ENTRE LAS COMARCAS DE LA BUREBA Y LAS MERINDADES: OÑA Y FRÍAS (BURGOS). por Adelina Arranz Aguilera

Oña
Siempre en el verano me acerco a mi tierra, Burgos, para indagar por sus parajes y recorrer lugares de encanto. Esta vez fui a visitar la espléndida exposición de las Edades del Hombre 2012, en Oña, decimoséptima edición denominada Monacatus (“Monacato”) que indica el tema sobre el que gira la muestra: la vida consagrada en la Iglesia Católica. 
La celebración del milenario del Monasterio de San Salvador, en la localidad burgalesa de Oña, ha motivado que la Fundación Las Edades del Hombre elija esta localidad, de la comarca de Las Merindades, como sede y escenario de esta nueva edición de sus exposiciones. La gran novedad expositiva de esta edición residirá fundamentalmente en la «puesta en escena», en la que jugará un papel importante la captación del mensaje por medio de los sentidos y de las vivencias en el contexto de la muestra. 
Monacatus-Las Edades del Hombre en Oña
Monacatus, inagurada por la Reina doña Sofía, está organizada a través de 6 capítulos, la muestra cuenta con un total de 138 obras artísticas venidas desde múltiples rincones de la Comunidad e incluso de fuera de ella.  Así, en las diferentes estancias del monasterio de San Salvador: la iglesia, la sacristía, la sala capitular o el claustro, tenemos la oportunidad de contemplar espléndidas obras de arte de artistas de la talla de Zurbarán, El Greco, José de Ribera, Berruguete, Gregorio Fernández o Francisco de Goya, entre otros muchos para explicar la complejidad de la vida monástica, la actividad cotidiana de los monjes en su «ora et labora”.
¿Por qué Oña? Es una villa surcada por el río Oca, que ostenta los títulos de Muy Leal y Valerosa Villa   Está situada a mitad de camino entre las comarcas de La Bureba y las Merindades al norte de la provincia de Burgos aunque pertenece a la comarca de La Bureba. Tuvo un papel muy importante durante la Edad Media en la formación de Castilla, lo que ha quedado reflejado en su amplio conjunto monumental, cuyo ejemplo más relevante es el Monasterio de San Salvador que ahora, en 2011 se ha celebrado el milenario de su fundación.
En el año 950, el primer conde independiente de Castilla, Fernán González, le concede sus primeros privilegios. Su nieto, el conde Sancho García, el de los Buenos Fueros, eleva el lugar al rango condal y funda el monasterio de San Salvador que pone en manos de su hija, la infanta Trigidia. Desde ese momento el devenir de Oña va a estar ligado íntimamente a esta poderosa abadía benedictina (sus abades ostentaban el título de señores de Oña), que con el tiempo llegó a convertirse en una de las instituciones más influyentes de todo el reino de Castilla. Se fundó como  monasterio dúplice, con monjas procedentes del de San Juan de Cillaperlata, y monjes del de San Salvador de Loberuela.
El conjunto monástico benedictino está formado por una serie de edificios distintos, entre los que destacan la iglesia, comenzada a finales del siglo XII con remodelaciones góticas del XV, al igual que la fachada, y el claustro conocido como «patio gótico».
Tras ascender la escalinata que da acceso a la Iglesia, nos saludan las estatuas sepulcrales del siglo XV, erigidas en recuerdo de algunos de los personajes que descansaron en el atrio de la Iglesia, y que, posteriormente, fueron trasladados a su interior. Después de la primera cancela, la fachada muestra restos de la original construcción románica, el pórtico y la ventana de la izquierda así lo atestiguan. La puerta gótico-mudéjar es un excelente exponente de esta manifestación artística, y da paso al vestíbulo que acoge, en su piso superior, la sillería del coro alto. La iglesia interiormente fue reconstruida en el siglo XV.
