En Mayo de 1910 Argentina conmemoraba el primer centenario de su independencia. España envió entonces una misión diplomática de primer nivel. Concientes de la importancia de las relaciones con los países de su comunidad histórica, Alfonso XIII quiso que uno de los miembros más queridos de la Familia Real ,la Infanta Isabel – conocida como “ La Chata “ le representase en las celebraciones.
Hace ahora cien años que Argentina recibió por primera vez la visita de una Infanta española. El motivo el centenario de la independencia , que en España comenzó a celebrarse un mes antes de la efeméride, que se cumplía el 25 de mayo.
En abril, la antigua etiqueta de la Corte se interrumpía en honor de la República Argentina: la hija de un Rey de España entraba en una legación extranjera en la capital. El embajador argentino en Madrid y la Señora de Wilde organizaron una espléndida fiesta artística y literaria, precedida de un banquete, a los que asistió la más alta nobleza y clase política de la época. En los salones, derroche de flores-cuyos colores armonizaban con el brocado que cubría los muros-anchas cintas entrelazadas con las banderas de España y Argentina y dos escudos en oro que se fundían como símbolo de dos naciones fuertes y unidas.
Pocos días después del acto, la Infanta Doña Isabel salía hacia Cádiz en el expreso de Andalucía . entre las personalidades que acompañaban a la Augusta Señora y compusieron la legación que iba a asistir a las fiestas patrias argentinas, figuraban el Embajador extraordinario de Alfonso XIII, Don Juan Pérez Caballero y el jefe de la Casa de la Infanta Don Alonso Coello. Por parte de la Real Academia Española se desplazó Don Eugenio Sellés y no faltó el escultor Mariano Benlliure. Viajaban también los Directores de los periódicos El Imparcial, La Correspondencia de España, el Marqués de Valdeiglesias, Director de Ëpoca y por Prensa Española, su fundador Torcuato Luca de Tena, además de un nutrido grupo de personajes de la vida política, militar, cultural ,comercial española y de la aristocracia.
Ya se acercaba el ferrocarril a su punto final de embarque, el puerto de Cádiz, allí aguardaban a la Infanta los Marqueses de Comilla y el Capitán Don Manuel Deschamps ( valiente marino, héroe de Cienfuegos ) al mando del buque Alfonso XII, preparado para iniciar su singladura con destino a la capital argentina. El barco era uno de los mejores de la Compañía Transatlántica, pero aún así, para tan regio viaje se tapizaron de terciopelo granate las sillas del comedor, el salón de fumar estaba adornado con cueros repujados, porcelanas, espejos, tapices y cuadros de mérito, todo de exquisito gusto y con arreglo a la última moda; como novedad, se instaló la telegrafía sin hilos.
La nave sarpó de Cádiz el día 3 de mayo de 1910 a la madrugada. La travesía fue muy buena y sólo se efectuó una escala en Cabo Verde, para proveerse de carbón. El 17 de mayo, un día antes de llegar a su destino, se organizó un banquete para celebrar la onomástica del Rey Don Alfonso XIII, que cumplía en Madrid veintiséis años.
Un día más tarde, cuando el navío se acercaba a las aguas del Río de la Plata, se recibió el siguiente telegrama “ ¡ Salve noble España ¡ “Bienvenidos seáis a la Argentina “ Retumbaron entonces las salvas de las escuadras argentinas y extranjeras: la revista naval constituyó un espectáculo de inusitada grandiosidad, cuarenta y dos buques de guerra enarbolaban las banderas de ambas naciones a los sones de la música, los hurras de los tripulantes y de los millares de españoles que, con alegría y emoción, saludaban a la Augusta Dama. En el muelle aguardaban el Presidente de la Nación Argentina, Sr Figueroa Alcorta, los ministros, las autoridades de la la ciudad, la Embajada española y los famosos actores María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. En el recorrido por las calles fue tanto el entusiasmo del pueblo que la Infanta envió a su sobrino S.M Alfonso XIII, el siguiente telegrama. “ los españoles vienen llovidos del cielo. Recepción estupenda. Éxito inmenso. Estoy contenta. Te abraza Isabel “
Buenos Aires estaba preparada para obsequiar a tan dignos representantes de la Madre Patria. La colonia española-compuesta por más de cien mil personas-organizó toda clase de agasajos. Para acompañar a la Infanta mientras permanecía en la ciudad fue nombrada una comisión de damas argentinas, que brindaron a Su Alteza todo genero de atenciones. Las jornadas conmemorativas comenzaron el mismo 25 de mayo con la inauguración de monumentos a Colón, a los Ejércitos y a los miembros de la primera Junta de Gobierno y la colocación de bellas esculturas en bronce, que siguen adornando hoy, un siglo más tarde, las plazas de Buenos Aires. La Infanta firmó el acta de instalación del monumento a la Independencia que, poco tiempo después, se erigió en la Plaza de Mayo. Se ofició un Te Deum en la Catedral y tuvo lugar la apertura de las Exposiciones del Centenario, que albergaban varios pabellones de España y de los Congresos Panamericano y de Americanistas
. La recepción en el Congreso, en la Casa Rosada y la función de gala celebrada en el Teatro Colón fueron brillantísimas, el lujo superior al de los primeros teatros de Europa.
Se organizaron dos excursiones para que S.A y séquito conocieran algunas particularidades del campo argentino, la primera a la Estancia Pereira, a cuarenta kilómetros de Buenos Aires en la que se examinaron magníficos ejemplares de ganado, y se presenciaron festejos gauchos y danzas típicas. La segunda, al Santuario de Luján, donde se venera a la virgen patrona del inmenso país del Cono Sur.
El día 3 de junio, a las 3 de la tarde, levó anclas el buque Alfonso XII llevando de regreso a España a la Infanta y a la Misión que le acompañó. Las despedidas fueron especialmente emotivas. S.A.R, como agradecimiento, concedió a la esposa del Presidente argentino Sra de Figueroa Alcorta la banda de Maria Luisa y éste declinó la merced del Collar de Carlos III, alegando que le bastaba la distinción hecha a su esposa.
A las damas argentinas que le acompañaron, Doña Isabel les regaló unas pulseras con la Corona Real en rubíes y a los ministros les otorgó Grandes Cruces. La partida de la Infanta fue más grandiosa que el recibimiento. Las tropas estaban formadas durante todo el trayecto, la Artilleria disparó las salvas de ordenanza y varias bandas militares ejecutaron la Marcha Real y el himno nacional argentino. S:A.R. Doña Isabel, agitaba un ramo de orquídeas, despidiéndose del pueblo bonaerense que la aclamaba como la mejor Embajadora que pudo enviar España a las tierras del Plata.