La dotación formada por oficiales, marinería y tropa, una vez embarcada, solo bajaba dos veces a tierra al cabo del mes para evitar deserciones. Vivía hacina en un ambiente húmedo, de atmósfera viciada, con escasas medidas higiénicas y mal alimentada a base de salazones de carne o pescado, menestras de arroz o garbanzos y quesos en días de temporal. El agua, el vino y el bizcocho o galleta, un pan que bien almacenado podía durar hasta dos años, contemplaban la dieta principal
Estas condiciones propagaban enfermedades como el escorbuto, el reumatismo, la peste, la disentería, el tifus o las fiebrespútridas que se combatían limpiando y renovando el aire interior del barco.
La precaria salubridad hacía muy necesario el embarque de uno o dos médicos cirujanos con sus ayudantes que atendían la sanidad abordo, desembarcando a los enfermos al llegar a puerto.
Los instrumentos eran de su propiedad y un tanto primitivos: bálsamos, compresas emolientes, jarabes, sierras de diferentes tipos, cuchillos, bisturís, torniquetes, tenazas, pinzas y escalpelos. La asistencia sanitaria mejoró a lo largo del siglo XVIII gracias a la creción de los Colegios de Medicina.
El alojamiento en un navío de distribuía de forma reglamentada. Los Pabellones más espaciosos eran la cámara y el camarote del Comandante y la cámara de oficiales situados a popa. Los oficiales dormían en camarotes múltiples mientras la tripulación y guarnición dormían en coys o hamacas colgados entre las piezas de artillería. Un sistema de descanso que los españoles conocieron con el descubrimiento de América y que aumentaba el espacio disponible, servía de defensa en los combates y facilitaba el descanso al contrarrestar el movimiento del buque.
Los retretes para los oficiales, denominados jardines o leoneras, eran voladizos cubiertos situados en los laterales de popa. En cambio los buques, retretes para la marinería y la tropa, eran tablas con los correspondientes orificios situados al aire libre en la proa del buque.
El almacenaje de las provisiones y pertrechos se distribuía entre los pañoles o almacenes del sollado y la bodega donde se establecía la despensa y seLa vida de una dotación de buque, no resultaba fácil. Debía enfrentarse a la peligrosidad de los viajes, el trabajo duro, las precarias condiciones de habitabilidad, la mala alimentación, las epidemias, la crudeza en los combates navales y la alta mortandad. Estas adversidades sólo se veían parcialmente paliadas por las diversiones y entretenimientos (en juegos de tabas, dados o naipes) con los que se ocupaba el tiempo libre.