LA POÉTICA DEL DISCRETO ENTENDIMIENTO Y LA INTERPRETACIÓN LITERARIA, por Rafael Ruiloba Caparroso, poeta, catedrático y crítico de literatura

Miguel de Cervantes Saavedra, en el prólogo de la primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote, de la mancha dice que su libro es hijo del discreto entendimiento. La tradición sobre el tema la encontramos en El Convivio, de Dante, quien lo presenta como una cualidad del lector, que tiene que comprender las diferencias producidas por las apariencias contrarias, para acrecentar su conciencia por medio del entendimiento. El tema de la discreción como cualidad del entendimiento también aparece en El Cortesano, de Baltasar de Castiglione, publicado en 1528 y traducido al español en 1534 por Boscán. Según Castiglione, la discreción tiene cuatro sentidos: el de la oportunidad, el de la moderación, el de la discriminación y el de la inteligencia. Son estas las cualidades que le pide Cervantes a su lector para comprender su estética de las apariencias contrarias ¿Por qué?

Humberto Eco sostiene que el texto literario renacentista y barroco, recurría a normas retóricas denominadas sub alicua ratione (Umberto Eco, Los límites de la Interpretación. P 74). Significaba que existía otra cosa o asunto debajo de lo evidente o racional. Esto es precisamente lo que dice Cervantes en una obra adjunta al Viaje del Parnaso, texto en prosa fechado el 22 de julio de 1614 en la que el autor entabla un diálogo con un supuesto lector Pancracio Roncevalles, en la que propone una nueva función del lector, quien debe ver despacio lo que pasa aprisa y se disimula o no se entiende (Citado por Georgina Dopico Black España en los tiempos del Quijote. P 37). Por eso en el prólogo del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha  le exigía el discreto entendimiento al lector para comprender como dice Umberto Eco, lo que estaba debajo de la razón.  Por eso Cervantes en los dos tomos del Quijote, se refiere al ingenioso hidalgo o al ingenioso caballero. Lo que implicaba la necesidad de un ingenioso lector.

 Este aspecto no pasó desapercibido por la tradición critica de la obra,  Víctor Hugo, el célebre novelista francés, decía que a Cervantes hay que leerlo entre líneas porque tiene su aparte. Por lo que el lector del Quijote tiene que asistir a un teatro de la de-construcción en una novela que contrapone el texto con la realidad por medio de procedimientos retóricos como la sátira, la parodia y la ironía, las cuales existen en la medida en que debemos considerar los hechos narrados  desde el punto de vista de la verdad.

 Cervantes escribe que su objetivo es “la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”.   Si el primer aspecto de la verdad es el contraste entre la novela y la historia, un aspecto importante de la teoría literaria del renacimiento, el segundo es el contraste entre las apariencias contrarias, como dice Dante. El tercero es acrecentar la dignidad de la persona; todo esto, sometido a las normas del humor como le recomienda el lector en el prólogo de la primera parte del Quijote.  Procurad que leyendo vuestra historia el melancólico se mueva a risa; el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla. Humor, dice Bernard Shaw, es una de las formas más complejas del trabajo intelectual, pero la ironía procede de una analogía con la realidad y su poder es la verdad. El filósofo francés Jean Baudrillard, nos recuerda que la ironía es la única forma espiritual del mundo moderno, que ha aniquilado a todas las demás. Lo que quiero destacar con estos criterios de autoridad es que todos los procedimientos de la ironía parten de la realidad y solo tiene fuerza en la medida en que se basen en a verdad, por eso decimos que la ironía procede de una analogía con la realidad. 

