A unos 30 kilómetros de Toledo y 75 de Madrid, con unos 11.000 habitantes y muy bien comunicada por carretera y ferrocarril, la villa de Torrijos es una de las poblaciones más antiguas de Castilla-La Mancha y posee uno de sus más ricos legados histórico-artísticos. En el presente año se cumple el V Centenario de la Fundación de la Cofradía del Santísimo Sacramento, empresa que llevó adelante la sierva de Dios doña Teresa Enríquez, lo que ha propiciado la celebración de diversos actos en Torrijos en torno a la festividad del Corpus. El presente año es, pues, una excelente ocasión para visitar esta ilustre villa, que en su esencia resume algunos de los aspectos más sobresalientes de la historia de Castilla y de España.
La villa de Torrijos fue en sus orígenes un poblamiento celtíbero (¿vettón? ¿carpetano?). Posteriormente fue un emplazamiento romano, de donde le viene el nombre: turriculos-torrijos (pequeños torreones o “torreoncitos”). Los visigodos y, sobre todo, los árabes dejaron topónimos en su jurisdicción. Ya en época cristiana, concretamente a comienzos del siglo XIII, fue propiedad del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, que cedió la villa al cabildo de la catedral de Toledo. En los siglos XIV y XV fue esporádicamente visitada por los sucesivos reyes de Castilla: Alfonso XI el Justiciero construyó el alcázar-palacio que más tarde amplió y embelleció su hijo Pedro I. Éste rey alternó la residencia en este palacio con el vecino de Montalbán en el comienzo de sus apasionados amores con María de Padilla… y en él celebró las famosas fiestas (con torneos incluidos) con motivo del bautizo de su primera hija, llamada Beatriz.
A comienzos de 1482 don Gutierre de Cárdenas compró la villa de Torrijos y su tierra al cabildo toledano. Era don Gutierre uno de los hombres más influyentes en la corte de los Reyes Católicos y su Contador Mayor. Estaba casado con doña Teresa Enríquez, prima hermana de Fernando el Católico, mujer de asombrosa santidad y máxima favorecedora de Torrijos en toda su historia.
Lo primero que hizo el matrimonio fue engrandecer y embellecer el antiguo alcázar-palacio del rey don Pedro para transformarlo en un palacio gótico-renacentista, eso sí, sin grandes alardes de lujo u ostentación, algo impropio del ánimo de don Gutierre y doña Teresa.
Tras la muerte de su esposo, doña Teresa Enríquez dedicó toda su hacienda a llevar a cabo fundaciones religiosas y asistenciales en su villa de Torrijos, fundaciones que han venido constituyendo históricamente su patrimonio monumental: el Monasterio Franciscano de Santa María de Jesús (llamado “el otro San Juan de los Reyes”), el Hospital de Ntra. Sra. de la Consolación, el Hospital de la Satísima Trinidad, el Palacio de Altamira y, especialmente, la Colegiata del Corpus Christi (también llamada “del Santisimo Sacramento”). De todo este esplendor sólo queda en pie la Colegiata y parte del Hospital de la Santísima Trinidad, cuya capilla ha pasado a llamarse Capilla del Santísimo Cristo de la Sangre, por acoger la prestigiosa imagen de esta advocación, objeto de la más entrañable devoción de los torrijeños y gentes de los más diversos lugares.
El estudioso, o simplemente el curioso turista, que hoy se acerca a conocer Torrijos, puede visitar, admirablemente restaurado, el Palacio del rey don Pedro, que no es otro que el primitivo alcázar-palacio de Pedro I el Cruel (mediados del siglo XIV), remozado para su residencia palaciega por Gutierre de Cárdenas y, posteriormente, convertido en Convento de la Purísima Concepción por su viuda doña Teresa Enríquez. Del primitivo alcázar del siglo XIV apenas queda en pie la fachada principal y el antiguo torreón, y en general el aspecto de reciedumbre y sobriedad que impone su exterior. A mediados del pasado siglo XX la situación del edificio era ruinosa. En 1991, tras varios años de negociaciones, el Ayuntamiento lo adquirió para su rehabilitación, que fue realizada por la Esuela-Taller “Trastámara”. En la actualidad, convertido en sede del Ayuntamiento de la villa, es de admirar el claustro principal, con doble galería de sobrio estilo renacentista, el claustro exterior del mismo estilo y el magnífico artesonado de elegante factura mudéjar de la Sala de Sesiones del cabildo municipal.
