“En el centro del poema, siempre, el hombre. No hay auténtica poesía si en ella no campea el humano acento, tanto más profundo cuanto más solidario.”
Antonio Porpetta

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Dante (Político)
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Dante. Poeta. Su obra maestra, La Divina Comedia se considera una de las obras máximas de la literatura universal producida en Europa durante la Edad Media. En nombre del Amor cortés, Dante dio su impresión al Dolce stil nuovo que influenciaría a escritores y poetas a descubrir el tema del Amor, que nunca antes había sido tan acentuado. El amor por Beatriz al parecer era la razón de la poesía y de la vida, junto con sus pasiones políticas.

Si hemos de aceptar la situación política de la Florencia de 1265 (dominación gibelina y destierro de los güelfos) y que la familia de los Alighieri pertenecía a este último partido, nos han de surgir las dudas de si de esta familia, en aquel mismo año y en esta misma ciudad, había de nacer un niño a quien pusieran de nombre Ducante, Ducante degli Alighieri, que luego, “en medio del camino de la vida”, de su vida, escribiera “La Divina Comedia”, y terminaría inmortalizado como Dante Alighieri. Pero vamos a dejar dudas de nacimiento aparte. Dante viene al mundo en el año 1265, y estos dos bandos políticos, que enredan su nacimiento, le tendrán también revuelta casi toda su vida.

En Dante, aun cuando aquí lo estemos considerando como un político, habremos de destacar, ante todo y sobre todo, que fue un poeta; un poeta enamorado de un amor que se le hizo imposible, por los mismos aconteceres  socio/políticas y la propia muerte de la amada. Fue un soñador, un romántico. Pues, alimentar y mantener el ideal amoroso en un tiempo de dificultad política para con su propia familia y con él mismo, no deja de ser una ilusión que se nutre de surtidores románticos. No olvidemos que nace de una dinastía güelfa, en un momento en que los partidarios de la sede pontificia y los de la unidad monárquica están siempre a las manos.

Florencia, independiente y democrática, tiene unos cimientos de paz. Luego, lo mismo que los Montescos y los Capuletos en Verona, los güelfos y los gibelinos se encargarán de resquebrajarlos, incluso romperlos.

Un año después de nacer Dante, en la batalla de Benevento, muere Manfredo (1232-1266), el que fuera príncipe de Tarento y luego rey de Nápoles y de Sicilia, recayendo así el triunfo güelfo a toda Italia.

Sería interesante considerar los contactos del joven poeta con Guido Chinicelli, con Gino de Pistoya y, sobre todo, la ilusión que en él crea la visión de quien luego inmortalizara como Beatriz, pues se dice que sólo la vio en tres ocasiones y que no se hablaron nunca o a penas lo hicieron. Son estas las esencias del amor, que por algo a Cupido nos lo representan con una venda en los ojos y niño ciego. 

Pero nos están llevando sus andanzas bélico-políticas y vemos a Dante regresar en triunfo de Arezzo, y del asedio y la toma de Caprosa: “Así vide un ejército, rendido / de Caprosa salir, lleno de susto, / ante el contrario fuerte y prevenido”. (INFIERNO. Cap. XXI).

Se une en matrimonio con Gemma di Manotto Donati. La vida va siéndole fácil en el desempeño de todas sus misiones al lado de gobiernos extranjeros y sueña con la unidad de la península itálica. Pero el de Florencia no está tan firme como aparenta: Dos familias, los Donati (a la que Dante pertenece por medio de su mujer) y los Gerchi, trazan dos corrientes en el partido güelfo. En Pistoya, sólo domina una familia y se divide también en dos partidos: Blancos y Negros. Un incidente pone en discordia a toda la ciudad. Dante, que ha sido elegido Prior, llama a los dos caudillos a Florencia. Los florentinos, divididos, se unen cada cual al bando más simpatizante: Cerni/blancos/gibelinos; Donati/negros/güelfos. El conflicto amenaza. Los Negros se reúnen con el Papa para que mande a Florencia a Carlos de Valois; los Blancos piden justicia a los priores y se fortifican en el Palazzo Vecchio, desde donde sentencian destierro contra los jefes de los partidos.

Dante sale del priorato, al parecer expulsado, y a los Blancos se les levanta el destierro. Hay acusaciones contra él. Ciertas o no, pasa a la corte como Embajador, y Bonifacio VIII lo tiene en Roma cuando Carlos de Valois llega con su ejército a Florencia. Éste se pone de parte de los Negros, que entran en triunfo, emigrando los Blancos, a quienes saquean y persiguen. Irritado Dante, sale camino de Florencia, pero en Sena oye que el Partido Negro ha entregado todas sus haciendas a la plebe, revocó todos sus mandatos y emplazó su persona, condenándole al destierro perpetuo y a la hoguera.

Aquí empieza su más largo y duro peregrinar: Veronona, Mantua, Venecia... Incluso París. Dante ama a Florencia, pero Florencia le está cerrada. Un día se le abrirán sus puertas, si bien de una forma humillante y que para nada podría admitir el autor de “La Divina Comedia”...

El ilustre vagabundo sigue y llega hasta Rávena, donde el humano Guido Novello lo acoge como hermano. Una embajada más, un nuevo y casi prologando dolor de sentimientos le va venciendo, hasta que el 14 de septiembre de 1321, en Rávena, la muerte toma para siempre el cuerpo que zarandeó la política y no alcanzó plenamente su sueño de amor, aun cuando lo cantara en estrofas inmortales.

Nicolás del Hierro

 


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