El discreto entendimiento como juego de la decontrucción del texto aparece en  el poema que Urganda, la maga protectora del Amadis de Gaula, le dedica a Don Quijote, hay un juego irónico de interpretaciones donde el lector tiene que completar el sentido del texto.  En el soneto que el escudero del Amadis de Gaula le dedica a Sancho, alude con ironía al doble sentido. Salve otra vez Oh Sancho que solo tú nuestro español Ovidio con buscorana te hace reverencia. La buscorana es un engaño en el cual se simula besar una mano, pero en realidad se da un golpe con ella. ¿Dónde está la simulación y dónde está el golpe en el Quijote? Esto es lo que tiene que descubrir  el lector por medio del discreto entendimiento ¿Por qué Quevedo dice que Cervantes tira la piedra y esconde la mano? ¿Acaso porque era manco?  ¿Por qué el lector modelo del Quijote dice que Cervantes bajo su manto al rey mata?  Don  Quijote al inicio de la segunda parte dice que su historia tendrá necesidad de comento para entenderla. Quizás la respuesta    la podemos encontrar en un poema escrito contra Cervantes.

Aplaudió España la obra            

no advirtiendo inadvertidos      
que era del honor de España    
su autor verdugo y cuchillo.

Tenemos entonces que El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la mancha de Cervantes se leyó como una obra crítica que iba más allá del entretenimiento, una obra que tenía su aparte, su doble sentido. Entonces debemos preguntarnos, cuáles son los procedimientos que utiliza Cervantes  para lograr sus objetivos. Algunos postulan la tesis de que Cervantes era un ingenio Lego, por tanto todo era producto de la casualidad;   sin embargo quienes pensamos que se tratan de algo más complicado  debemos partir de las intenciones manifiestas del texto.

Amadis de Gaula

Cervantes dice que su novela cuestiona los libros de caballerías. ¿Qué son los libros de caballerías? Según Irving Leonard (Los libros del Conquistador F.C.E México 1949, p 43) eran novelas de entretenimiento que representaban los valores ideológicos del poder. Valor individual ante los grandes obstáculos; aceptación estoica de las desventuras, exaltado sentido del honor y la dignidad personal, un concepto caballeresco del amor, el cual representaba los valores del carácter español forjado durante al largo batallar contra el extranjero infiel, el invasor de la península.                 Veamos un ejemplo de cómo se expresa esta crítica a los libros de Caballería en el texto del Ingenioso Hidalgo.   En la primera parte, el canónigo y el ventero se disputan sobre dos tipos de libros; por una parte el ventero defiende a la novela Don Cirongilio de Tracia, de Bernardo de Vargas, publicada en Sevilla en 1545, y el otro es Felixmarte de Hircania, de Melchor Ortega.                 En contraste con La Historia del Gran capitán Gonzalo Hernández de Córdoba y la vida del soldado Diego García de Paredes, uno los defiende porque son entretenidos y el otro los condena porque no dicen la verdad.

El contraste está entre la ficción y la realidad. Estas son las apariencias contrarias y aquí cobra sentido lo que dice al lector modelo en el prólogo del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha  que la novela de Cervantes es un libro entretenido, pero además dice la verdad. Debido a la ideología estética del Discreto entendimiento, Cervantes equilibra las apariencias contrarias; une los libros de caballerías con la historia por medio de la locura de Don Quijote.  Su novela entretiene y a la vez produce conciencia de la realidad.  Por eso para lograr el entendimiento del lector, Cervantes  estructura al Quijote,  de tal manera que en la medida que avanza la lectura de la obra, esta se auto explica.

La misma crítica a los libros de caballerías que hacen los personajes del Quijote,   la realiza Juan Sánchez Valdés de la Plata en su libro Crónica e historia general del hombre, publicada en Madrid en 1598 en la que dice:              “Viendo yo benignísimo lector que los mancebos y doncellas y aun los   varones ya en edad y estado gastan su tiempo en leer libros de vanidades enarboladas y blasones de caballerías de Amadises y Esplandianes con todos los de su bando de los cuales no sacan otro provecho, ni otra doctrina sino en hacer hábito en sus pensamientos y mentiras” (Citado por Francisco María Turbino en El Quijote y la estafeta de Urganda, Imprenta El Periódico. Sevilla 1862. p 190).

