Cuando estamos a pocos meses de que se produzca una de las escasas ostensiones que el Vaticano permite de la Síndone, que tendrá lugar entre el 19 de Abril y el 15 de Junio de 2015, éste sigue siendo un lienzo que produce más interrogantes que respuestas a quienes lo analizan con cierta profundidad.
Desde 1356, fecha en la que se produjo la primera ostensión reconocida y certificada en la Colegiata de la Virgen María de Lirey, no han sido pocas las voces que en uno u otro sentido se han pronunciado sobre la autenticidad de la misma, provocando, con ello, innumerables polémicas que perduran hasta nuestros días.
La hipótesis de que el Santo Sudario ha estado presente a lo largo de la historia bajo otras denominaciones, ha ido tomando fuerza con el paso de los años como consecuencia de su estudio científico. En este caso concreto, las evidencias que se desprenden de esta reliquia histórica, han ayudado a reescribir la historia y no al contrario, si bien entendemos que no sea éste el método más ortodoxo.
Las razones que nos condujeron a replantearnos el origen de la misma en un sentido ajeno al campo de las creencias, tienen su base en la famosa fotografía que realizó el abogado y concejal, Secundo Pia, en 1898, durante las ostensiones que tuvieron lugar con motivo del 50º aniversario de la corona de Saboya en el reinado de Italia. Descubrir que el lienzo era un negativo fotográfico de la imagen de un crucificado y del que se presupone que es Cristo, tuvo un impacto que aumentó su popularidad hasta nuestros días. Posteriormente, en 1988, la prueba de C14 determinó que la tela no era del Siglo I, sino del S. XIV, aproximadamente; fecha en la que se produjo, precisamente, la primera ostensión pública de la que se tiene constancia. Estos dos hechos han marcado las bases de dos posturas, casi enfrentadas, que perduran hasta nuestros días.
Partiendo de estas bases confrontadas, replantearemos las incógnitas que se nos originan ante este enigma. Lo primero que debemos indicar es que, a día de hoy, sigue siendo desconocido el proceso de formación que dio origen a la imagen de la Sábana Santa; hasta el punto de que con la tecnología del Siglo XXI, sigue siendo imposible reproducir los fenómenos que están presentes en la misma. Esto es un hecho, no una observación subjetiva, lo que dificulta bastante la hipótesis de una falsificación.
En tiempos de Clemente VII (el antipapa), el arzobispo de Troyes, Pierre d’Arcis envió una carta al pontífice del cisma de Aviñon, asegurando haber encargado un estudio sobre la autenticidad de este lienzo que concluyó con la siguiente carta:
“El deán de cierta iglesia colegiata, a saber la de Lirey, falsa y mentirosamente, consumido por la pasión de la avaricia, animado no por algún motivo de devoción sino únicamente de beneficio, se procuró para su iglesia cierto lienzo hábilmente pintado, en el cual, por una hábil prestidigitación, estaba representada la doble imagen de un hombre, es decir, de frente y de espaldas, y el deán declara y pretende mentirosamente que es el verdadero sudario en el que nuestro Salvador Jesucristo fue envuelto en su tumba, y en el cual quedó impreso el retrato del Salvador con las llagas que tenía”.
A lo que añadía que, su antecesor en el cargo, Henri Poitiers, ya era conocedor de este hecho e incluso afirmaba tener una confesión del artista que pintó la imagen de la Síndone, asegurando en su misiva:
“el fraude y cómo dicho lienzo había sido astutamente pintado, ya de esa verdad testimonió el artista que lo había pintado, o sea que era una obra debida al talento de un hombre y en absoluto milagrosamente lograda u otorgada por gracia divina”.
El Proyecto STURP “Shroud of Turin Research Project”, –siglas en ingles del Proyecto de Investigación sobre el Sudario de Turín, que se realizó ininterrumpidamente entre el 8 y el 15 de Octubre de 1978–, determinó que la imagen de la Sábana Santa carecía de pigmento de cualquier tipo, así como de direccionalidad en los trazos; lo que imposibilita, como origen de la misma, una elaboración artística. Esto no sólo desmiente las aseveraciones del arzobispo de Troyes, –que algunos medios de tirada nacional, se atrevieron a recuperar y publicar, tras conocer los resultados de la prueba del C14, como refrendo de la hipótesis de una falsificación deliberada de la imagen sindónica–, sino que plantea un nuevo interrogante, a saber: ¿Cómo se produjo, entonces?
