POETA DEL SENTIMIENTO.
POR MIGUEL ROMERO
“El hacha del leñador pidió al árbol su mango. Y el árbol se lo dio”, tal vez este aforismo oriental nos ayude a hilvanar palabras sencillas para engrandecer la figura de un hombre, hecho al estilo del Renacimiento europeo, pero convencido de que “la grandeza es sólo una de las sensaciones de la pequeñez.”
José María Gómez Gómez personaliza en su cuerpo de hombretón manchego, nacido en ese lugar bello de Parrillas, tierras de Toledo, todo un compendio de atribuciones variopintas donde la creatividad tiene excelso trono. Filólogo por profesión, no en vano es Catedrático de Literatura, filósofo en sus diatribas de noches de luna llena, erudito donde los halla, por gracia y obra del sempiterno dios de la mesura, ensayador de historia y hacedor, sobre todo, hacedor de poesía en campo lleno de lirismo y magnificiencia.
Porque, aunque domina en gran parte, ciertas razones de la beneplácita Ciencia de las Humanidades es, ese gran poeta del tiempo. Cuando elaborase “Yegua de la noche” ganó el Premio Ciudad de Toledo, pero cuando aunó páginas bien hilvanadas en “El sueño apócrifo” nos abrió el horizonte de la persuasión permanente del hombre ante el reto social de la modernidad. Habla y habla de personajes, sensibilidades eternas, costumbres de antaño, sensaciones placenteras del tiempo herido, amores y desamores, ganancias reales del don de la soberanía etérea. Habla de todo en todo. Sueño y tradición. Costumbrismo e Historia.
Tal vez, este poeta divulgador es pregonero de sueños, pero es gestor de una cultura que demanda sapiencias y veleidades consuetudinarias y llenas de vitalidad en su puesta en escena, pues él como nadie, nos conduce con sus Autos de Navidad y de San Ildefonso hacia las escenas más verosímiles del pasado entrelazado en el presente con profunda raíz de futuro. No hay nadie que haga como él, estas pláticas de ciencia literaria, pues como nadie sabe iluminar Las Mondas talaveranas y ni siquiera le tiemblan sus piernas quijotescas en su participación elegante dentro de esos Grupos folclóricos “Alfar” y el de “pastores de Parrillas”.
Pues tengan a bien, lectores de La Alcazaba que, José María Gómez y Gómez, investigador de la Cofradía toledana, académico de la de Toledo, Premio Florián Ocampo, Castellano manchego por los madriles, escritor y moderador de actos taurinos, culturales y científicos, nos lleva desde su orilla de la bonhomía a la ribera del erudito más sagaz que olfatea y descubre sensaciones placenteras de voces en el Tajo o de pensamientos místicos en el convento de La Rábida para desencuentro de un bello encuentro.
Tal vez, uno que asiste a realizaciones mediáticas del mundo literario, no sabría como enlazar, sentir e idear, el mundo idílico de quienes, como Jose María, embaucan el encanto con su prosa poética, haciendo de un brebaje folclórico estrofas de sentimiento a golpe de rima y ritmo eterno. Pero esta gente, tal cual él, lanza al espacio su voz melódica en canto sencillo e hilvana artilugios filosóficos para conceptuar momentos intrasecendentes y hacerlos sublimes.
Eso lo supo bien El Quijote en su sombra, tal vez, Joselito el Gallo en su epopeya bien narrada, los habitantes de Oropesa porque aplauden en guía completa y si cabe, Isabel la Católica, su musa histórica.
Tengamos pues, a bien, que este hombretón con cara de niño, elegante y locuaz en su diatriba, buen orador, expresa timidez en su verbo científico y hace de su mirada una sensación perfecta de seguridad en versos intensos. Dice como yo que, “crecer es una cosa terriblemente difícil de hacer. Es mucho mejor omitirlo e ir de una infancia a otra”, pues él como yo, así hacemos. Buen hombre y buen poeta.
José María Gómez: lirismo, realidad y fantasía.
POR GRISEL PARERA
Cantas al amor, cantas a la tierra
y recreas, místicos pensamientos.
Castellano-manchego,
en tu obra universal,
narras hechos entrañables, conmueven mis sentidos
y haces florecer,
recuerdos ancestrales.
De tus palabras surge la energía,
para crear el sentimiento de los versos.
Poemas de la Hispanidad,
me emociona, el alma,
porque nuestra herencia histórica revives:
¡Isabel la Católica, reina preclara!
Colón, marineros, con olor a especias y deseos de aventuras
desde Palos de la Frontera al mar se echaron.
Tras larga travesía, dudas y fatigas
con un mundo desconocido, tropezaron.
¡Ya comenzó la historia, grande y sonada,
porque nunca se ponía el sol
en el reino de España!
Respondiste a la pregunta:
-¿Y qué es la Hispanidad?-
Es salitre,
brillo de espadas, humo de la hoguera.
Historias de viajes, tantas veces repetidas,
que acunaron mi infancia, con cantos de sirenas.
Es la devoción por los caballeros, que llegaron a la América.
Y conquistaron sueños, cumbres y praderas;
selvas insondables
y los secretos de la mar,
desde las carabelas.
Es lo real-maravilloso que en América vibra,
y tiene sus raíces,
en la tierra de la reina de Castilla.
Es festejar el doce de octubre;
y la Lengua Castellana.
Es la Patria, fundida en dos culturas
y en dos mundos repartida.
LA ALCAZABA 43