  La crítica de los personajes de la novela a los libros de caballería, también está en la realidad, de tal manera que Cervantes lo que propone es  una nueva concepción de la literatura.   Paradójicamente, Lope de Vega, en el prólogo de su comedia El desconfiado, defiende los libros de caballerías. Tenemos entonces que en la época de Cervantes hay dos concepciones sobre la función de la literatura en la sociedad: la de entretener, función encabezada por los libros de caballerías y las comedias de Lope de Vega; y la de entretener y criticar para  producir conciencia de la realidad, función que Cervantes le atribuye al Ingenioso Hidalgo Quijote, ( El lector debe recordar que Cervantes antepone al Quijote el apelativo de Ingenioso. Porqué.)   No obstante  entretener y criticar  también es la función de la novela picaresca.

Por lo que sostenemos que la finalidad del ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha,  no era solo el cuestionamiento de las susodichas  novelas de caballerías, sino criticar la concepción de la literatura que se desprende de ellas, pues  en la Novela de   Cervantes,  no solo cuestiona los libros de caballerías, sino que lo hace con la literatura en general porque no produce conciencia de la realidad; primero empieza con  los romances, tal como lo ha demostrado Menéndez Pidal, quien indica que los primeros capítulos del Quijote están inspirados por el Entremés de los romances. Allí se cuenta la historia de Bartolo quien enloquece por leer romances y se embarca en una serie de aventuras cómicas, pero su locura, como nos dice Georgina Dopico Black, es diferente: “este se quita y pone identidades como si fuesen disfraces mientras Alonso Quijano inventa a Don Quijote para transformarse en él.”

Cervantes también cuestiona las autobiografías del culpable, obligadas a ser redactadas por la Inquisición,(El Publicatio Sui de San Agustín) cuando inserta en la novela su vida como prisionero en Argel o cuando cuestiona al aragonés Jerónimo de Pasamonte, un escritor amigo de Lope de Vega. Debemos recordar que Cervantes fue obligado por la Inquisición a escribir una de estas memorias o confesiones, sobre lo que hizo en Argel, como nos dice Manuel Turbino (Sevilla 1862). Este documento fue encontrado en los archivos de Indias.  Según noticias de José de Armas que leemos en su libro El Quijote y su época (Madrid 1915), Mateo de Santiesteban y Gabriel de Castañeda, fueron los testigos de Cervantes en el juicio que le sigue la Inquisición por su conducta en Argel. Blanco de Paz malévolo e intrigante Dominico,  lo malquistó con los que estaban en el poder. Nos dice Francisco María Turbino, (Sevilla 1862), podemos argüir como hipótesis  que como parodia de estas crónicas autobiográficas, que los inquisidores obligaban a relatar a los acusados, nace la novela picaresca. Por eso El Lazarillo de Tormes, es condenada por la inquisición, por la parodia que hace de sus confesiones públicas  y por eso era necesario el anonimato del autor,  a quien  podían perseguir para llevarlo a la hoguera o al patíbulo.  Si bien Cervantes satiriza las confesiones con La historia del cautivo; también lo hace con la novela pastoril, con la historia del cabrero Eugenio, relato que critica el Quijote porque ofende la dignidad de la mujer.

Cervantes también cuestiona el teatro, que al igual que los libros de caballerías ocultan la realidad porque habiendo de ser la comedia como dice Tulio, espejo de la vida humana, ejemplo de las costumbres e imagen de la verdad, las que ahora se representan son espejos de disparates, ejemplo de necedades e imágenes de lascivia. Podemos decir entonces que el Quijote es una comedia que es ejemplo de las costumbres; espejo de la vida humana, e imagen de la verdad.

