En los jardines de la Plaza de Oriente de Madrid, entre el palacio real y el teatro real, se halla la estatua ecuestre del rey Felipe IV de Augsburgo, realizada en 1640 por el escultor florentino Pietro Tacca. Se alzan monarca y caballo en un elevado pedestal rodeado de esculturas, relieves y estanques. Un monumento de los más admirados de Madrid, por belleza y elegancia, cuyo conjunto inauguró Isabel II en 1843, y que cuenta con lo que otros no tienen: la relevancia de las personas que intervinieron en su ejecución.
Se trata de la primera estatua equestre con el caballo levantado sobre sus patas traseras. Realizada por Pietro Tacca en Florencia, éste se basó en un cuadro de Diego Velázquez (actualmente en la Galería de los Uffici) y en el cálculo estructural sobre emplazamiento del centro de gravedad sugerido por Galileo Galilei. Además se encargó al escultor español Martínez Montañés (1568-1649) de realizar el modelado de la cabeza del rey. Tres genios reunidos para hacer esta enorme y destacada estatua.
La gestación de la obra podría remontarse a 1631, cuando el rey Felipe IV concibe la idea de construir un magno y lujoso palacio en Madrid que deslumbrase al mundo, digno acreedor de la fortaleza de la monarquía española. Los terrenos elegidos estaban al otro lado de Madrid; en lo que se convirtió en El Buen Retiro, extensa finca que entonces llegaba hasta el Paseo del Prado.
En 1634, Velázquez concluye el cuadro ecuestre de Felipe IV. Éste envía a Tacca-por encargo del rey-a Florencia un boceto de cómo ha de ser el encargo. :un cuadro casi idéntico al que había acabado en Madrid para el Salón de Reinos El boceto enviado presentaba diferencias, pero lo sorprendente no es eso, sino que Velázquez pretendiese que Tacca se las ingeniara para realizar una escultura ecuestre de grandes dimensiones y peso, en posición de corveta, es decir, con las patas delanteras del animal en el aire, apoyándose tan sólo en las dos patas traseras y en la cola si ésta se procuraba que actuara como una tercera pata o punto de apoyo.
Velázquez, aunque tenía que ser consciente de que hasta entonces no se había hecho ninguna estatua similar, siguió adelante con su empeño, lo que no deja de ser ciertamente enigmático. En este reto de la escultura, Tacca buscó – como ya hemos señalado anteriormente-el apoyo y consejos de Galileo Galilei(quien le sugirió hacer la escultura en dos partes: la de alante hueca, y la de atrás maciza para mantener el equilibrio: fue la primera escultura así concebida y supuso el nacimiento de la estatua ecuestre en esta modalidad, técnica que se empleó en los siglos posteriores.
La estatua ecuestre, realizada en bronce, iniciada en 1634, no la concluyó Pietro Tacca hasta 1640, el mismo año en que fallece; al año siguiente llegó la estatua a España. En esos seis años de trabajo, Tacca no puede olvidar el segundo gran problema; el que de verdad le parecería insoluble: como sostener obra tan pesada sobre las dos patas, aun recurriendo disimuladamente a la cola del animal.
Esta estatua ecuestre de Felipe IV es una obra de una calidad excepcional en la que el caballo marchara al galope, a diferencia de la de su padre Felipe III que iba al paso. Posteriormente se la colocó sobre un alto pedestal decorado con dos bajorrelieves en sendos laterales: uno de ellos es una alegoría a las artes y a las letras, y el otro muestra a Felipe IV otorgando a Velázquez la Cruz de Santiago. Se debe a los escultores de cámara Francisco Elías Vallejo (1782–1850) y José Tomás (1795-1848), quienes finalizaron el conjunto escultórico en 1843. En las otras caras se sitúan dos lápidas con inscripciones alusivas a la inauguración del monumento, promovido por la reina Isabel II.
La base, hecha en piedra de granito, está custodiada por cuatro leones de bronce, ubicados en posición de descanso en cada esquina. Un bloque rectangular, dispuesto oblicuamente en relación con el pedestal, les sirve de asiento. Las figuras fueron fundidas por Elías Vallejo.En el lado este de la base, frente al Teatro Real, se emplaza la escultura de un anciano, igualmente realizada por este último escultor, que simboliza al río Jarama. Bajo la misma hay colocada una fuente, conformada por dos pilas en forma de concha, cuyas aguas se depositan en un pilón semicircular.
Este esquema se repite en la cara oeste del monumento, enfrentada al Palacio Real, en referencia al Manzanares. El anciano que representa a este río aparece apoyado sobre una vasija, de la que brota un surtidor, que arroja agua a las conchas y éstas al pilón.
En los frentes del monumento se situaron dos fuentes en forma de concha, sobre las que una alegoría de un río (representada por un anciano) vierte agua en una urna. Un león de bronce en cada una de las esquinas completan todo el conjunto que realizaron los aludidos escultores de cámara Francisco Elías y José Tomás.
Una de las esculturas que uno está obligado a visitar si visita Madrid. Muy buen post.