarmente y sin apellidos, conocerle únicamente por Miguel. Tal es el arraigo dinástico con que por el pueblo es considerado Cervantes entre sus mayores y más convencidos habitantes; evidente proceso que ya nos dejara bien sentado”Azorín”, don José Martínez Ruiz, en su pequeño pero gran libro, La Ruta de Don Quijote, al conmemorar el tercer centenario de la inmortal obra: “yo puedo asegurarle a usted que no sólo el abuelo, sino también algunos tíos de Miguel, nacieron y vivieron en El Toboso”.

“¡Pero váyales usted con esto a los académicos!”

Así, tras la impresión personal que extraje de mi primer viaje a El Toboso, y corroboré en alguna de mis posteriores visitas, al comunicarme con aquellos hombres cargados de años y sabiduría local, no pocas veces he pensado que yo, como el Miguelista don Silverio en tiempo y en palabras de Azorín, “llego a creer que he conocido al padre de Miguel, al abuelo, a los hermanos, a los tíos”, andando por estas calles y que todavía estos prototipos existen en la ilusión de algunos y algunas tobosinas.

Tal es la convicción de estos patrones que, cuando apenas hace cinco lustros, precursora en la ciudad, una industrial de hostelería comenzaba la rehabilitación de una casa solariega para convertirla en hospedaje rural, hizo firme su respuesta a los paisanos que le preguntaban que qué era lo que pensaba enseñar y ofrecer a los turistas cuando se acercaran al lugar.

– “Pues, a vosotros. ¿Qué y a quién voy a enseñar, sino a vosotros? ¿Y qué y quién puede representar mejor a nuestro pueblo y a La Mancha que vosotros”-dijo sencilla y llanamente, pero convencida de conocer el carácter y la idiosincrasia de su pueblo.

Casa-museo de Dulcinea

Y es que, cuando uno pasea por las cuidadas calles de El Toboso o se acerca a la casa en que habitó quien el amor del Caballero glorificara, no le resulta difícil hallar en fantasía el arquetipo de sus habitantes en época cervantina y el idealismo de la más perfecta amada. Aquellos vecinos y vecinas, copa de un árbol genealógico que enraíza con Aldonza de Lorenzo, hacen crecer sus ramas en los Miguelistas históricos, hasta florecer en los actuales toboseños y toboseñas, manteniendo viva la ensoñación del Caballero Andante para con la sin par Dulcinea, cuando con el nombre de ésta lanzó el de El Toboso por amplitudes mundiales en la predestinación de quien se hallaba locamente enamorado, “el ferido de punta de esencia, y el llagado de las telas del corazón”.

Tras el estudio de don Miguel, elegidos y predestinados, los antiguos Miguelistas y el permanente reflejo femenino idealizado en el amor, no pocos hombres y mujeres mantienen intacta la fórmula espiritual que singulariza el valor del pueblo. Y“magüer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita”, de no enmarcar las figuras del retrato con que El Toboso sabe mostrarse al universo, no sólo a través del honroso matiz literario como sueño del gran Don Quijote, sino también en la conducta esencial de un presente que fuerza y vigor le confiere a sus esencias en las proyecciones del mañana.

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