El 28 de marzo de 2015 se cumplirán 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Celebrar el V Centenario de su nacimiento significa recordarla desde un punto de vista humano, de regeneración y reactivación espiritual. La Santa fue la mujer más grande de su época según don Gregorio Marañón que se ubica dentro del misticismo y la psicopatología. El misticismo engloba a las personas que poseen una actitud mental de reverencia frente al misterio espiritual. Se podría decir que el misticismo de Santa Teresa es el arquetipo del misticismo teísta y consagrado únicamente a Dios. A la Santa le traumatizó a la edad de los siete años el terror al infierno y a la Inquisición. El castigo infligido por incurrir en criptojudaísmo al abuelo de Santa Teresa, Juan Sánchez de Toledo, por la Inquisición en Toledo. Esto le causó una represión psíquica y esta procedencia familiar le produjo una exclusión de su conciencia. Europa estaba dividida en dos mitades religiosas a causa de Martín Lutero. Carlos V había experimentado en su imperio romano las consecuencias políticas de la herejía protestante y repetía a su hijo la necesidad de impedir que las disensiones religiosas minaran España.
La Inquisición fue un tribunal establecido en tiempos de los Reyes Católicos, entre el mes de noviembre del año 1480 hasta 1834; vigiló cuidadosamente la entrada de libros luteranos, quiso evitar que el hereje pusiese en tela de juicio la fe, que amenazara con subversión al cuerpo social de la España católica. Hay que destacar la era de los iluministas y alumbrados en el que Extremadura era uno de los núcleos más importantes donde existían este tipo de personas, principalmente mujeres que se dedicaban a la vida de interiorización y comunicación con Dios. En el S.XVI, el ambiente religioso y espiritual repleto de sectarios y embaucadores rodeaba nuestro país; la Inquisición atacaba considerablemente a los que seguían ese tipo de visiones y revelaciones.
En 1515, el 28 de marzo exactamente, nace Teresa en Ávila, Doctora de la Iglesia Católica, mística y escritora española; ascendencia judía por parte de padre, Alonso Sánchez de Cepeda que se casó dos veces. De su segunda mujer Beatriz Dávila y Ahumada nació Teresa y otros ocho hermanos más que unidos a los tres del primero dieron lugar a tres chicas y ocho chicos. A los seis o siete años se fugó de su casa en busca de un martirio y empezó a sentir sentimientos de culpa e indefensión relacionados con el linaje familiar judío; su “yo infantil” o su yo débil excluyó del plano de la conciencia su vinculación judía. En el caso de la Santa significó un complejo de judaísmo, dato que fue un enigma en su vida hasta el siglo XX. Hoy por hoy se acepta la idea de que el abuelo de Santa Teresa fue un judío converso. Su madre murió cuando ella contaba tan solo con 13 años.
Santa Teresa destacaba por su prudencia, amabilidad y caridad, poseía un delicioso encanto personal. En el año 1535, la Santa entra en el Carmelo de la Encarnación de Ávila En él sufrió casi dos décadas de cuadro depresivo, producto del ambiente festivo y frívolo de éste que en cierto modo lo originaba el sentimiento de culpabilidad de la monja. Hacia los cuarenta años se sintió atraída por grandes éxtasis visionarios y vivencias de comunicación con Dios en los cuales había desbordamientos emocionales y experiencias de alucinamiento religioso. Éxtasis con recogimiento y sobriedad, libres de características externas pero con conmoción emocional por la unión con Dios. Tuvo episodios de poderosa solicitación divina y charlas insubstanciales para lograr limosnas para su comunidad. Piden ayuda externa, pero los confesores no aciertan a intuir el drama interior de la Santa.
“EN LA CRUZ ESTÁ LA VIDA”
En la cruz está la vida
y el consuelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
En la cruz está «el Señor
de cielo y tierra»,
y el gozar de mucha paz,
aunque haya guerra.