Por no decir la verdad, El ingenioso Hidalgo de Cervantes arremete contra los autos sacramentales, esto lo hace  cuando el Quijote ataca a un carretero que anda disfrazado de diablo para representar el auto sacramental Las Corte de la muerte. La compañía teatral y la obra eran reales y pertenecían nada menos que a  Lope de Vega. Su mayor crítica contra el teatro la configura en el episodio de Maese Pedro, en el que Cervantes suelta dardos contra la teoría de  la comedia nueva de Lope de Vega. En el capítulo 64 de la primera parte ataca a Lope de Vega directamente quien defiende los libros de caballerías por ser entretenidos.   Cuando el Titiritero pone a los moros a tocar campanas el Quijote los interrumpe porque esto le resta verosimilitud a la historia. Maese Pedro le responde que no se representan por ahí de ordinario,  mil comedias llenas de impropiedades   y disparates y no se escuchan no solo con aplauso y con admiración. Como respuesta el Quijote desenvaina la espada y destruye el retablo.

 Es significativo que toda alusión al teatro en el Quijote esté relacionada con los problemas del poder, los cuales son asuntos de la realidad y no de la ficción, tal como quería la doctrina de la comedia nueva. Entretener sin criticar. Pero en La España de Cervantes el teatro y el poder estaban bien coludidos porque paradójicamente era por medio de representaciones teatrales que el mismo Rey conocía la realidad de España.   En síntesis, diremos que El Quijote cuestiona, no solo las novelas de caballerías sino a la literatura en general  porque entretiene y no dice la verdad. Por eso la búsqueda de la verdad por parte del lector es el objetivo del discreto entendimiento.  Su teoría de la literatura era que debía entretener y producir conciencia por medio de la verdad y la verdad venía de la mano de la ironía y  la parodia de la realidad, esta relación producía en el lector, el discreto entendimiento, porque el entretenimiento en sí,  no aporta nada al entendimiento.

 Incluso este cuestionamiento,  también va en contra de  El segundo tomo del ingenioso Hidalgo  Don  Quijote de la Mancha escrito bajo el seudónimo de Alonso  Fernández de Avellaneda conocido como el Quijote apócrifo,  por respeto a Cervantes, esto se da  cuando realiza una defensa burlesca de la calumniada reina de Navarra. En cambio el Quijote de Cervantes parodia este capítulo en la historia de Melisendra y Don Gaiteros. La diferencia es que Avellaneda es un misógino; ofende a las mujeres cuando parodia la historia del Curioso Impertinente de Cervantes, o cuando en uno de los relatos de su Quijote exagera episodios de la vida de Cervantes. Por ejemplo,  cuando Cervantes,  hiere a un sujeto frente a su casa,  describe el hecho como una pelea de prostíbulo; en la novela de Avellaneda Sancho es un bruto mal hablado que ofende a su propia madre ( El Quijote Apócrifo, p 19 Editorial Sopena Buenos Aires  1941)  sufre de gula y por avaricia quiere gobernar la isla de Chipre; el Quijote es un loco desaforado que anda atacando a quien se le ponga por delante. Por eso termina en un manicomio. No se trata entonces de criticar la realidad sino a las personas.

Por ejemplo cuando el Quijote ataca a un tapiz en la novela de Avellaneda, porque lo cree un gigante, el espectador, el noble Álvaro Tarfe lo ve como un acto de locura a secas, de esta forma todos los actos del Quijote de Avellaneda son evaluados por el ojo del poder.  En cambio cuando el Quijote ataca  unos odres de vino parodia el conflicto entre los productores de vino y la Corona Española, por el aumento de los impuestos,  pues los primeros prefirieron apuñalar los odres de vino antes de pagar los nuevos impuestos. La locura del Quijote es una parodia de la realidad, es un instrumento retórico de la novela, en cambio, la escena de Avellaneda solo subrayan la locura desaforada de Quijote, en síntesis su novela  denigra al Quijote y a Cervantes. Las escenas de Avellaneda no se relacionan con hechos reales como las de Cervantes, por eso el texto del Quijote, es irónico, el de Avellaneda por el contrario, caustico, pues  se dedica a denigrar la figura del Quijote y a tergiversar toda la crítica social que hace Cervantes  en la primera parte.

