Al amanecer cantan los gallos en las afueras de Vicenza. A siete u ocho kilómetros del casco urbano de Vicenza, junto al motel Viese donde nos hospedamos, me despierta el canto de los gallos vicentinos como en preludio de sol que acaba de estrenar la primavera.
El Viese es un motel de sólo dos alturas, cuya forma circular tiene en su parte concéntrica un amplio seto verde con instalaciones deportivas que rodean habitaciones desde su mismo nivel, para elevarse en una altura las de su semicírculo exterior, permitiendo así, bajo las mismas, una amplia zona de estacionamiento automovilístico.
Los dos autobuses que tras el desayuno nos han ido recogiendo de los distintos hoteles donde nos hospedamos, nos reúnen en la avenida de Palladio, cerca del torreón que los escaligeros de Verona utilizaran en el siglo XIII. Pero aun cuando estos tiempos de la historia nos sigan en algún momento acompañando sobre el recorrido (por que Vicenza está en ellos), el tiempo histórico que nos ocupe en el día de hoy y en su recorrido será el tiempo histórico que ocupó la arquitectura de Andrea Palladio.
Vicenza es un antes y un después de Palladio en la monumentalidad de su Casco Histórico y en la majestuosidad de sus villas exteriores. Palladio (1508-1580), que nace en Papua y reside en Venecia sus últimos años, en los ocho lustros que viviera en Vicenza transformó esta ciudad con su estilo arquitectónico y dejó para la historia una monumentalidad que hermosea y define la ciudad de su tiempo.
A partir de aquí, nuestros pasos por estas calles y plazas tendrán un recorrido casi plenamente palladiano cuyos ecos históricos, arquitectónicos y artísticos nos entrarán por la vista y el oído creciéndose en la amena palabra y expresivo gesto de Alexandra Zorzo, guía formada en España, que vierte su juventud y entusiasmo en la alegría y el saber describir cada momento.
Nos definirá a Vicenza como el pequeño palco del Renacimiento, donde Andrea Palladio interpreta con su arquitectura la nobleza vicentina, otorgando a la ciudad una cara de elegancia. Elegancia que vamos disfrutando en el apretado recorrido matinal.
Nos detenemos en Piazza Signori, en la basílica donde el Palladio arquitecto se renovará a si mismo. Aprovechando lo que creen fue la primera iglesia paleo/cristiana en Vicenza y más tarde sirviera de lugar donde se administrara la justicia, mezcla estructuras góticas con la raíz del mundo grecorromano para conseguir la Basílica. Noble fachada de piedra; juegos con doble ventanal en cada uno de los arquitrabes, cúpula con láminas de cobre y la alta torre del campanario que a su lado se eleva, donde entre otros motivos luce el león de San Marcos con el libro de los evangelios bajo su zarpa, en la ocasión abierto como símbolo de diálogo.
Subimos al primer piso de la Basílica. Un salón gótico/veneciano donde se reunían “Los 500”, presididos por el Capitano para administrar justicia. Desde aquí contemplamos el propio edificio de la Logia del Capitano y lo que fuera el Monte de Piedad.
De nuevo en el recorrido, nos detenemos en una intersección de calles, porque aquí se cruzaban dos vías romanas, y vuelve a ser protagonista en la información de Alejandra la historia del Véneto.
Más palacios, más iglesias, mayor suma de monumentos que harían interminable la reseña… Si nos detenemos en el Teatro Olímpico, obra magna de Andrea Palladio, si bien la construcción se realizó ya fallecido éste bajo la dirección de Vicenio Scamozzi.
Palladio, no pocas veces acogido a los clásicos griegos, idealiza aquí la construcción de un teatro cubierto inspirado en los que aquellos tenían al aire libre. Así crea el Teatro Olímpico de Vicenza, sobre lo que fuera un antiguo castillo. Aquí lo estético se crece en formas y conjunto, sobre todo detrás del proscenio con las perspectiva que le otorgan la reposición de cinco vías de Tebas, con las que Scamozzi parece mejorar el proyecto palladiano.
Apretados de horario, como suele ocurrir en todo congreso, los autobuses nos llevan a Monte Bérico, en cuya subida van quedando atrás los palacetes y jardines de una zona residencial para, tras una curva, aparecer la grandiosa fachada de la Basílica de la Patrona de Vicenza.
Tras el almuerzo que se nos sirve en la misma hospedería, el padre Luciano nos muestra la suntuosa iglesia palladiana que se edificara en 1576 adosándola a otra más pequeña cuya primera piedra se puso el 4 de agosto de 1428 y fuera ampliada por Lorenzo de Bolonia el 1476. La grandeza de su exterior compite de tal forma con la suntuosidad interna que el creyente y el turista se ven envueltos en un halo de majestuosidad y de fe, tanto en su mundo estético como en la intimidad del sentimiento.
Con proyecto y dirección de Palladio hay también unas veinte o veintidós Villas en tierra vicentina. Arquitectónicamente, estas villas tenían que conllevar una relación con la agricultura y la naturaleza, y en la mayoría de los casos servían como residencia veraniega para sus propietarios, que solían ser adinerados o nobles venecianos, veroneses o de la propia ciudad de Vicenza.
En la distancia de unos metros contemplamos la conocida como “La Rotonda”. Construida sobre una pequeña montaña, tiene sus cuatro fachadas exteriores totalmente iguales tomando el nombre de “Rotonda” porque el centro de su interior lo forma un gran salón circular, ocupando las habitaciones los cuatro laterales que integran su fachada. Pero la Villa en la que realmente nos detenemos es Villa Cardelina, si bien ésta se debe su construcción mucho tiempo después al de Palladio. No está como “La Rotonda” sobre una colina y sí, por el contrario, en una llanura de fértiles tierras. Es un hermoso palacete del que debemos destacar los tres grandes frescos de Tiépolo con que enriquece su salón principal, siendo los dos laterales de temas históricos y alegóricos los de su techumbre.
Son ya más de las seis de la tarde, cuando ponemos rumbo a Bassano del Grappa, donde habremos de hospedarnos y pasar la noche y el día de mañana, en cuyo camino, cerca ya de la población, somos recibidos en la Destilería “Poli”, que durante cuatro generaciones llevan ejerciendo su elaboración de grappa y que modernamente es una de las principales de su género, del mismo modo que lo es Bassano si lo comparamos con el resto de los lugares que se dedican a producir este licor.
Cuando llegamos al pueblo es ya noche cerrada, pero la libertad del sábado he puesto en movimiento a su vecindario, y esto la da vida a la calle. Sorprende cómo en un pueblo relativamente pequeño se hallen hoteles de tan cualificados servicios, llámense aquellos Al Camin, Palladio, Belvedere o Villa Palma, ante cuyas instalaciones de hospedaje y aciertos gastronómicos el viajero se siente tan lleno de atenciones y cuidados, que sumados al disfrute arquitectónico y cultural del pueblo y las ciudades de su entorno, su sentimiento de vuelta queda marcado en él como una deuda que firmara el espíritu con promesa de abono a corto plazo.
NICOLAS DEL HIERRO
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