Todos los males destierra
en este suelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
De la cruz dice la Esposa
a su Querido
que es una «palma preciosa»
donde ha subido,
y su fruto le ha sabido
a Dios del cielo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
Es una «oliva preciosa»
la santa cruz
que con su aceite nos unta
y nos da luz.
Alma mía, toma la cruz
con gran consuelo,
que ella sola es el camino
para el cielo.
Es la cruz el «árbol verde
y deseado»
de la Esposa, que a su sombra
se ha sentado
para gozar de su Amado,
el Rey del cielo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
El alma que a Dios está
toda rendida,
y muy de veras del mundo
desasida,
la cruz le es «árbol de vida»
y de consuelo,
y un camino deleitoso
para el cielo.
Después que se puso en cruz
el Salvador,
en la cruz está «la gloria
y el honor»,
y en el padecer dolor
vida y consuelo,
y el camino más seguro
para el cielo.
En cuanto a la referencia que se hace de Cristo en los místicos carmelitas del siglo XVI, se puede decir que en un lugar central se ponía a Cristo en la vida espiritual de los cristianos y se llegaba a la orientación de la vida cristiana mediante los caminos de oración.
En 1554, se produce la conversión de Santa Teresa ante una imagen llagada de Cristo; Dios la inunda con las primeras gracias místicas. La lectura de las Confesiones de San Agustín, que vivió una experiencia similar a la Santa pero con una conversión sin retorno, y las enseñanzas de un jesuita recién ordenado, le ayudan a salir de su ambigüedad. Entre 1556-1560 las visiones, las transverberaciones y los raptos se suceden con frecuencia e intensidad. A la edad de los cuarenta, Santa Teresa se sumerge en un modelo de mística teísta en el que se identifica con una imagen de Jesús doliente considerado por ella su esposo, hombre-dios. Su actitud corporal se ve reflejada por su inmovilidad. Un hecho puramente considerado por la Santa fue el hecho de facilitar el alma al cielo de algún ser querido.
“VIVO SIN VIVIR EN MI”
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».
Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.
Se la caracteriza como una mujer incomprendida por distintos confesores que la juzgan como endemoniada y diabólica. Comienza la quema de muchos libros espirituales, y San Pedro de Alcántara, la consuela y le asegura la autenticidad de su oración y de sus gracias. En 1560 la Santa funda un monasterio nuevo, según la Regla primitiva, con renovado fervor y con profunda intención apostólica de ayudar a los “defendedores” de la Iglesia. Su itinerario viene guiado por los retos externos de la reforma luterana y por el Descubrimiento de América que, junto con la Caída de Constantinopla marcan el comienzo de la edad Moderna. En 1562, el 24 de agosto, funda el primer monasterio de carmelitas descalzas, San José de Ávila. Se crea un enorme alboroto en la ciudad y existen serias dificultades para obtener los permisos pertinentes. Escribe el primer esbozo del Libro de la Vida. A Santa Teresa se la considera reformadora religiosa y fundadora de conventos, caracterizada por un tono ciclotímico de su tono vital.
Entre los años 1567 y 1582, la Santa funda diecisiete monasterios de monjas y dos conventos de frailes carmelitas descalzos; al mismo tiempo se fundan otros conventos masculinos, pero sin intervención directa de Teresa.
Durante los años 1571-1574 se convierte en la Priora de la Encarnación. Durante veinte años, 1562-1582 Santa Teresa está repleta de plenitud humana y mística; se convierte en una monja atípica, “inquieta y andariega”, suspirando por la soledad de la celda y viviendo en todos los caminos y posadas, en las ventas o en los palacios. Escribe Las Fundaciones, el Camino de Perfección, Conceptos del Amor de Dios o Meditaciones sobre el Cantar de los Cantares (coetáneo al encarcelamiento de Fray Luis de León por el comentario al mismo libro), Las Relaciones a sus confesores y una infinidad de cartas. Desde el primer tercio del siglo XVI se controlaban y prevenían los libros de carácter religioso en España no fuera a ser que estuvieran imbuidos en la doctrina de los iluminados. Los libros de Santa Teresa no son muy comunes; en ellos se ve su doctrina y su personalidad, sus vivencias y sus incógnitas ante el tribunal de la fe.
