“En el centro del poema, siempre, el hombre. No hay auténtica poesía si en ella no campea el humano acento, tanto más profundo cuanto más solidario.”
Antonio Porpetta

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Paseo poético-literario por Toledo
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Conocidos son los alicientes poético-literarios que ofrece Toledo, ciudad milenaria donde han nacido importantes escritores, ha sido visitada por otros muchos y ha inspirado páginas y versos de la más alta calidad en todas las épocas.  Para evocarlos, la Cofradía Internacional de Investigadores tuvo la luminosa idea de organizar un paseo poético-literario por Toledo, que se celebró la noche del día 24, festividad de San Juan. Y fue el conocido profesor, historiador y poeta José María Gómez quien se encargó de escoger un itinerario especialmente significativo,  posiblemente el de más enjundia poética y literaria de cuantos puedan trazarse en Toledo, y seleccionar importantes poemas y textos literarios relacionados con dicho itinerario. He aquí una breve descripción del mismo.

Se tomó como punto de arranque el río Tajo y los Baños de la Cava, evocación del tristemente célebre episodio de la Pérdida de España en tiempos del rey don Rodrigo (comienzos del siglo VIII, Invasión de los árabes). Para evocar este lugar y su significado histórico, los textos escogidos fueron Romances del ciclo de don Rodrigo, la Profecía del Tajo (de Fray Luis de León) y la canción Malhaya seas don Rodrigo (letra del propio José María Gómez para un tema musical de Juan del Encina de finales del siglo XV).
La Iglesia de San Juan de los Reyes fue la segunda parada del paseo. El monumento sirvió para evocar la Reconquista de España por los Reyes Católicos. Aquí José María Gómez recitó versos del poema Agonía de Nuestro Señor que, morando en este monasterio, escribiera Fray Ambrosio de Montesinos por encargo de Isabel la Católica.

A continuación, José María recitó un soneto de su propia creación dedicado A Juan Guas, el célebre arquitecto de San Juan de los Reyes a finales del siglo XV.La tercera parada fue el Barrio Judío, la plazoleta situada entre las dos sinagogas toledanas. En este espacio se evocó la leyenda de la casa de los jacintos, para lo que se utilizó como texto la versificación que de la leyenda hizo en su día el estudioso toledano Jaime Colomina. En la lectura participaron Andrés Sánchez Escobar, prioste de la Cofradía Internacional de Investigadores, y la profesora universitaria María José Martín-Peñato, toledana y miembro también de la Cofradía. A continuación, José María Gómez leyó el cuento Don Illán de Toledo, de don Juan Manuel de Escalona (siglo XIV, obra maestra de la literatura fantástica en opinión de Jorge Luis Borges), que se sitúa en las vecinas casas que fueron de Samuel Levi y, más tarde, del Marqués de Villena y del Greco.

La siguiente parada fue precisamente el Monumento al Greco en los Jardines del Tránsito, donde estuvieron originariamente las mencionadas casas. En este espacio se hizo evocación de la leyenda El castellano leal, del Duque de Rivas, íntimamente relacionada con las casas del Marqués de Villena. José María leyó además dos sonetos propios dedicados a la figura del Greco: Trinidad y El caballero de la mano en el pecho.

La Iglesia de Santo Tomé y Plaza del Conde fue la siguiente parada. José María evocó la obra máxima de la pintura española, El entierro del Conde de Orgaz, con un soneto propio. Ante la fachada del Palacio de Fuensalida se hicieron dos evocaciones: la figura de Carlos V y su anhelo político de universitas chritiana con el soneto de Hernando de Acuña que termina “un monarca, un imperio y una espada”; la muerte de la Emperatriz Doña Isabel y conversión del Duque de Gandía (San Francisco de Borja) fue evocada con la canción Todos los bienes del mundo (de Juan del Encina) y estrofas de las Coplas a la muerte de su padre  (de Jorge Manrique, que las compuso en Toledo).