Oña, Iglesia y plaza del Ayuntamiento
La iglesia y el claustro reflejan la grandeza monumental de Oña. Sirvieron de enterramiento a diversos personajes de la realeza y de la nobleza castellana, cuyos restos mortales descansan en la actualidad en dos conjuntos compuestos por arcas sepulcrales, como es el caso de Sancho III El Mayor, rey de Navarra.
También distinguimos en esta localidad de Oña la Iglesia de san Juan con un magnífico conjunto escultórico en su portada del siglo XIII u su torre gótica que alberga el museo de la Resina.
En nuestro discurrir por estas tierras burgalesas nos adentramos en otra comarca limítrofe, las Merindades para visitar la villa de Frías Frías, situada en el Valle de Tobalina,: pequeña y bella ciudad medieval, enriscada en una elevación, el cerro de La Muela,  que el Ebro, a su paso por estas tierras, deja en una de sus orillas y que modela sus alrededores con su acción erosiva. El puente sobre el río Ebro fue un paso obligado en la comunicación entre los puertos cantábricos y la Meseta. desde la época romana y sobre todo en época medieval dando lugar a la notable prosperidad de Frías y de su conjunto monumental.
Frías
Esta ciudad está aislada sobre un cerro. En tiempos de Sancho el Mayor perteneció a Navarra y en 1202 Alfonso VIII la concede sus fueros pasando a depender de Castilla. En 1435, Juan II otorga a Frías el título de ciudad. Los Reyes Católicos crean el Ducado de Frías para los Velasco, el mismo año en que Colón descubre América (1492).
Castillo de los Velasco
El castillo de los Velasco y la iglesia de San Vicente presiden su conjunto histórico artístico. El primero es de carácter defensivo y se accede a su interior por medio de un puente levadizo sobre un foso excavado en la roca. Todo el perímetro del castillo tiene altos muros con numerosas saeteras y rematado por un cuerpo almenado. El castillo de Frías es una construcción de los siglos XII al XVI, que perteneció a la familia Fernández de Velasco. La vista de la fortaleza desde las calles adyacentes de Frías, que aparentemente amenaza despeñarse sobre el pueblo, es de las más pintorescas y espectaculares que se pueden contemplar en España.
La iglesia parroquial de San Vicente es la más importante de la villa. Está ubicada en un extremo del cortado rocoso.
 
La iglesia de San Vicente fue la principal de Frías y parte de la fortaleza de la ciudad al situarse en uno de los extremos del cerro, a modo de espolón. Se trataba de un templo románico del que se conservan escasos restos, ya que por desgracia se desplomó su torre en 1904 y se reconstruyó nuevamente. Su puerta románica, como otros valiosos patrimonios románicos castellanos, fue a parar al Museo de los Claustros (Museo Metropolitano) de Nueva York. Atesora excelentes imágenes religiosas, retablos, sepulcros, cuadros, etc.
Destacamos también el puente romano y medieval de Frías. Siendo los puentes medievales verdaderas maravillas de ingeniería y artísticas, es éste uno de los más famosos y admirados. Es de época romana
Puente romano
Consta de nueve arcos de distinto perfil (apuntados y rebajados) y su trazado algo irregular responde a la necesidad de aprovechar las rocas que emergen distintos puntos del río para asentarlo. 
Su torre, construida en el centro, tiene planta poligonal. Es aboveda con cañón apuntado y con saeteras para su vigilancia. La función de la torre era controlar el paso y cobrar el impuesto de paso o «pontazgo» que permitía, entre otras cosas, sufragar las continuas reparaciones que serían necesarias para mantener su integridad. 
Frías, con su rico conjunto monumental ofrece numerosos alicientes al visitante, como sus empinadas calles de estructura medieval, los restos de su recinto amurallado, el barrio de la Judería, el conjunto de casas colgantes, etc. Pasear por el emblemático encanto de sus calles nos conduce por los avatares de la Historia medieval que tuvo tanta importancia en esta villa.
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