Son muchas las teorías que se aventuran desde entonces: para algunos expertos, la imagen de la Sábana Santa está producida por un fenómeno de radiación, lo que provocó una imagen térmica, es decir, producida por una fuente de calor; para otros, el origen debió tener lugar en una reacción química entre los ungüentos utilizados para ungir el cadáver y la descomposición del cuerpo. El analizador de imagen VP-8, aplicado durante el proyecto STURP, demostraría que la figura de la Síndone tiene propiedades tridimensionales o lo que es lo mismo: volumen; esto implica que la intensidad de la imagen varía dependiendo de la proximidad que cada parte del cuerpo tuviera en el momento de su formación, lo que resta fiabilidad a la hipótesis de la reacción química, pues sólo hubieran quedado plasmadas las imágenes de aquellos puntos que se encontraban en contacto directo con el cuerpo, véanse: nariz, barbilla, frente, etc., no habiendo quedado constancia del resto. Por otro lado, la presencia de polen microscópico de plantas cuyo hábitat es exclusivo de determinadas zonas de oriente medio, Turquía, etc. sugieren la presencia de esta reliquia en estos lugares, y si bien su recorrido está perfectamente delimitado desde 1356 y presuponemos que la Sábana Santa es de esa fecha, según establece la prueba del C14; hablaríamos de un viaje por varios países no documentado, en una fecha en la que nadie expondría una de las reliquias más importantes de la cristiandad al adversario musulmán de la época. La inexistencia de escritos que refrenden este viaje y lo inoportuno de hacerlo, sugieren que es casi imposible que se produjera.
La aparición de estos enigmas y la representación de una iconografía que rompía con siglos de tradición y que posteriormente se han demostrado como altamente probables, sugieren que la imagen de la Sábana Santa está por delante de los conocimientos que el hombre del Siglo XX posee sobre la figura de Cristo. Los clavos en las muñecas, la ubicación de la lanzada, el exhaustivo castigo de la flagelación… insinúan que, aquello que provocó la imagen de la Síndone, tenía mayor conocimiento de anatomía y medicina, que los miles de artistas, médicos e incluso estigmatizados que han dejado su huella a lo largo de la historia.
Todos estos hechos sugieren que la teoría de la Sabana Santa entregada a Abgaro V de Edesa, tras la muerte de Cristo, sea una hipótesis, no sólo plausible, sino, incluso, probable. Hechos que podrán conocer en la novela: “SINDONE. El Trayecto de un Destino”, que recrea el encargo de este rey realiza a un grupo de súbditos, con el objeto de ofrecer asilo político a Jesús, a cambio de su ayuda contra el mal que le aquejaba: la peste negra. Podrán seguir a los discípulos de Cristo en su huida desde Jerusalén, el comienzo de su misión de evangelización por el mundo y las reacciones dispares que las apariciones de Jesús provocaron tras su muerte. Les invito a un viaje en el tiempo que confrontará a cristianos y musulmanes durante varios siglos, a conocer las luchas entre el Imperio Romano y los Partos; entre el Imperio Bizantino, el musulmán y los vestigios de Roma. Les invito a sumergirse en la IV Cruzada, en el asedio a Constantinopla, en el culto secreto de los caballeros templarios, en las conspiraciones en el poder por dominar el mundo y la Iglesia durante la Edad media.
Paralelamente, les invito a seguir un apasionante thriller de ficción. Descubran como antiguas luchas todavía perduran y cómo la imagen de la Sábana Santa, de la Síndone, del Mandylión, de la imagen Aquiropita o cualquiera de los nombres que se le haya dado a lo largo de la historia, ha cambiado el curso de la humanidad varias veces y puede volver a hacerlo.
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revista L ALCAZABA 56