El viajero que tiene el arrojo de visitar este rocoso lugar y comprueba este maravilloso lance de la naturaleza, al tiempo que ve surcar en el cielo a estas aves andinas, recibe uno de los momentos más sublimes de su existencia.
Es turismo de muchos quilates lo que se observa desde el Mirador de la Cruz del Cóndor, tanto al amanecer como cuando llega la noche, y si se tiene la fortuna de avistar estas enormes aves deslizarse con suavidad y pericia entre las espectaculares quebradas, la magia se consuma, quedando un recuerdo imborrable. Y es que el panorama peruano de Chila a 4800 metros de altitud se complementa con la excitación que se percibe al recorrer la sinuosa carretera repleto de abruptas pendientes que quitan el aliento y extensas planicies salpicada de vicuñas y alpacas, mamíferos de los que se extrae la mejor lana del mundo, enmarcado todo ello de un paisaje sobrecogedor y fascinante.
Una zona, la del Valle del Colca, salpicada de iglesias franciscanas y dominicas, levantadas en tiempos de los españoles, y pintorescos pueblos como Pinchilla y Yanke, en una ruta transitada, secularmente, por caravanas de llamas que iban y venían desde el Altiplano al Pacífico. También abundan los graneros, donde guardaban los esforzados agricultores la recompensa de su arduo trabajo en las terrazas construidas por los incas. Y todo salpicado, envuelto en la amabilidad y cortesía de sus gentes, siempre ataviada con vistosos y coloridos trajes en unas inhóspitas pero bellas tierras apartadas, ciertamente, del mundo. Una experiencia solo al alcance de los más curiosos e intrépidos aventureros.
Un territorio que se parte, materialmente, en dos dando lugar al segundo barranco más profundo del planeta. Y ahí en el Cañón del Colca, son numerosos los cóndores, amos y señores de los cielos. En estas encrespadas verticalidades demuestran su habilidad sirviéndose de las fuertes corrientes térmica para planear durante horas en busca del necesario alimento y llegar a sus nidos ubicados en los lugares más inaccesibles a más de 3500 metros de altitud.
Ver el majestuoso vuelo de este gigante y esquivo pájaro, símbolo de Perú, de unos quince kilos de peso y más de tres metros de envergadura, emociona para el resto de la vida, dejando en la retina un recuerdo lleno de belleza y armonía. Una visión poco común que se da solo en el Cañón del Colca, en la provincia de Cayllama, Arequipa, al sur del Perú. Es la gran leyenda viva de la civilización inca, para los que el cóndor es inmortal. Para este ancestral y esplendoroso pueblo, el cóndor al sentirse envejecer, repliega sus alas y se deja caer con suavidad contra las rocas, simbolizando con este gesto el renacer del ciclo de la vida. Un ave mitológica desde hace centenares de años, incluso antes del periodo incaico, como lo fue para el pueblo Cabana, asentado en el sur agreste y montuno del sur peruano. Con tristeza y pesar se alejan los turistas-aventureros de este austero paraíso con la firme intención de regresar. Si, es preciso el reencuentro con este prodigio de la naturaleza.
Recuadro._ Vultur Gryphus es el nombre científico del cóndor según la clasificación de Linneo. Procede, a su vez ,el vocablo cóndor del quechua Cuntur. Se extiende por la Cordillera de los Andes y las costas adyacentes del Pacífico y el Atlántico. Es el ave marina más grande del reino animal. Y el segundo en tamaño después del albatros. De plumas negras con partes blancas en cuello y alas, Carroñera. Extrañamente, el macho es más grande que las hembras. Monógamos, tiene dificultades para la reproducción, por lo que es una especie amenazada de extinción. En Perú hay unos 28oo cóndores en libertad y unos 120 en cautividad.
Las autoridades peruanas han puesto en funcionamiento un eficaz proyecto de repoblación.
Es Patrimonio Cultural y Natural de Sudamérica.
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