El proceso inquisitorial contra Santa Teresa en Sevilla tuvo dos momentos claves; el primero se inicia en 1575 y dura hasta abril-mayo de 1576. En el año 1578 se inicia el segundo momento después de unos años de calma. El arzobispo Cristóbal de rojas y Sandoval siendo obispo de Córdoba debió tener noticias de que Santa Teresa era acusada por la Inquisición y mostró gran indiferencia hacia ella.
En julio de 1577, la Santa empieza la redacción de Las Moradas o El Castillo interior, y lo termina en noviembre, aislada en un monasterio. El 3 de diciembre S. Juan de la Cruz es secuestrado en Ávila por los carmelitas calzados y recluido posteriormente en la carcelilla de Toledo. Durante los dos años siguientes 1578-1580 tiene luchas epistolares con Roma y con Felipe II por la erección de la nueva rama carmelitana, separada de los calzados; existen fuertes incomprensiones de unos y otros. En Burgos tiene lugar la última de sus fundaciones. Ve impresas Las Constituciones de la orden, como garantía de continuidad. El Libro de la vida tiene elementos de carácter biográfico y temas que pertenecen al terreno de la teología espiritual; el libro permanece en poder de la Inquisición desde 1575 hasta su muerte. La Princesa de Ébolí ridiculizó su libro y la tachó de visionaria y milagrera. Y finalmente termina sus días y muere el 15 de octubre de 1582, en Alba, de camino a Ávila, obediente al provincial que la manda a visitar a la duquesa que había tenido un hijo.
Los rasgos típicos de la mística cristiana se caracterizan por un acto místico de unión con Dios o éxtasis, donde solo Dios otorga como gracia privada un breve tiempo de comunicación sensible ultraterrena a algunas almas a las que se acerca. Suele ir acompañado de manifestaciones llamadas «estigmas» o «llagas»: heridas que reproducen algunas de las heridas de Cristo en la Cruz, así como de bilocación (suceso que consiste en que el santo o místico es visto en dos o más sitios al mismo tiempo) y manifestaciones proféticas. Siguen unas pautas de ayuno, soledad, oración, humildad, trabajo, penitencia, mortificación e introspección mediante el seguimiento de una regla de conducta monástica para purificarse ante los ojos de Dios mediante los caminos o vías, bien la vía purgativa y la vía iluminativa. Existen dos notas esenciales caracterizan la oración teresiana tiene esta dimensión cristocéntrica. Cristo fue para Teresa el “Libro vivo” en el que aprende todo lo que hay que saber y hacer, desde el “poned los ojos en Cristo”, hasta el “aparecimiento” del Señor en este centro del alma.
BIBLIOGRAFÍA:
- Alonso-Fernández, Francisco. Historia personal de la monja Teresa de Jesús. (Salud Mental, 2013, 36, pp. 361-366)
- Burgos Madroñero, Manuel. En torno a Santa Teresa de Jesús. (Isla de Arriarán, X, 1997, pp. 263-279)
- http://www.paravosnaci.com/santa-teresa/vida
- http://www.lugaresteresianos.com/
- http://www.santateresadejesus.com/contexto-historic/
revista 57
Santa Teresa de Jesús siempre ha estado en mis pensamientos, porqué, no lo sé, hace muchos años llegó a mis manos un Libro «Antologías», en una ocasión lo leí y me impresionó mucho «las Moradas», después de leer el resumen, se sembraron en mi mente y en mi corazón y sus raíces han crecido tan profundamente en mi ser que ahora me envuelven toda. Le pido a Santa Teresa con humildad que me ayude a acercarme o no porque se qué no lo merezco, pero que solo en sueños me permita degustar de lejos de esas delicias que ella pudo alcanzar mientras vivió en esta tierra, pues Dios aun sabiendo que no lo merezco porque soy pecadora, me ha permito vislumbrar aunque a veces creo que es producto de mi imaginación, soy tan nada que no creo que Dios me tenga en cuenta.