Juan. Sintió un rio corriendo por sus venas, dirigió cada paso pensando en su pasado, vio su futuro a través de los ojos de su hermano
Visiones de un paraíso que se alejaba en el firmamento. Desde pequeño sintió envidia y resentimiento, luchó contra ese deseo desde sus adentros, pero los Demonios de su mente no le dejaban ver la realidad, siempre tuvo la mirada distorsionada. Juan era hijo único, sin embargo miraba la vida a través de los ojos de su hermano aquel que a pesar de no existir Juan lo quería imitar
Tuvo la confesión no deseada de unos padres que le mostraron una catarata de la cual no pudo salir, era adoptado, la sensación de caer no se ha parto de su lado, trató de no pensar en ello pero su cabeza le recordaba que en nada se parecía a ellos. Se sintió tan grande y enorme como una cucaracha. A sus 25 años se sentía infeliz ¿cómo puede un hombre con este cuerpo y esta cara ser más que simplemente un alma viviente?
Continuamente se compadecía de sí mismo, creyó que si alguien deseaba algo con fuerza terminaba por cumplirse, pues si eso era verdad. No lo era en su caso
Pasaba por su lado el chismoso que le recordaba el cuerpo que se refleja en el espejo
Centró su vida en el trabajo, a pesar de no hallar satisfacción, ni se deleitaba con el esfuerzo. Jamás preguntó por sus padres biológicos, no sentía tal necesidad, amaba a los que lo habían acogido y entregado su cariño, pero la lucha de Juan era en su interior, terminaba exhausto en la batalla y siempre era el perdedor, sus ojos acabaron llenos de cicatrices de tanto pelear contra el viento, las lágrimas eran arena, movidas por las tormentas, se encerró en su mundo y a nadie dejó entrar
María, lo intentó y se desesperó
La joven y guapa Isabel, se esforzó y nada consiguió
El pobre Juan estaba tan obsesionado con quién debería de ser, que cerró las puertas al amor
Trató de hacerse invisible para la gente y lo consiguió al menos en el aspecto íntimo, un día en el trabajo Sabrina lo miraba con atención, él se percató y trató de evitarla
Hola Juan
Buenos días Sabrina
¡Vaya…! sabes cómo me llamo
Desde luego eres la chica más hermosa de un millón de kilómetros a la redonda
A pesar de su buen hacer Juan no se esforzó más por conseguir el amor que Sabrina estaba dispuesta a dar, dicen que las mujeres son las que deciden al final, en esta ocasión, el dicho estaba muy lejos de decir la verdad
Juan pensaba de vez en cuando en qué habría pasado si se hubiese esforzado tan solo un poco, se vio así mismo enamorado y haciendo feliz a ella como a muchas otras
En una ocasión una de sus compañeras le dijo, no te pudo entender, Juan, eres responsable y tranquilo, terminó la frase con una pregunta demoledora ¿no te gustan las mujeres, ya sabes eres gay?
El problema de Juan no era su sexualidad, él simplemente no se encontraba en paz con el reflejo del espejo
En cierta ocasión una joven tenía la rueda del coche pinchada, él se paró y le aconsejó que se pusiera el chaleco, la rueda tiene solución, la multa la tienes que pagar, le cambió la rueda, ella insistió en invitarle a tomar un café, accedió, él pagó, después de quince minutos, notaba que se podía sentir cómodo con ella, pero tan pronto se lo terminó, él se marchó, la cara de la joven desencajada, quizás Juan tenía prisa por llegar junto a su novia, pensaba ella, le agradeció que le ayudase, le quiso dar su número de teléfono, pero él no lo aceptó
Era querido y apreciado en el trabajo, era cordial con sus compañeros, pero en cuanto surgía la posibilidad de intimar, aunque solo fuese para tomar unas copas con el grupo, cerraba la puerta, todos se preguntaban por qué era tan extraño, nadie conocía la respuesta ni siquiera él
¡Eh Juan! Tuve que hacerle una entrevista a una chica preciosa y simpática, lo malo no es que esté casada, sino que además está enamorada de su marido, en fin una pena
¿Esa no es la tarea de la chica de recursos humanos, la encargada de seleccionar al personal?
