Declarado Parque Natural en Julio de 1989, es, por su extensión: unas 187.000 Hectáreas, el segundo espacio natural protegido más grande de toda Andalucía. Situado al Norte de la provincia de Huelva, es el territorio más occidental de Sierra Morena, integrando a 28 municipios onubenses, casi la totalidad de los que componen su Sierra. Su relieve es abrupto, sobre todo en su zona central con la Sierra de la Virgen atravesándolo de este a oeste, formando una barrera en la que chocan las masas de aire húmedo y templado procedentes del cercano Atlántico, con precipitaciones que llegan a alcanzar hasta 1.500 litros anuales, dando lugar a un clima mediterráneo templado, de inviernos suaves, con nevadas ocasionales y veranos suavizados, que afectan igualmente a sus llanos ocupados por extensas dehesas. En contraste, en las zonas situadas al norte y al sur de este eje montañoso, la influencia oceánica es menor o nula, dando lugar a un clima más seco y extremo.
Su flora es variada, alternando una gran masa forestal en la que predominan encinas, alcornoques, castaños, robles, melojos y quejigos; e introducidos por el hombre pinos y eucaliptos, éstos últimos de forma contraproducente, ya que su cultivo desvirtúa la riqueza natural de esta sierra, al empobrecer el terreno e impedir el desarrollo de las especies autóctonas. En las zonas más agrestes el paisaje se inunda de matorral mediterráneo: retamas, jaras, aulagas, romero y tomillo. Y en sus zonas más húmedas, lo recorren tres cuencas hidrográficas: la del Guadalquivir (Rivera de Huelva), del Guadiana (Caliente, Múrtigas, Ingenio) y del Odiel (Rivera de Linares, Rivera de Santa Ana), se forman fértiles valles, ocupados por huertas, generalmente en las proximidades de las poblaciones, con espléndidas alamedas de chopos, fresnos, sauces y alisos; junto con abundantes árboles frutales: ciruelos, manzanos, melocotoneros, cerezos y nogales, a cuya riqueza productiva, unen la maravillosa belleza de la zona en primavera, coincidiendo con su floración.
Esta diversidad de terreno es idónea para la explotación agropecuaria del ganado vacuno, ovino, caprino y las reses bravas, pero sobre todo del cerdo ibérico, a cuyo alrededor ha crecido una extraordinaria industria agroalimentaria, que ha dado fama mundial a la zona, basada en la insuperable calidad de sus productos, posiblemente por la suma del saber de sus artesanos, por la raza de los animales, las insuperables condiciones que concurren en este territorio para su alimentación y las inmejorables características climatológicas para la curación y secado de sus jamones, paletas, lomos, morcones, chorizos, etc… La mano del hombre en su adaptación al medio para su supervivencia, no solo ha influido en la formación de las dehesas para la explotación ganadera y de los cultivos a los que hacíamos referencia anteriormente, sino que también ha aprovechado otros recursos de la zona, como la apicultura, las industrias del corcho, de la madera, así como derivados agroalimentarios de su micología y de sus abundantes castaños (símbolo de la Sierra de Huelva, con más de 5.000 hectáreas).
Pero el aprovechamiento de sus recursos, no impide la coexistencia de otra fauna más salvaje en sus bosques, destacando el jabalí, el ciervo o el gamo, animales sobre los que también gira toda una industria derivada de la comercialización de su carne, el alquiler de fincas para monterías, la existencia de rehalas de perros o incluso la existencia de establecimientos especializados en armas y derivados de la caza. También pueden observarse otros mamíferos como el meloncillo, la garduña o el zorro. Y en sus zonas húmedas mencionadas: nutrias (la rivera del Múrtigas alberga en su cauce una de las mayores colonias de toda Andalucía), y otros anfibios como tritones, ranas y culebras de agua y peces como cachos, barbos, bogas de río y carpas.
Declarada Zona de especial protección para aves (ZEPA), alberga distintas especies de aves migratorias, que se suman a la riqueza ornitológica autóctona de sus bosques, con aves de pequeño tamaño: rabilargos, zorzales, alcaudones, pájaros carpinteros y abejarucos; y en zonas más abruptas, distintas especies de rapaces, con colonias de águilas perdigueras, buitres, milanos y cigüeñas negras.
