A 1.058 metros de altitud sobre el nivel del mar y así, como aquel que no descubre nada y descubre, descubrí “El Castellar de Meca”, situado más cerca de Alpera que de Ayora, ya en la provincia de Valencia.
Es posible que Hecateo de Mileto, o por qué no… Herodoto, escribieran sobre esta ciudad y sus habitantes pero fue Gaspar Juan Escolano, ya en el siglo XVI-XVII, quien nos la descubrió y el que nos dio la idea de lo grande que tuvo que ser esta ciudad en su época de esplendor.
El Castellar nos muestra desde su principio la importancia que ha tenido en la historia, en su historia. Poblada en la época de la edad del bronce, nos enseña, nos deleita con su visión la esplendor de sus tiempos repletos de historia. Una ciudad en lo alto de una cima que pertenece a la Sierra del Mugrón, pudo albergar a más de 10.000 almas. Posiblemente en sus principios fue ocupada por los íberos, luego, tras seguramente cruentas batallas, pasó a manos de los romanos, como así muestran sus piedras, y después llegaron los árabes para a posteriori dejarlo en el olvido de no se sabe cuando.
Los romanos lo llamaron Puteolum, por la gran cantidad de aljibes que hay en el lugar.
Los restos que nos llegan hasta nuestro tiempo son todavía escasos dado las pocas excavaciones que hay en el lugar. Los romanos. Los íberos y los romanos, nos dejaron sus caminos horadados en la roca, quizá los mejores conservados en toda la península ibérica y sin paralelo en la misma. Tramos excavados a más de cuatro metros de profundidad y en plena roca viva, donde se ven en todo momento las huellas de las carretas que subían hasta el poblado. Las casas están agrupadas alrededor de los ejes del camino y ya en la altoplanicie.
Como curiosidad añadida al conjunto, diremos que al oeste en la denominada «Cueva del Rey Moro» se encuentra un punto de acceso, con unas escaleras construidas a principios del siglo XIX que facilitan la subida pero que constituyen una lamentable agresión al monumento. En esa zona nos encontramos con la fuente, con su caño original que ha sufrido una modificación, y en la que se aprecian unas escaleras excavadas de época ibérica, y algo más abajo el aljibe.
Las características del poblado sugieren que éste sería un gran almacén de productos agropecuarios que explicaría el camino de acceso para facilitar su transporte desde el llano. La construcción del camino y de los sistemas de almacenaje requiere de una clase dirigente con capacidad de organizar recursos y gestionarlos de forma eficaz. En épocas de depresión por malas cosechas o crisis, la defensa del lugar y sus recursos excedentarios almacenados en periodos de bonanza sería fundamental. Estas clases ibéricas dirigentes y un sistema económico bien organizado serían la base del desarrollo de la cultura ibérica del siglo V-III a.C. con su capacidad de crear monumentos funerarios, ricas necrópolis, santuarios y escultura, característicos de la zona.
El Castellar de Meca sería un importante centro económico del que únicamente queda su esqueleto impreso en piedra. La excavación científica de la ciudad pondría de manifiesto, sin duda, que estamos ante una de las principales ciudades ibéricas
Reproduzco una cita de Julián Zuazo, autor de una publicación dedicada a Meca, editada en 1916, y que me parece plenamente actual: «Seguramente que esas compañías de turistas que a grandes gastos y con duras fatigas van a países muy lejanos a buscar paisajes nuevos e impresiones vivas de la naturaleza, no han contemplado jamás un cuadro más grandioso ni gustado el deleite grave de estas ruinas potentes y pintorescas olvidadas en una comarca desconocida, ahogadas, en una luz deslumbrante en la cima de rocas vertiginosas».
De su época árabe, nos quedan algunos restos y sus “terrazas” donde el trigo, la cebada, los almendros y olivos tuvieron un espacio muy importante a lo largo de las laderas del macizo.
Fue declarado Monumento Nacional en 1931. Hay que resaltar que en esa época no se había excavado la red de caminos de acceso, detalladamente descrita en la publicación de Santiago Broncano y Mar Alfaro y que constituyen uno de los mayores atractivos.
Indicar por fin, que es una pena que este paraje, tan impresionante, esté a falta de una infraestructura y abandonado a su suerte, o a la suerte de uno cuantos políticos que prefieren hacer gastos infractuosos en unos aeropuertos, que no sirven para nada, dejando en el más mísero abandono estos lugares que son parte de la cultura de la humanidad, reclamos turísticos y fuente futura de ingresos.
Fuentes: http://www.contestania.com/Meca.html
LA ALCAZABA 46