Todo lo que el mundo necesita son ejemplos de personas capaces de vivir sus sueños y luchar por sus ideas”, eso que Fischer o Actón siempre han promulgado nos cubre el ensueño del elegante actor que nos advierte de la proximidad de un ser, provocador por sus ideas creadoras, maquiavélico en sus diatribas soñadoras y locuaz en genio constante por saber hilvanar las palabras como nadie hace. Ese no es otro, amigos, que Raúl Torres, el caballero del tiempo.
Raúl es un genio, diría Tico Medina, pero para mí, Raúl es todavía más que eso, es un donjuan del arte simbiótico y es, además, el cronista oficial de esa ciudad colgada sobre el abismo de un Universo que Dios hizo para su propia ambigüedad entre lo humano y lo divino. Ha escrito, en letra renacentista, más de treinta libros, en letra barroca, casi medio centenar y en letra del vulgo, la mayoría de esos cien que abrieron la luz de sus lectores, muy dados al ensoñamiento imaginativo y delineado. Y a todo, publicó más de cincuenta revistas, acuñó sello editorial, haciendo de prologuista afortunado, presentador de poetas, amigos intenso del novel que busca ayuda. Grande entre grandes.
Le he escuchado en todas las tertulias o, más bien, le he sentido verbalizar entre sarcasmos, predicciones, bondades y atisbos mediáticos de futuro; le he visto lanzar al viento, versos frescos aflorando ante el asombro del querubín que le acompaña y la bruja Elisea que en su mente aflora; porque Raúl hace como nadie lo que nadie hace. Cruza calles y birla rincones al objetivo de su cámara, saluda al viandante ofreciéndole el paisaje de su Cuenca, se pasa por el Ruiz para tomar “aquel chocolate con churros” que González Ruano le birlase en compañía, hace de exiliado entre la turbia mirada de un política indiscreta y se siente, como nadie, amigo de todos. Cuentista afortunado.
Yo quiero dejarte en el sentir de buen amigo, porque para mí lo eres, que haz tu parte y no te preocupes por los demás. Piensa que Dios también habla con ellos y que están empeñados como tú en descubrir el sentido de la vida. Que no te pierda el entorno, absórbelo como tantas y tantas historias que tan bien has escrito para todo el mundo y el mundo siempre te lo agradecerá. Raúl, eres un genio.
RAUL TORRES
En la calle Del Agua,
castillos de melones cobijaron su mirada azul.
Brindó horchatas y almendras a los duendes,
para penetrar en el laberinto mágico, que también es real
y aprender el lenguaje de las hadas y los secretos del rocío.
Supo que los ríos nacen en una cascara de nuez,
la verdad palpita en las rocas,
y en la corteza de los árboles se escribe la historia.
Entonces nace el poeta, nace Raúl Torres.
Las casas colgadas acunaron su infancia.
Con la dúctil arcilla de las palabras construyó carruseles,
viajó en barcos de papel
y saltó a la comba.
Cuando pasado y futuro se juntan, el tiempo es eterno.
Fue “Invitado al Vacío”, para escribir:
“Tu voz, Planeta, Planeta mío, es un milagro de otoño
tu destino va amortajado entre las estrellas,
mientras otras tribus apuntan desde Venus con sus flechas amargas.
Y el hombre planifica el despertar
de las técnicas nuevas
para almacenar cadáveres al otro lado del horizonte morado.”
Nace el narrador, nace Raúl Torres.
Perdida en tus publicaciones, como mar que no acaba
persigo las huellas de tu Palabrario.
¿Serán un aporte al texto o al milagro?
En los cuentos de rostro infantil que en tu corazón no muere,
hallo el sencillo encanto de las palabras.
Llegas a la Virgen de la Luz y te acurrucas en su manto;
ante el Cristo de los Espejos te inclinas,
lo temes,
porque a tu oído susurra, para desnudar misterios y miedos.
Es el Padre severo, que siempre te protege.
Nace el periodista, nace Raúl Torres.
En noches de tormentas y madrugadas frías,
puedes trascender el umbral de los mundos paralelos
y visitar el espacio, donde habitan los sueños.
En esa ingravidez, quieto, en el goce de una geometría inédita,
un ángel te guía y tu verso le dejas:
“Nada es nada en el cuaderno de la vida…”
¿Qué más puedo decir, amigo, que ya no hayas dicho tú?
Nace el historiador, nace Raúl Torres.
Quizás, fue un día de abril, más azul que todos los otros,
me brindaste la mirada cálida,
de quien sabe que no hay confines en la tierra.
Hice mío tu paisaje.
Entré por la Puerta del Bezudo y me presentaste reyes
a conquistadores y vencidos.
Regalas el tornasol de los vitrales y el murmullo de los ríos.
Narras las guerras de tu pueblo,
que palpitan en el aire que respiro.
Muestras sus refugios, mitos y alegrías.
Una Crónica cada día.
Nace el pintor, nace Raúl Torres.
Imparable, Eros alimenta tus sentidos,
y de tus manos, brotan pinturas a raudales.
Editar con oficio y pasión, es tu tarea constante;
son versos incontables, los prólogos que escribes
e ilustras páginas, con colores brillantes.
Nace el amigo, nace Raúl Torres.
Amistad, raro concepto,
que en ti, cobra sentido
y una carga semántica especial,
porque eres el amigo, que llega,
toca el alma y se queda. Amigo.
Grisel Parera
PENSAMIENTOS A RAÚL TORRES
Sigo tu rastro esfinge de Keops,
has creado la hoz precipitada
en tu pintura creada,
grajo volador de mi tierra
en reconquista y alas abiertas
Te veo llegar peregrino del Huecar
desde el salto del caballo
hombre de serranía,
te acercas a la alcarria y la mancha
viajero tu camino
Envuelves tu patria en baldosas ligeras
estas en la piedra filosofal, entre el mito supremo
esplendor y belleza influencia radiante,
que despierta mi planeta de lunas.
-II-
algo del corazón caía, paseante de la hoz
¿dónde están tus versos?
mis versos están donde estas tú
cronista creador de poesía
tesoro vital, cercano horizonte
el hombre que habita la casa
espíritu que surca los pinos
sigo tu rastro donde la luna anda
donde la Serranía habla a la verde palmera
en la bruma del sueño, balcón y río
a tu paso, la hoz del Júcar serpentea
en curva de telares cobre azul mosaico
-III-
posas tu alma en silencio
una gaviota que al oído murmura,
algo del corazón caía,
paseante de la hoz.
maestro de las alturas elevadas
descendiente del aire que se expande
en vergel de tu poesía conquense
contigo vivo entusiasmo diario
Aurora Gómez