Esta extraordinaria naturaleza justifica la realidad de su creciente desarrollo turístico, con numerosos establecimientos repartidos por sus pueblos, destacando el turismo rural, turismo directo y palpable de esa explotación equilibrada de sus recursos naturales, que ha permitido que se conserven intactos los encantos de sus aldeas y pueblos y la posibilidad de poder disfrutar de sus innumerables y variados paisajes, a través de una red de senderos y caminos rurales, perfectamente indicados y accesibles a los visitantes. En este viaje nos ubicamos en Aracena, cabeza de partido de 31 municipios, que da nombre a la Sierra y Parque Natural, y ejerce como capital administrativa, comercial y turística de toda la comarca serrana; comenzando por sus antecedentes históricos, con restos arqueológicos que se remontan a la prehistoria: La Cueva de la Mora (3000 años a.C.); Necrópolis de Monte Acosta con restos de enterramientos megalíticos, y de otros enterramientos dispersos de los denominados de “cista”, tumbas formadas con cuatro lajas de pizarra laterales y una quinta que hace de cubierta y que suponen la transformación del enterramiento colectivo del calcolítico hacia el individual. Restos de hábitats y de talleres líticos en la Cueva de la Umbría o del Pantano. De mediados del II milenio a.C. (Bronce del Suroeste) quedan indicios de poblados como los de Trastejón, Papúa, Bujarda y Castañuelo, siendo éste el yacimiento más representativo, con restos de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro, e indicios del aprovechamiento de sus recursos minerales.
La crisis del estado almohade propició la ocupación de Aroche y Aracena entre 1230 y 1233 por el rey portugués Sancho II, con la ayuda de la Orden del Hospital, pretendiendo convertir la comarca serrana en parte del Alto Algarbe, lo que entra en conflicto con los intereses de Castilla, así las intervenciones de Fernando III el Santo y de su hijo Alfonso X el Sabio harán que Aracena pase a formar parte del reino de Sevilla en 1255 como tierra realenga de Castilla. Pero este conflicto entre España y Portugal continuará en el tiempo como aludíamos en nuestro anterior trabajo y dará origen a que a finales del siglo XIII, el rey Sancho IV el Bravo, mande construir una fortaleza en el cerro, con aprovechamiento de la almohade existente, integrándose en la denominada “Banda Gallega”, siendo encomendada su defensa a la Orden de Santiago, aunque la tradición popular, basada en historiadores de los siglos XVIII y XIX, defiende el mito de los Templarios. Este castillo constaba de un recinto central con torre vigía y dos aljibes rodeados por la muralla siguiendo la línea sinuosa de las peñas sobre las que se asentaba; provisto de barbacana, con torres cuadradas en los lados este y oeste, y rodeada por torreones de los que se aprecian hasta siete. Estas murallas, eran a su vez, el límite de la población de Aracena, hasta entrado el S. XV, que pierde su función defensiva y comienza la expansión urbanística de la ciudad hacia el valle, abandonándose, incluso, las casas de su recinto interior. Los restos actuales, están catalogados como Bien de Interés Cultural.La romanización de la zona cercana a Aracena comienza a partir del siglo I a. C. movida por su riqueza en metales, con asentamientos que se continuarán y expandirán durante los siglos I y II d. C., con restos de poblados mineros como Los Villares, y de unidades agropecuarias como las del Monte San Miguel o La Urraca. No existen, sin embargo, restos arqueológicos en Aracena de la época de introducción del cristianismo en la comarca, al contrario de los atribuidos a centros de iniciación y monacatos hallados en otros lugares como los de la Peña de Alájar, Almonaster, Hinojales o Puerto Moral. Y son escasos los correspondientes a su época islámica, aunque sin duda existió una aldea almohade en torno a una pequeña fortificación de tapial en el cerro del Castillo, como lo atestiguan los materiales arqueológicos y las fuentes escritas.
Al pasear por sus calles nos encontraremos numerosos edificios, fruto de su continua expansión, cuyos valores han supuesto que sea declarada ciudad de interés turístico en 1.956, Municipio Turístico de Andalucía en 2006. Y sobre todo para sorpresa de sus visitantes, Aracena es Museo de Escultura al Aire libre «Andalucía» desde 1.986.
En el cerro del Castillo queda intacta la Iglesia prioral de Nuestra Señora del Mayor Dolor (SS. XII-XV), la más antigua y emblemática de Aracena, dominando la población. Consta de tres naves a igual altura con coro a los pies y presbiterio poligonal. Su torre mudéjar, sólo está decorada en uno de sus frentes, siguiendo el modelo de la Giralda, pero con mayor pobreza y tosquedad. El retablo mayor, de estilo neoclásico de principios del siglo XIX, está presidido por la Virgen del Mayor Dolor, Patrona de la Ciudad.
