EL ÉBOLA CONVIERTE A LOS NIÑOS EN BRUJOS, por María Lara Martínez, Profesora de Historia Moderna y Antropología de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA

MARÍA LARA MARTÍNEZ

Profesora de Historia Moderna y Antropología de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA

Autora del libro Brujas, magos e incrédulos en la España del Siglo de Oro

Brujas magos e incrédulos en la España del Siglo de OroNo estamos en Zugarramurdi sino en África. No marca el calendario el año 1610, cuando el famoso auto de fe de Logroño, sino que el almanaque nos sitúa en 2014. Se han derribado diques de fanatismo y superstición en Occidente, hoy a las hechiceras las asociamos con el tarot o con Halloween. Ya no rezamos contra la peste pero nuestra sociedad padece el ébola.

Hace unos meses, en la reunión de un grupo de investigación del que formo parte, pudo resultar exagerado que yo reivindicara una campaña contra la persecución de la brujería, que supusiera la desmitificación del hecho esotérico, en el África subsahariana. Conozco bien el fenómeno porque desde hace casi una década me sumerjo en los archivos para rescatar el pulso entre el inquisidor y la bruja y, últimamente, rastreo cómo en demasiados poblados se acusa a las mujeres viudas, ancianas y pobres de propagar el SIDA mediante los conjuros. En vez de prevención, se las arroja a las llamas y el virus continúa infectando sin remedio.

Ahora, otra enfermedad mortal, cuyos tentáculos se han dejado sentir estos días también en nuestro país, sacude con un virulento rebrote esa misma parte del mundo. Además de la devastadora cifra de muertos que el virus está dejando a su paso, otro peligro derivado de la enfermedad acecha a las zonas de África en las que está cebándose con mayor encono. Se trata de la injusta y brutal persecución de inocentes acusados de provocar estragos mediante prácticas de brujería.

¿Qué pasa en numerosos países de África si toda la familia se contagia de ébola y el hijo no? La envidia se ensaña contra él, sobre todo si el niño es considerado “no normal”, diferente, porque sea el primero de la escuela, entonces lo culpan de la muerte de los padres y, como es menor de edad y no se le reconoce la posibilidad de argumentar, lamentablemente no le corresponde defensa alguna. Con independencia de sus capacidades, si le tocan unos parientes desaprensivos, éstos inventarán la sospecha como fórmula para no tener que atenderlo.

Actualmente, exponer el problema que existe en torno a la brujería en África puede ayudar a que los organismos internacionales se percaten de la imperiosa necesidad de desarrollar programas de racionalización del misterio como garantía del orden social. En esta línea, las Misiones Salesianas han lanzado en Togo la campaña «Yo no soy bruja», poniendo la alerta en el peligro que corren miles de niños que, por ser gemelos, albinos, huérfanos o hijos de viudos vueltos a casar, por nacer de nalgas o por presentar alguna discapacidad física o psíquica son acusados de causar el mal en su entorno.

El ébola
El ébola

A partir de una denuncia anónima, el pequeño o cae en manos de un charlatán que, a cambio de dinero, se ofrece para «curarlo» manteniéndolo en un régimen de semiesclavitud con agresiones físicas incluidas, o soporta ordalías. Esto es lo que le ocurrió a Georgette, una niña de Togo culpada de brujería porque, días después de tener una pelea en el colegio con una compañera, ésta se puso enferma. Su madrastra le quemó las manos al metérselas en agua hirviendo, pues, supuestamente, si era bruja no notaría el calor. Lo mismo hacían en la Edad Media echando a los ríos a las estrigas por ver si flotaban u obligándoles a coger un hierro candente. Ahora la chica ha rehecho su vida en la casa salesiana de la localidad de Kara. En 2013 casi 1.000 niños de esta región fueron acusados de brujería y las cifras no hacen más que aumentar. En los hogares de acogida Don Bosco se ha pasado de un 20% en 2010 a un 30% en 2014.

Enfermeros trabajando contra el évola
Enfermeros trabajando contra el évola

En la República Democrática del Congo el fenómeno se manifiesta desde finales del siglo XX, cuando la segunda guerra del Congo (1998-2003) se saldó con 4 millones de muertos y 1,6 millones de desplazados. En la histeria colectiva proliferaron los predicadores de la Iglesia del Despertar que ejercen de inquisidores sanguinarios, al estilo de Torquemada. Más de 70.000 chicos han sido acusados de hechiceros. A las niñas que casan por “conveniencia” con hombres mayores y no se adaptan en la familia política las tildan de brujas y las devuelven a su núcleo, que con frecuencia también las rechaza al verlas como portadoras de desgracias. A los grupos de muchachos con “poderes” los encierran en cuartos sucios y sin techo, sin comida y sin agua, para desarrollar el exorcismo. En Benin el infanticidio ritual es una práctica tan vieja como aquella sentencia africana que reza: “cuando los blancos gesticulan los brujos salen de los pozos”. No tiene nada que ver con la necesidad de calmar la sed de sangre de una divinidad, como ocurría con los sacrificios humanos de los aztecas, se trata de “abortar” la amenaza que supone la llegada al mundo de un “niño brujo”.

Tres brujas y el niño. Obra gráfica de Goya
Mucho hay que chupar. Obra gráfica de Goya

A más hambre, más guerra, más enfermedad y, por ende, más muerte, una cifra mayor de chivos expiatorios. Decía Séneca que parte de la curación está en la voluntad de sanar. Por el mero hecho de nacer todos tendríamos que tener derecho a una vida digna. Para que estos niños puedan disfrutar de los derechos inalienables que poseen como seres humanos, repito, son necesarios los hospitales y las despensas, pero también, comprobado está (se tenga religión o no), las iglesias (que no sectas) y las bibliotecas. Hoy, cuando el ébola desgarra el mundo, la desventura de la infancia debe interpelar a las conciencias. Son los niños hormiga de Benin los que, desde el bosque del abandono claman para que los enloquecidos prejuicios ardan en la hoguera.

 

 

Revista 59

image_pdfimage_print

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Código anti-spam *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.