Ciudad a quien Hemingway describió como “ oasis de altos árboles”, que rinden honores al paso del Tajo y del Jarama a su paso por estas tierras. Grandes tesoros hídricos, por los que tildan de “ribereños” a sus habitantes, y que fundamentan la existencia de sus vegas y huertas, de fresas y espárragos, que la hacen famosa.
Su armonía ambiental -embriagada de jardines, setos de flores, estatuas y fuentes, muchas de ellas con motivos mitológicos-, se completa con los pequeños detalles impresos en sus fachadas, calles y avenidas contorneadas de chopos, olmos negros, fresnos, jazmines plátanos de sombra y otros muchos árboles universales.
Ha servido de musa a viajeros empedernidos y errantes , transeúntes de la vida; a poetas y relatores de la estética y de la belleza más plural, para capturar versos, palabras y frases que nos avivan el placer de la lectura.. En Aranjuez la poesía y la narración se instalan en el ambiente,
Ciudad preñada de historia, cuyos relatos y hechos históricos la engalanan altaneramente. Así lo hizo ese Motín que cambió la historia de España.
Urbe donde los tiempos nunca han cambiado los excepcionales colores del otoño y de la primavera, sus dos estaciones privilegiadas. Ambas fabrican esa especie de lluvia permanente de emociones, donde las diosas aspiraron el perfume de las flores, porque la naturaleza del lugar despliega un aroma especial que te alegra los sentidos y que bien podía haber inspirado la finura – no la maldad-del sentido del olfato del Grenouille de Süskind.
Aquí, conviven en armonía, dentro de una amplia gama de estilos, un complejo conjunto de edificios y jardines: El Palacio Real(“comenzado en 1561 por Felipe II, encargando su diseño a los arquitectos Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera .Posteriormente fueron los Borbones, a partir de Felipe V,y luego Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, quienes lo embellecieron y ampliaron”), la Casa del labrador ,los jardines del Príncipe y de La Isla, el Museo de Falúas ,las iglesias de Alpajés ,San Pascual y San Antonio situada en la Plaza de la Mariblanca, (“ejemplo de armonía y belleza”). Los recuerdos de los palacios de Isabel de Farnesio, Osuna y Godoy, el Tren de la Fresa la bicentenaria Plaza de Toros, las Corralas típicas y el Mercado de Abastos (“construido en el siglo XVIII, es una de las primeras construcciones con armadura de hierro”)