Porque en la novela de Avellaneda el Quijote lee la vida de los santos como conjuro de su locura, una vez que lo deja de hacer enloquece, la locura del Quijote de Avellaneda,  se diferencia de la locura del Quijote de Cervantes porque   la locura de Avellaneda se centra en el Quijote como violador de las normas sociales, por ejemplo el Quijote en el texto de Avellaneda,  celebra el asesinato de un soldado,  por un hombre que creía tener su honor mancillado,   en cambio la locura de Cervantes sirve para contrastar la locura del Quijote con la locura de la sociedad.                      La lanza del Quijote apunta a la locura social como violadora de la condición humana. Y esto es lo que hace al Quijote,  una obra vigente hoy día,  porque aún se siguen  violando la condición humana.

 Para Avellaneda,  la locura de los hombres es una locura criminal porque viola las normas del poder.   Y su única salvación es acogerse al castigo del poder, al castigo  sádico de su conciencia por medio del cilicio,  la contrición de la vida conventual o a los preceptos de las órdenes religiosas. Tampoco están en su novela  los temas básicos de la condición humana. El amor, la libertad, la verdad y  la dignidad. En el Quijote de Avellaneda también se alude al entendimiento en casi todos los capítulos, pero para el autor el entendimiento se circunscribe a la fe y al acatamiento de las normas del Poder. Por ejemplo Avellaneda sustituye a la sobrina  del Quijote Cervantes por una vieja,  quien es espía de la inquisición,  para que lo cuide, de esta manera la vida cotidiana del Quijote está vigilada como la vida de los españoles de su tiempo,  y por eso el autor puede escribir la segunda parte del Quijote, porque se presume ha espiado su vida y la conoce con detalle. Cervantes parte del texto de Cide Hamete Benengeli.  De esta manera el manuscrito de Cide Hamed Benenjeli es sustituido por los de los informes para  la inquisición.    Por eso el Quijote de Avellaneda tal como lo representa en su portada es un libro de caballería teológica.

Cide Hamete Benengeli

Sucede que la Inquisición,  también criticaba los libros de caballerías (Irving Leonard, 1949) para sustituirlos por mamotretos propagandísticos como el Quijote de Avellaneda, o libros sobre las vidas de los santos, los únicos libros que lee el Quijote de Avellaneda.   La ilusión creada en el Quijote de Cervantes por el encantamiento de los magos, lo lleva a la crítica de lo que no es por lo que es; es la crítica de los molinos de viento a los cuales ve  como gigantes devoradores de hombres, pero en realidad lo eran porque fueron  los promotores de la peste que asoló España y acabó con la tercera parte de la población; en cambio la ilusión creada en Avellaneda es por los milagros. La Virgen María suplanta a una priora de un convento mientras se escapa con un hombre que la abandona y la prostituye. La mujer se denigra buscando el amor.  Cuando la pecadora regresa arrepentida descubre que nadie sabe que abandonó el convento porque La Virgen la ha suplantado. Por lo que el castigo y arrepentimiento son el valor final de la historia, en cambio el valor final de la novela de Cervantes es el cambio de la conciencia.

Los hombres descubren lo que son,  a pesar de los prejuicios sociales. La libertad humana creada por la verdad y los valores ecuménicos del cristianismo en Cervantes es transformada por Avellaneda por medio de la teología del Concilio de Trento. Avellaneda es la enajenación de la fe y Cervantes la conciencia de la realidad, por los valores del cristianismo.   Por eso para el autor apócrifo Avellaneda, su Quijote es un Libro de caballería, tal como lo presenta en su portada, la que se parece a la del Amadis de Gaula.

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