Iglesia de Santo Domingo, en principio Hospital de San Sebastián y desde 1570 hasta el s. XIX convento de la Orden Dominica; edificio gótico mudéjar. Restaurada recientemente, en ella se celebran conciertos de cámara y exposiciones.
Muy interesante es el edificio del Cabildo Viejo, construcción del siglo XV de planta casi rectangular, con robustos muros de piedra vista y cubierta a cuatro aguas con teja árabe. Actualmente es el Centro de Interpretación del Parque Natural y sede de la Agencia de Medio Ambiente.
Ermita de San Roque, también de tipo mudéjar, de finales del s. XVI, en buen estado, siendo la Sede Canónica de la Hermandad Filial de la Reina de los Ángeles de Aracena.
Ermita de Santa Lucia del siglo XV, recientemente restaurada.
Iglesia de Santa Catalina, de estilo Gótico-Mudéjar. Iniciada su construcción en el s. XIV, al parecer sobre una antigua sinagoga, desde 1536 pertenece al Monasterio de Madres Carmelitas, destaca su portada principal, construida en ladrillo rojo en contraste con el fondo blanco de su fachada.
Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. del Carmen (s. XVI). De estilo mudéjar, acogió la Cátedra de Latinidad, fundada por Arias Montano en 1597 y sede de Frailes de la Orden Carmelita.
Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción, uno de los ejemplos más notables de la arquitectura renacentista de la provincia. Iniciada su construcción en 1478, prolongándose en los dos siglos posteriores no se finaliza hasta el 2008, con obras importantes en torno a 1970 y en los años 90.
A esa arquitectura monumental hay que sumar numerosos elementos arquitectónicos populares de citados siglos y otras obras más recientes, sobresaliendo las realizadas por el arquitecto sevillano Aníbal González Álvarez-Ossorio, de estilo regionalista andaluz de principios del siglo XX, como el Casino Arias Montano (1910), la Plaza de Abastos (1915), Cortijo «San Miguel» (1915), el edificio de recepción de la Gruta de las Maravillas y los Lavaderos de la Fuente del Concejo (de 1923) aprovechando uno de los manantiales de dicha Gruta. El edificio de la sede del Ayuntamiento (rehabilitado mediante obras concluidas en el 2001).
Pero la más maravillosa construcción de Aracena, su tesoro más valioso y frágil, su obra sin finalizar, que viene creándose desde hace millones de años, se encuentra escondida debajo del Cerro del Castillo, a más de 100 metros de profundidad, es La Gruta de las Maravillas, una de las cavernas kársticas naturales más grandiosas del universo, cuyas formaciones calcáreas, auténticas joyas naturales de extraordinaria belleza, han sido esculpidas a través de los siglos, por la labor incansable del agua, la roca y los minerales de su terreno; combinación que han creado, gota a gota, capa a capa de calcita innumerables estalactitas, estalagmitas, columnas, gours, coladas, pisolitos, excéntricas, cortinas, aceras de calcita, etc… en las más diversas formas y coloridos imaginables, a cuya plasticidad se suma la gran extensión de sus zonas inundadas.La visita a esta cavidad freática originada por la acción erosivo-disolutiva de las aguas sobre las rocas del Cerro del Castillo parte de la Sala de las Conchas, recorriéndose el primer nivel de galerías con presencia de agua, hasta llegar al Gran Salón, la sala más grande de la cavidad y desde la que se asciende a la Sala de la Catedral, destacando en este 2º nivel el Baño de la Sultana, Sala de la Esmeralda y Cristalería de Dios; continuando con el descenso de nuevo hasta el primer nivel para contemplar las Salas de los Garbanzos, los Desnudos y, de nuevo, el lago que forma el nivel freático de la cavidad, que nos acompañará hasta la salidaLa primera referencia histórica sobre la existencia de este maravilloso Templo Natural, data de 1886, siendo abierto al público en 1914 como la primera cueva turística de España; con una longitud conocida de 2130 m., ofrece un recorrido turístico circular de 1200 m., con galerías que se sobreponen en tres niveles de alturas diferentes; mantiene durante todo el año una humedad relativa de 90-98 % y una temperatura entre 16 a 19 grados centígrados. Su interior impacta espectacularmente en nuestros sentidos, a esa humedad, a su temperatura, al poder cromático de sus techos y paredes, se suma el arrullo enigmático que, sobreponiéndose al silencio del agua de sus lagos, envuelve al visitante con el persistente goteo creador de sus maravillas.