Cigales, zona que conserva innumerables huellas de un pasado esplendoroso. Numerosos castillos jalonan sus municipios, y junto a ellos, cuando la paz se iba consolidando, comenzaron a extenderse los viñedos, especialmente propiedad de los monasterios.
Comenzamos nuestro camino por la localidad de Fuensaldaña. Por su privilegiada situación y su relativa proximidad al centro metropolitano de la capital vallisoletana, en los últimos años ha visto duplicada su población, convirtiéndose en una de las villas más desarrolladas poblacionalmente. Sobre el casco urbano de la villa destaca la conocida estampa del castillo de Fuensaldaña, que fuera construido por don Alonso Pérez de Vivero, contador mayor de Juan II de Castilla, acomodando su tipología constructiva a la de los castillos-palacio del siglo XV. Fuensaldaña también tiene fama por sus restaurantes y mesones, algunos de los cuales ocupan antiguas bodegas, donde podremos degustar las excelencias culinarias de la gastronomía tradicional regadas con los buenos vinos de la denominación de origen Cigales.
A escasos kilómetros de esta localidad nos encontramos con Mucientes. Dominando el pueblo se encuentran los restos de la antigua fortaleza donde estuvo recluida Juana I. Hay en Mucientes tres grandes zonas de bodegas que, por su tipología e inalterabilidad, son capaces de retrotraer al visitante al siglo XVI. En una de esas bodegas centenarias, se encuentra el Aula de Interpretación del Vino y las bodegas, espacio turístico y educativo, parte del “Plan Integral de recuperación de bodegas y su entorno”.
La localidad de Cigales se encuentra en la campiña del Pisuerga, y su principal motor económico del municipio es la agricultura, fundamentalmente los viñedos que surten la denominación de origen. Los vinos rosados han dado a Cigales fama internacional y ya eran conocidos en tiempos de Felipe II. En la actualidad, la población cuenta con aproximadamente una veintena de bodegas que elaboran el mejor vino rosado. Por otra parte, nos sorprenderá el valioso patrimonio arquitectónico de Cigales, con la iglesia parroquial de Santiago, réplica de la Catedral de Valladolid, la iglesia de San Antón, la de Santa Marina o la Ermita de Nuestra Señora de Viloria.
De Cigales a Corcos del Valle. La localidad de Corcos se encuentra a 18 kilómetros de Valladolid, inmersa entre los Montes Torozos y la ribera del Pisuerga. La población es conocida por sus vinos y por sus bodegas, en las que se puede probar el vino rosado de gran calidad que allí se elabora. Aunque cada día es mayor el porcentaje de vino que se vende embotellado, aún es importante la producción artesanal, que suele venderse en garrafones de un cántaro. No se puede visitar Corcos sin dejar de ver sus construcciones más interesantes, como el Monasterio de Santa María de Palazuelos, del siglo XIII, aunque arruinado por la Desamortización, o la iglesia de Santa María la Mayor, con una curiosa portada amarilla y una escalera de caracol hecha de piedra en una sola pieza.
Seguimos nuestro camino por Trigueros del Valle, que se levanta junto a un valle, a 26 kilómetros de Valladolid. Sus casas de piedra y adobe y su imponente castillo, llamado “La Fortaleza”, del siglo XV son sólo algunos de los símbolos de la localidad.
Y llegamos a Cubillas de Santa Marta que se asienta sobre una pequeña hondonada a escasos kilómetros. La mayoría de sus casas todavía son de adobe y cuenta con buenos restaurantes en los que se sirve una de las mejores gastronomías de la zona y sus típicos vinos de Cigales. La mejor época para visitar la localidad es durante las fiestas de San Antonio de Padua, el 13 de junio, en que se elabora una gran chorizada y se organizan los tradicionales juegos autóctonos que todavía se practican, como el tiro al plato, la tanga o la calva.
De Cubillas a Valoria la Buena. El término municipal de Valoria se encaja dentro de lo que fuera la antigua merindad del Cerrato castellano y en la actualidad hace frontera con la vecina provincia de Palencia. Paseando por sus calles nos encontramos con la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, declarada Bien de Interés Cultural en 1992, o con la Ermita del Cristo, edificio también de estilo barroco.
Si continuamos, llegamos a Cabezón de Pisuerga, histórica población que hunde sus raíces en lo más profundo del devenir histórico, aunque fue durante el medievo cuando adquirió su mayor reconocimiento como bastión defensivo del río Pisuerga. Su entorno natural es de gran belleza y su protagonista es el citado río. Sus riberas están muy pobladas de vegetación y son de gran belleza sus viñedos. La construcción más representativa de Cabezón es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, y un puente medieval sobre el Pisuerga de origen romano.
Y terminamos en la localidad de Santovenia de Pisuerga, situada a escasos kilómetros de Valladolid a orillas del río Pisuerga, que la rodea por el norte y crea meandros por el oeste. Su entorno de ribera le otorga una gran riqueza natural y paisajística.