La Colegiata del Corpus Christi o del Santísimo Sacramento es no sólo el monumento más señero y artísticamente valioso de Torrijos sino el más acabado símbolo de su historia. Fue doña Teresa Enríquez, la “Loca del Sacramento”, quien ordenó y favoreció su construcción como iglesia-madre y cabeza de la Cofradía del Santísimo Sacramento que ella misma había erigido en Roma con autorización del papa Julio II. En 1509 dieron comienzo las obras y finalizaron en 1518. Fueron sus arquitectos los hermanos Enrique y Antón Egas, con quienes trabajó, comenzando así su impresionante carrera precisamente en esta obra, el inmortal arquitecto Alonso de Covarrubias, que había nacido en Torrijos en 1488 y será gloria máxima de la configuración artística de Toledo.
La Colegiata es un templo de 57m por 25m, de estilo tardo-gótico (flamígero), con elementos del primer renacimiento o plateresco y el gusto hispano-flamenco que impusieron los Egas. De planta rectangular, se estructura en tres naves de ocho tramos, cubiertas con bóvedas cuajadas de bellas nervaduras góticas de exquisita labor. La nave central es más alta que las laterales y en los entrepaños se abren armónicos ventanales con parteluz y tracería gótica. Sus naves se abren a cuatro capillas, en las que destaca la de San Gil, adosada al brazo del crucero y coronada con bóveda de crucería, cuyos nervios forman un bello dibujo desde sus arranques acordonados.
En la fachada oeste del templo se abre su portada principal, de finísima labra plateresca con pequeños nichos y columnas, cuyo motivo central alude al misterio eucarístico: el cáliz y la sagrada hostia. En el interior preside el magnífico Retablo Mayor, de estructura renacentista, que acoge doce excelentes tablas del pintor Juan Correa de Vivar, de gusto manierista. Otra belleza destacable es la Sillería del Coro, de estilo gótico, en cuyo espacio se dispuso el monumento sepulcral, en mármol, de Gutierre de Cárdenas y su esposa Teresa Enríquez con sus estatuas yacentes.
Otras piezas dignas de admiración son la reja y los púlpitos del presbiterio, atribuidos a la escuela de Juan Francés, famoso rejero que trabajó mucho para la catedral de Toledo. En fin, el órgano barroco que construyó en 1703 José Martínez Colmenero, los retablos menores y la colección de obras de arte que atesora el pequeño museo de la sacristía, así como piezas de sutil orfebrería y vestimentas de ricas bordaduras son otras tantas joyas que atesora esta extraordinaria iglesia, convertida en su día en Iglesia Parroquial de Torrijos.
La Capilla del Stmo. Cristo de la Sangre es, junto con un sobrio claustro renacentista anexo, lo que queda del antiguo Hospital de la Stma. Trinidad que fundaran en su día don Gutierre de Cárdenas y doña Teresa Enríquez. Fue construido en 1528. En la actualidad alberga la imagen del Santísimo Cristo de la Sangre, que es la devoción fundamental de los torrijeños. La imagen fue traída desde Nueva España (México) a finales del siglo XVII. Se sabe que fue labrada en la comarca de Michoacán con técnicas autóctonas de los indios tarascos, que emplearon para su realización corazón de “millo”, pasta de caña de maíz, “tatzingüe” (cañas descortezadas y trituradas) y otras maderas blandas para la barba, manos y pies. Desde su instalación en Torrijos se tiene a esta imagen por muy milagrera, con fama que sobrepasa la comarca, por lo que es visitada por las gentes más diversas de todas las partes de España. Su fiesta es el 19 de mayo.
Otras obras de gran valor artístico se custodian en esta Capilla. Una de ellas, de gran mérito, es el Cristo Crucificado llamado “El Criado”, obra de mediados del siglo XVIII del taller madrileño de Luis Salvador Carmona, sin duda uno de los mejores imagineros del barroco-rococó. También es de admirar el Retablo de Santa Ana, mandado construir por Ana Martín, hija de Torrijos, que amasó una notable fortuna en la segunda mitad del siglo XVI en la Ciudad de los Ángeles (antiguo nombre de Lima, capital de Perú), donde murió, dejando rentas para proteger esta capilla y casar dos jóvenes huérfanas torrijeñas cada año. Las imágenes de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, de comienzos del siglo XVIII, poseen también un gran valor artístico.
