“La poesía es el género de la sinceridad íntima y reversible”, dijo Mario Benedetti.
Y así lo hace Alfredo Villaverde, caminante altivo del verso elegante, hombre de hidalga prestancia que atenaza al destino con su poética íntima, abrumadora en contenido vital, sencilla en esa extensión dinámica de una realidad simbiotizada por el hábitat externo e interno del ser humano.
Pero este alcarreño universal, autor de más de treinta libros, conferenciante proclive al alveolo multidisciplinar, viajero incansable por rincones de un mundo paradisiaco y latente, perverso en el declinar de un verso erótico, conductor de gestiones culturales y tenor atribulario en conciertos y desconciertos de proyectos y multiproyectos para hacer grande una sociedad imbricada en el proceso febril de la vulgaridad, nos insufla ese aire puro y sano que tanto necesitamos los que tenemos el privilegio de compartir junto a él, paisanaje, familiaridad, trabajo y sobre todo, amistad.
Alfredo –nacido esa Alcarria de Guadalajara- te lleva en su montura, liviana en humanidad, para deletrear su creación literaria como el hábil rabino juguetea con su Cábala en el profundo halo de la profecía mundana. Él, allana el camino de viajero principiante, aportándole su sapiencia que es mucha, abriéndole el camino angosto para deletrear éxito, tal cual lo sufre de cuando en cuando.
Sus premios, tantos como proyectos, sus distinciones, tantas como abluciones poéticas, sus propuestas, inmensas y sugestivas, que llegan a la sugerencia por ese “Encanto de la Burguesía” abriendo el espectro del futuro con el buen hacer de un delineante de la palabra.
Y como la poesía que anda por la calle, en este caso, si cabe más todavía, es Vivencial en muchos de sus fragmentos, es Ilusión por contenidos mediáticos y sociales y es Realidad porque nos ofrece ese eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos, -tal cual diría Tagore en su aforismo clásico-, aquí cumple en demasía todos esos parámetros vitales del concepto poético de transformación y mutación idílica:
Tu cuerpo tobogán donde desliza
mi cuerpo su lenguaje enamorado,
y es realidad de aquel Edén soñado
que todas las heridas cauteriza.
Y es que, amigos de La Alcazaba y amigos todos, la poesía de Alfredo es una fuente inagotable de creación en la que su autor, edulcorado por los años, ha dedicado numerosos de sus libros y nos ha traído reconocimientos allende los mares, tal vez para mí, el más ansiado como ese Premio Mundial de Poesía Mística “José Rielo”, lanzando en las paredes del Vaticano sílabas que alineaban profundas convicciones junto a los frescos de Miguel Ángel.
Recuerdo, porque los tengo presentes, sus poemarios “Confirmación de la Intimidad” donde desgarraba su interior, “La ciega luz de las imágenes” abriendo el espectro lumínico al mundo vulgar, “La sed de Tántalo”, “Oráculo encendido”, “Colorado Blues” o el “Viaje prodigioso” por ese deseo constante de andar caminos y conocer tierras de países recónditos.
Tal vez, me sentí feliz leyendo versos de traza fiel a su sentimiento y otros, aleteando entre lo erótico del mundano camino de una burguesía caduca y ese ansiado frescor de mujeres henchidas de amor y deseosas de luz, cuando salió a la calle “Los dardos de Eros”, como sonetos desde el amor, tan sentido y vivencial para él.
Este es el libro que yo más amo, porque en sus sonetos, bien trazados en rima y métrica personal, exalta la plenitud amorosa donde la melancolía no puede dejar su espacio, tal vez, esa nostalgia por los amores olvidados o perdidos.
Un estilo coloquial abre camino a palabras que llegan de una forma directa a quien tiene el privilegio de leerlos porque expresan con intensidad y elegancia ese universo amoroso de su mundo próximo e interior.
Es, tal cual él mismo lo es, una ventana abierta a la sensibilidad.
Pero yo soy subjetivo por amistad, porque le quiero y le siento como una más de mi familia, ahora bien, mi educación severa me obliga a marcar en esta semblanza perversa la realidad en un tono objetivo cuando tengo que opinar sobre poesía, poesía selecta en su declinar, altiva en su mensaje, idílica en su contenido y maravillosa en su traza. Me encanta leer sus poemas y, sobre todo, más me encanta, compartir con él, la vida común que nos une entre afecto sincero y amistad latente y honesta. Sea, pues, para bien estas palabras.
Miguel Romero Escritor y Crítico Literario
POESÍA DE GRISEL PARERA
Alfredo, luz de España.
Desde tu Alcarria, Alfredo,
poeta al ponisol… y esteta,
guerrero de los versos y,
caballero,
prendido entre damas y alfileres de luz,
con son (y corocosongo que yo añado)
Alfredo, me han hablado,
y te he leído,
entre lunas oblicuas
y dunas de pasión que habitan tus entrañas.
Vas y vienes entre “camilos”
de la Alcarria,
y te espera siempre,
al borde del camino la luz
de luna, el abanico
del trigal que te acaricia
y ese sonoro trueno de España.
Alfredo, tienes nombre
de tambor-tenor
que sabe amar hasta al
enemigo,
mientras redobla.
REVISTA 47
Sus ojos azulverdosos penetran en cada ser humano que se acerca a él, invaden el Alma de cada hombre y llegan al corazón a través de sus palabras. Comprometido con la sociedad, lleno de espíritu positivo y alentador ahonda en lo más íntimo de su ser para lanzarlo al exterior.
Poeta, escritor en todos los géneros, periodista, un gran amante y luchador de la vida, nos incita a soñar y a recrear un mundo de sentimientos lleno de colorido, rima libre, grandes y apasionados sonetos invadidos por la música que lleva intacta e innata en su enorme corazón.
Su sonrisa, su ironismo y chistes, su forma de ver y apreciar la vida, aparecen en cada una de sus palabras e imágenes que plasma en cualquier género que podamos imaginar.
Hombre de bien, de sentimientos nobles y generoso en sus ademanes con los demás; a través de sus versos invade el interior de cada uno, penetra en lo más profundo y misterioso del ser humano. Utiliza un lenguaje tan rico y lleno de sonidos, olores y sabores, de melodías llenas y repletas de sensaciones coloristas que recrean su lectura.
Un gran ser humano a cualquier nivel, humano, social, cultural, religioso y como no, literario.
Alfredo, quédate con nosotros muchos años y sigue deleitándonos con tus versos…
Enhorabuena a los autores por este artículo. Se nota la exquisita relación de amistad que tienen con Alfredo Villaverde, un gran escritor castellano manchego y el conocimiento profundo de este gran personaje. Es delicioso leer cada apelativo y mención que hacen de este gran poeta y compañero que es Alfredo.