Está enferma, el jefe me pidió que yo me ocupase
¿Cuándo empieza?
Mañana, por cierto se llama Sandra, pero creo que eso a ti te da igual, nunca tienes la intención de ligar con ninguna
Al día siguiente Juan entró en el ascensor, ocupado por Isabel y otra mujer realmente hermosa
Pero Ernesto cariño, tendrías que estar en tu trabajo
Sin mediar más palabras, la joven estrello sus sensuales labios contra los de Juan
Pero que hace señorita
Déjate de tonterías, has venido para darme tu apoyo el primer día, ya te dije a noche que no era necesario, pero me alegra verte, cuando lleguemos tendrás que bajarte de nuevo
Lo siento no le comprendo, reconozco que besas muy bien, pero sería injusto ¿cómo te llamas?
Déjate de tonterías Ernesto, me estás poniendo nerviosa en mí primer día
Tú primer día ¿eres Sandra?
No comprendo a que estás jugando, dame un beso y vete a tú trabajo
Perdona ¿Sandra? Este chico se llama Juan, trabajamos juntos
Me estás tomando el pelo, tú de que conoces a esta
Es Melodi, trabaja con migo
¿Y qué hace ella aquí?
Es donde trabajamos, yo no soy Ernesto sino Juan
Se abrió la puerta del ascensor
Buenos días Juan, veo que ya conoces a Sandra
¿Qué pasa aquí, por qué le llamas Juan a mi marido?
Espera un momento, ¿dices que tú esposo se llama Ernesto? Llámale al móvil, tenemos que aclarar esto
Sandra, hablaba con su esposo, mientras miraba a Juan fijamente
Tus ojos no son los de Ernesto, sois como dos gotas de agua e incluso en la forma de vestir mi marido tiene un traje parecido al tuyo, pero tiene brillo en la mirada, sin embargo tú pareces triste ¿quién te hizo tanto daño?
Por la tarde apareció Ernesto, salió del ascensor con su sonrisa reluciente, su alegría en la mirada, vio a Sandra y a su lado un espejo, al menos eso sería lo normal, tenían trajes diferentes, pero era como un poster de sí mismo no daba crédito a lo que percibían sus ojos, Juan, al igual que sus compañeros se quedaron anonadados ante la presencia de Ernesto
Decidieron ir a cenar los tres, luego tomaron un café en su casa, se quedaron solos Ernesto y Juan, este quiso saber por qué tenía tanto brillo en los ojos
Siempre he sido feliz, desde que era un niño, sé que soy adoptado lo mismo que tú, no le di importancia, pero no podemos negar que somos hermanos
A medida que Ernesto hablaba de sus conquistas con las chicas su éxito con Sandra, la gran cantidad de amigos que tenía a pesar de ser hijo único, Juan comprendió por qué tenía los ojos tristes “EL VACIO” era el causante, sentía la presencia de su hermano sin poder explicarlo durante años, que otro estaba teniendo la vida que tano llegó a desear, con el paso de las semanas las aguas volvieron a regar los campos, las flores salieron, los árboles daban su fruto y el brillo entro por las ventanas oculares de juan, a Sandra le empezaba a costar distinguirlos cuando estaban juntos, Juan tomó la mejor decisión en compañía de su hermano, dejó el trabajo, aprendió chistes y monólogos, se sorprendió cuando en un local destinado a ese fin, todos los asistentes se partían el pecho de risa, algunos se quejaban de que les dolía la mandíbula
¿A dónde irás hermano?
Al sur de la ciudad, solo me cambio de trabajo y de barrio, nos veremos a menudo hermano mío, voy a recuperar una infancia de la que no pude disfrutar