Torrijos es cuna de grandes figuras de la historia, del arte, de la literatura y de la religión. A los ya ampliamente mencionados don Gutierre de Cárdenas, doña Teresa Enríquez, la “Loca del Sacramento”, y Alonso de Covarrubias, hay que añadir otros nombres como el escultor Sebastián de Almonacid (que dejó obras de gran belleza en la catedral de Toledo). El arquitecto Juan Guas, de origen flamenco, que trazó y dirigió las obras de San Juan de los Reyes en Toledo, casó en Torrijos con doña Marina Álvarez e intervino en obras como el monasterio franciscano de Santa María de Jesús, hoy desaparecido, llamado en su tiempo “el otro San Juan de los Reyes”.
Por Torrijos pasó Lázaro de Tormes, el inmortal pícaro de la literatura española del siglo XVI. En Torrijos ejerció por algunos años su ministerio el santo varón Fernando de Contreras, clérigo al servicio de doña Teresa Enríquez, que destacó por sus obras de caridad y finalmente se dedicó al rescate de cautivos en el Norte de África. Y en Torrijos radicaba una rama de la familia de Santa Teresa de Jesús.
En Torrijos fue médico algún tiempo el ilustre Francisco Hernández, hijo de la Puebla de Montalbán que alcanzó el honor de ser nombrado por el rey Felipe II Protomédico General de Indias, en cuya calidad viajó al Nuevo Mundo y estudió las plantas de Nueva España, realizando un admirable catálogo: seis grandes libros que él mismo llenó de dibujos de las más diversas y exóticas especies de plantas con comentarios sobre sus propiedades medicinales.
En fin, por no alargar más este elenco de hombres ilustres, en Torrijos nació y vivió el Beato Pérez Godoy, mártir de los piratas cuando hacía navegación con otros compañeros religiosos rumbo a Las Indias.
En la actualidad Torrijos es un pueblo moderno, que crece constantemente y cuyos habitantes saben vivir y disfrutar. Ahí está la fama bien ganada de sus jamones Navidul y de otros productos. En las tierras toledanas se suele decir que de bares, cafeterías, pastelerías y restaurantes Torrijos no envidia a ninguna población. Sus gentes, dadas a los negocios, son acogedoras y hospitalarias, por ello sus fiestas resultan concurridísimas: 19 de Mayo (Santísimo cristo de la Sangre), 1 de septiembre (San Gil Abad, Patrón de la Villa) y Última Semana de Septiembre (Feria de la Sementera). Este año la Festividad del Corpus ha sido realmente espectacular, al cumplirse el V Centenario de la Fundación de la Archicofradía del Santísimo Sacramento por doña Teresa Enríquez en Roma (año 1508), para lo que se han programado interesantes actos culturales y religiosos, con el colofón impresionante de la Procesión en la tarde del Corpus presidida por don Antonio Cañizares, Arzobispo de Toledo.
Colegiata de Torrijos
Mística como el alma de la fiel fundadora,
joya sacramental de cinceles y gubias,
permanece la piedra que soñó Covarrubias
afincada en el íntimo resplandor que la dora.
¡Colegial de Torrijos! ¡Galera bogadora
por barbechos de trigo que adormecen las lluvias!
¡Paredes descarnadas, súbitamente rubias
del oro celestial que la tarde atesora!
Equilibrio y espíritu, fervor y geometría
a través de los siglos piadosamente dura,
gozosa y eucarística, lámpara y filigrana.
Torrijeña por arte, por fe, por armonía,
en ti Teresa Enríquez dio forma a su locura,
gótica y renaciente, plateresca y romana.
José María Gómez Gómez
Cristo de la Sangre
Me pregunto qué gubias y qué mano
labraron este cuerpo dolorido,
qué oscuro sufrimiento, qué sentido
trágico del más hondo horror humano.
Cuentan que en Michoacán lo fabricaron
indígenas que tanto habían sufrido
que en este fiel madero estremecido
su más íntimo espanto retrataron.
De cañas de maíz descortezadas,
pobre tatzingüe y corazón de millo
surgió este cuerpo frágil y amarillo
que mana sangre y luz divinizadas…
Por eso eres, Señor, para tus hijos
el símbolo perfecto de Torrijos.