La Iglesia del Salvador sirvió, a continuación, para evocar la novela picaresca Lazarillo de Tormes y leer los fragmentos relacionados con el barrio y entorno de la Iglesia (final de la novela y razón de la misma).
La Plaza del Ayuntamiento, la Catedral y el Palacio Arzobispal fue la parada más prolongada de la noche. En ella se evocaron versos de las jarchas, los más antiguos poemas mozárabes, descubiertos en 1942 en el Archivo de la Catedral, donde se cifran las más antiguas palabras de la lengua española. El célebre Milagro de la casulla de San Ildefonso (el único milagro recogido por Berceo en “Los Milagros de Nuestra Señora”, del siglo XIII) y versos de Calderón de la Barca sirvieron para evocar el significado literario de la Catedral. Versos de Gómez Manrique (finales del siglo XV), sus célebres Quintillas del buen gobierno de Toledo, inscritas en la escalera del Ayuntamiento toledano, evocaron poéticamente la figura de su autor como “mejor alcalde de Toledo”. Y, en fin, versos latinos de San Eugenio, arzobispo toledano del siglo VII, fueron recitados ante la fachada del Palacio Arzobispal. Desde este punto los “paseantes” se dirigieron al Callejón de San Pedro para visitar una representativa casa toledana, que fuera mansión del insigne protonotario Francisco Ortiz, toledano y hombre de cultura del siglo XVI. El actual propietario, Fernando Aranda, que fuera durante muchos años prioste de la Cofradía internacional de Investigadores y participaba en el paseo poético-literario, mostró la casa y su patio a los maravillados “paseantes”.

Y el paseo se despidió justamente en la Calle del Hombre de Palo y Antiguo Alcaná de Toledo. José María evocó estos espacios con la página inicial de la novela El laberinto de Mújica Láinez y el soneto “El alcaná de Toledo” , obra del propio José María , compuesto para evocar el mágico momento en que Cervantes encuentra el manuscrito del Quijote (cap. IX de la novela).

Tras largas horas de la noche toledana sirvieron para encantar a los “paseantes”, deseosos de poesía y literatura. La Cofradía Internacional de Investigadores concluyó que estos paseos deben repetirse e institucionalizarse como actividad cultural toledana de la Cofradía.

Toledo
Siempre estuve en Toledo. Aunque mis pasos
se hayan perdido en otro laberinto,
sé que nunca salí de este recinto
de hondas nieblas y de íntimos ocasos.
Siempre llevé conmigo las callejas,
los rumores del río, los gastados
oros de los ladrillos aljamiados,
los mágicos rincones de perplejas
urdimbres y la mística maraña
de blasones, de espadas y de piedras
que ennoblecen los hielos y las hiedras
de Castilla, magnífica y huraña.
Siempre estuve en Toledo. Cuando muera
sé que hay algo en su entraña que me espera.
(José María Gómez Gómez)

El Entierro del Conde de Orgaz
Quisiera estar ahí entre las figuras
que resumen Toledo y sus arcanos,
rostros que son incendios sobrehumanos,
ropas que son delgadas veladuras.

Quisiera estar ahí, entre las oscuras
almas de los hidalgos castellanos,
sostener el cadáver con las manos
y volar como incienso a las alturas.

El tiempo enseña que es vano mi empeño,
que soy sombra y el arte sólo un sueño,
un ilusorio fuego y sus despojos.

Tal vez. Pero al mirar el cuadro infiero
que algo trascendental y verdadero
me llama desde el fondo de esos ojos
(José María Gómez Gómez)

El alcaná de Toledo
Nadie lo vio pasar. Era una errante
sombra en las callejuelas de Toledo.
no vestía el coraje ya ni el miedo
del soldado que irrumpe desafiante.
Embozado en sus éticos andrajos,
silencioso y distante, el caballero
con aspecto enigmático y severo
hurgaba en cartapacios y legajos.
Algo en unos raídos anaqueles
le llamó la atención. Con retraimiento
compró al peso los míseros papeles.
Luego, en la soledad de su aposento,
vio con horror que aquel texto aljamiado
era la historia que él había soñado.
(José María Gómez Gómez  )

(Testimonio elaborado por Alfredo Pastor Ugena)
Organizado por la Cofradía Internacional de Investigadores, este acto fue dirigido por el historiador y poeta  José María Gómez, miembro a su vez de la Cofradía.


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