“CANTO A MÍ MISMO”
Isidoro A. Gómez Montenegro.
Aquel que camina
una sola legua sin amor,
camina amortajado hacia
su propio funeral.
Walt Whitman.
Walt Whitman nació en West Hill, Long Island el 31 de mayo de 1819, de ascendencia holandesa y yanqui. Hijo de carpintero constructor, le enseñó a amar la naturaleza. En 1823 su familia a se estableció en Brooklyn, al otro lado del río Este, frente a Manhattan, cuando estaba en auge. En1830, abandona la escuela para trabajar como impresor. En 1838 y 1839 fue maestro de escuela en Long Island. Entre 1841 y 1845 se dedicó al periodismo. Fue Director del diario Brooklyn Daily Eagle en 1846, al considerarla indolente, perdió el empleo. Por aquélla época tuvo diferencias ideológicas con el Partido Demócrata por sus opiniones políticas. Viajó a Nueva Orleáns permaneció ahí 3 años. Regresó a Brooklyn a trabajar de carpintero entre 1851 y 1854 fue así como escribió un libro de apuntes. De ahí surgieron las sucesivas de su libro “Hojas de hierba” publicado en 1855.

Whitman prolongó la capacidad creadora del verbo, se convirtió en los ojos y la respiración de su nación. Sus versos alcanzaron los insondables niveles de la génesis. Sus poemas son un espejo en que los ojos del mundo se ven a sí mismos. Con él, la poesía norteamericana se naturaliza, apartándose de la influencia inglesa, su poética fue legítimo intento de emanciparse, siguiendo un grito de libertad, cuyos primeros ecos se hallan en la obra de Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreu, a quienes la literatura de Estados Unidos define como trascendentalitas.

Whitman fue determinante, plasmó en su obra el tema del orgullo personal y nacional como motores que intentan elevar el canto poético, mediante un esfuerzo por parte del poeta, trata de alcanzar la tierra primigenia de la epopeya cuya riqueza engalana las obras esenciales de la humanidad.
En 1867, aparece la cuarta edición de “Hojas de hierba”, incluye los poemarios “Redobles de tambor” y “Secuela de Redobles de Tambor”, escritos en 1866, consecuencia del incruento asesinato de Abraham Lincoln, ocurrido un año antes que conmovió a Estados Unidos y a América.

El análisis profundo, sereno, enriquecedor, lejos de la su época. Ha permitido que se le revalore, gracias al tiempo.
Fue un gran innovador, rompió los estrechos márgenes de la preceptiva tradicional para lograr que sus versos vigorosos transitaran por amplios causes. Fundamentó el uso del verso libre y de la prosa poética en una isócrona con Baudelaire, quien hacía lo mismo en Francia.
Influyó en la llamada “generación beat” de los años cincuenta del Siglo XX, quiénes reivindicaron el uso del verso libre y del versículo como modernidad expresiva que ofreció mayor libertad estética. El verso largo recoge, ofrece, sugiere la visión de un mundo dinámico, cambiante, en perpetuo movimiento.

Sus poemas obedecían a su vocación religiosa, con silencio incomprensivo acogía cada nueva edición de “Hojas de hierba”, consideraba que su deber era dar a conocer el libro por todas las formas posibles. Cada nueva edición, era el ascenso, de su gran carrera, fue traducido a varios idiomas y prologado por mencionar algunos de sus prolongadores: León Felipe, García Lora, Miguel de Unamuno y comentaristas como Jean Catel.
Walt Withman fue poeta, ensayista, periodista y humanista. Desde la primera edición de “Hojas de hierba” aparece el poema que quiero compartir con Uds., “Canto a mí mismo”. En 1891 aparecen dos volúmenes de la edición llamada “Del lecho de la muerte”, obra que precedió a su muerte el 26 de marzo de 1892. El colofón de esta entrega sería: Quien vuelve a las “Hojas de hierba” toca a un hombre.
CANTO A MÍ MISMO
(fragmento)
Me celebro y me canto
de lo que no me apropio,
habrás de apropiarte.
Todos los átomos que me
pertenecen; te pertenecen.
Me entrego al ocio y agasajo mi alma;
me tiendo a mis anchas a observar
un tallo de hierba veraniega.
Mi lengua,
todos los átomos de mi sangre,
formados de tierra y aire,
Nacido aquí de padres que nacieron aquí,
lo mismo que sus padres:
A los treinta y siete años de edad,
con la salud perfecta, empiezo,
y espero no cesar hasta la muerte.
Dejo a las sectas y a las escuelas en suspenso,
me retiro un momento, satisfecho de lo
que son, pero no las olvido,
soy puerto para el bien y para el mal.
Les permito hablar de todos, arrastrando todos los
peligros naturales sin freno,
con energía primigenia.

revista la Alcazaba 61